La coalición de CC-CCN-PNC, nacida con la voluntad de ser un primer paso para la confluencia de fuerzas nacionalistas, hace aguas a las primeras de cambio. El Centro Canario Nacionalista afronta hoy un Comité Permanente convocado con carácter de urgencia que ha puesto sobre la mesa de debate la posibilidad de un acuerdo para una ruptura por los "incumplimientos" que a juicio de los centristas ha protagonizado Coalición. La gota que colmó el vaso ha sido que ninguno de los cinco consejeros nacionalistas del nuevo Gobierno de Canarias encabezado por Paulino Rivero sea un miembro del CCN. Su secretario federal, Matías Campos, aseguró ayer a este diario que en las filas de la formación se sienten "utilizados" y "maltratados" por CC, sobre todo por el peso de sus votos en la Cámara regional.

La lista de agravios del CCN incluye, en el caso de Tenerife, el hecho de que su presidente insular, Melchor Núñez, fuera relegado en las listas del Ayuntamiento de La Laguna. Además, Campos entiende que CC "ha ido por libre" en los pactos con el PSOE tanto en San Sebastián de La Gomera como en el Cabildo grancanario. Igualmente, creen que se ha infravalorado la aportación de dos parlamentarios, uno por Tenerife, su presidente, Ignacio González, y otro por Lanzarote, Isaac Castellano.

Las consecuencias de una eventual espantada del CCN podrían ser varias y tener distinto alcance práctico. En el caso del Parlamento de Canarias, Paulino Rivero podría sostenerse sin contar con el apoyo de sus dos parlamentarios, aunque supondría la rotura del grupo parlamentario tripartito. La mayor medida de presión con la que cuentan ahora mismo en el CCN tiene una ubicación muy concreta: Santa Cruz de Tenerife. Campos se encargó ayer de encender la mecha al recordar que el alcalde de CC, José Manuel Bermúdez, está sostenido por una mayoría de 14 concejales nacionalistas y socialistas y que uno de ellos es precisamente un hombre del CCN. Su eventual rebelión supondría dejar al alcalde en minoría en una corporación de 27 ediles.