Miguel M. Guedes

Las Palmas de Gran Canaria

La capital grancanaria vivirá en menos de dos meses la más encarnizada batalla electoral por la alcaldía de los últimos 16 años. Desde 1991, cuando ninguno de los cuatro partidos que obtuvo representación en el Ayuntamiento consiguió mayoría suficiente para gobernar, la carrera al bastón de mando de la ciudad no vivía un momento político igual, segado por las tres mayorías absolutas consecutivas del PP, primero con José Manuel Soria, que repitió, y por último con Pepa Luzardo.

Luzardo aspira a la reelección, pero esta vez tendrá enfrente a un ramillete de rivales duros de pelar: la veteranía y experiencia de dos pesos pesados, Jerónimo Saavedra (PSC-PSOE) y José Carlos Mauricio (CC); la pujanza y brega de Nardy Barrios (CGC), y la bisoñez de Francis Candil (NC), candidato inesperado tras la ruptura del acuerdo de su partido con CGC, y de Carmelo Cabrera (CCN), más conocido por su pasado como baloncestista de élite que como político.

La todavía alcaldesa y ex senadora más votada de Gran Canaria y Jerónimo Saavedra, ex ministro, ex presidente, ex barón del felipismo y premiere del socialismo canario, creen todavía en que una mayoría absoluta que no sale en ninguna encuesta, ni pública ni privada, les haga gobernar en solitario. Pero la realidad dice otra cosa y, salvo sorpresas, tendrán que pactar. A la expectativa, Mauricio, Barrios y Cabrera, y sobre todo los dos primeros, quienes ya dan por hecho que formarán parte de la coalición que rija los destinos de la capital hasta 2011.

PP Y PSC. Pero los candidatos de los dos grandes partidos insisten en sus posibilidades. En medios cercanos a Luzardo se maneja un doble mensaje: "vamos a repetir mayoría" y "vamos a ganar, pero tendremos que pactar". Los más realistas son los segundos, según ha podido constatar este periódico en conversaciones con miembros del PP, pero se encuentran con un problema: "Pepa no quiere gobernar con Mauricio y tiene un conflicto judicial con Barrios", explica con preocupación un dirigente popular, que cree que la alcaldesa se ha cerrado demasiadas puertas últimamente.

En cambio, otro cargo público del PP muy cercano a la alcaldesa tiene otro discurso: "Vamos a gobernar con mayoría absoluta; otro resultado nos mandaría a la oposición porque habrá un pacto tripartito que echará al partido del gobierno", explica gráficamente.

Una diatriba similar vive la candidatura socialista que encabeza Jerónimo Saavedra. Mientras una parte del partido se niega a recuperarse del golpe que supuso el relevo de Arcadio Díaz Tejera en septiembre pasado, el sector más cercano al ex ministro irradia tanto optimismo como el primer día: "estamos cerca de la mayoría absoluta", opinan dos miembros de su candidatura, pero que reconocen mirar de reojo a Barrios y Mauricio en busca de pactos.

Digan lo que digan los grandes partidos, la clave del futuro gobierno municipal la tienen las formaciones minoritarias. Nardy Barrios, por ejemplo, se ve formando parte del pacto el 27 de mayo por la noche, aunque afronte la campaña en solitario tras su brusca ruptura con NC, mientras que al partido de Román Rodríguez, con el pie cambiado, pueden no salirle las cuentas con un candidato inesperado, en principio Francis Candil, que iba a ser número dos de la coalición, y quedarse sin representación.

Pero el gran elemento distorsionador de la campaña y de los futuros pactos es José Carlos Mauricio. La irrupción del líder de CC de Gran Canaria en la carrera por la alcaldía no deja indiferente a nadie. Si con su presencia los nacionalistas frenan su caída y consiguen, aunque sea, una solitaria acta de concejal, el Ayuntamiento de la capital se convertirá en el laboratorio político de Canarias en los días siguientes al 27-M.

Su impronta es tal, que los dos grandes partidos ya piensan en él como llave. Incluso la conocida animadversión de Luzardo hacia su figura política quedaría en un segundo plano, según coinciden fuentes populares y nacionalistas. "Mauricio viene para que CC gobierne, aunque se sacrifiquen él y quien sea", avisa alguien cercano a él.