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Una mina en el acuerdo PSOE-NC

Pérez rubrica un pacto que obliga a los suyos a enterrar el Estatuto de Canarias elaborado junto a los socios de CC - Australia Navarro mete presión a la vicepresidenta Hernández

Australia Navarro formula una pregunta a Clavijo durante el pleno. EFE

Ocurre con algunas frutas. Por fuera aparentan reventonas y al pegarles el primer tajo se tornan oscuras. En el peor de los casos, al fondo de un leve agujero habitan nematelmintos, gusanos vaya. Ayer la portavoz del Grupo Popular, Australia Navarro, peló el pacto que han suscrito socialistas y Nueva Canarias (NC) para concurrir juntos a las elecciones generales, hundió la punta del cuchillo en algo que parecía una mota y halló al bicho no tan al fondo, en la página cuatro.

Entre los asuntos fundamentales a superar por Canarias, ambas formaciones rubricaron el impulso a "la aprobación por el Parlamento de Canarias de un nuevo Estatuto de Autonomía". La firma en el margen izquierdo del papel de Román Rodríguez, presidente de NC, es del todo lógica, pero la de José Miguel Pérez, secretario general del Partido Socialista Canario (PSC), cobra la cualidad de mina; la que Navarro invitó ayer a pisar a la vicepresidenta del Gobierno de Canarias, la socialista Patricia Hernández.

Vuelven a ser socios

Ocurre que Coalición Canaria (CC) y PSC ya eran socios en el anterior Gobierno regional y juntos elaboraron un texto estatutario que remitieron a Madrid, donde la mayoría absoluta del Partido Popular (PP) le puso la proa. Ocurre que CC y PSC vuelven a ser socios, con lo que la firma de Pérez significa que los partners deshagan lo que hicieron no hace tanto.

Por si no era suficiente carga de profundidad el pacto electoral en sí de cara a mantenerse en el Gobierno autónomo, resulta que además condiciona la actuación de la pareja, nueva en la forma y conocida en el fondo, a la hora de pegarse sus bailes.

Los peor pensados advierten de que Pérez está haciendo pagar a Patricia Hernández sus desaires y sus no contar con él ni para los asaderos. Los mejor pensados, que en el fondo son peores que los más peores, se decantan por que el secretario general de los socialistas canarios está tan entregado a la retirada que ya ni da importancia al lugar en el que estampa la firma.

La popular Navarro se vistió de ironía chillón para felicitar a la vicepresidenta por la decisión adoptada por su partido. Al fin y al cabo era lo que pedían los populares, que la norma fundamental canaria se consensúe con el resto de fuerzas y no sea hija de la simple mayoría parlamentaria. Por eso mismo resulta del todo lógico encontrar en el documento la rúbrica de Román Rodríguez, quien lamentó en la anterior ocasión que hurtaran a su partido la posibilidad de contribuir al nuevo estatuto.

Hernández masticaba con cierto estupor la trampa en la que la ha metido el mandamás de su partido. Sin vía de escape, optó por despejar a córner, acusar al PP de querer generar un "debate partidista" por la cercanía de las elecciones y, a renglón seguido, soltar una retahíla de malos tratos a los que Madrid somete al Archipiélago. "93 millones menos para Empleo, 40 millones menos para infraestructuras educativas, otros 40 menos para infraestructuras turísticas", relató no sin antes recordar que ha sido el PP el que no ha querido ni ver un nuevo Estatuto de Canarias entrando por la puerta del Congreso de los Diputados. Después, se mandó a mudar.

Navarro se quedó con sensación de triunfo, pero con las ganas de haber contado con un turno más para rematar la faena. Patricia, con la de tener al enemigo en casa y pertenecer a un partido incapaz de controlar brotes de esquizofrenia que le conducen a ser socio de gobierno de unos nacionalistas y pactar con otros, némesis de aquellos, para dejar a los primeros con los menos votos posibles. Como la propia política, un trabalenguas mental, por ser finos.

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