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Nueva etapa en las relaciones entre España y Marruecos | La inmigración irregular

Albares admite que el pacto con Rabat no impedirá que lleguen pateras a Canarias

El ministro de Exteriores asegura que los resultados de la entente con Marruecos en el control de las fronteras «se verán mucho más en los próximos meses»

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Encuentro del ministro José Manuel Albares y el presidente Ángel Víctor Torres en Tenerife María Pisaca

El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, visitó al fin Canarias para explicar a las autoridades autonómicas los detalles del giro copernicano que Pedro Sánchez le ha dado al histórico posicionamiento de España en la cuestión del Sáhara Occidental. Lo hizo este miércoles, 84 días después de que el presidente del Gobierno le enviara al rey de Marruecos, Mohamed VI, la controvertida carta -fechada el 14 de marzo- en que abraza las tesis de Rabat sobre el conflicto con el Frente Polisario. La misma misiva en que Sánchez califica la propuesta marroquí de dar cierta autonomía política a los territorios en disputa -siempre, eso sí, bajo su soberanía- de la «más seria, creíble y realista».

Pese a los dos meses y medio que ha tardado en venir a las Islas, un territorio muy involucrado en la causa saharaui, las explicaciones del ministro no fueron distintas de las que tanto él como el resto del Gabinete de Sánchez vienen dando desde el estallido de la polémica. Al menos a tenor de lo que trascendió tras la reunión con el presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres. Los acuerdos con Marruecos, insistió Albares, reforzarán el control de fronteras y permitirán combatir las mafias y el tráfico de personas. Como buen diplomático -ha sido embajador de España en Francia y en el Principado de Mónaco-, el titular de la cartera de Exteriores apenas se salió del guion salvo para reconocer sin ambages que es imposible cortar de raíz la llegada de pateras y cayucos a las costas canarias.

«Nunca se va a conseguir un cierre absolutamente total» del flujo migratorio hacia el Archipiélago, admitió el ministro, que, no obstante, tiró de números para tratar de mostrar los primeros resultados de la renovada amistad con Marruecos. En abril, aseguró, hubo una notable reducción en la llegada de inmigrantes irregulares a la región -Albares cifró la caída en un 80%-, pero no es menos cierto que este mes se ha producido un no menos notable incremento. De hecho, solo en las dos primeras semanas de mayo fueron rescatadas 995 personas que intentaban arribar en barcazas al litoral isleño. Las pateras y cayucos continúan llegando a las costas del Archipiélago sin que de momento sea perceptible una tendencia estable a la baja.

Al hilo de lo anterior, y en respuesta a una de las pocas preguntas que pudieron formularse en la rueda de prensa posterior al encuentro con Torres -el gabinete del ministro limitó el número-, el también responsable de las carteras de Unión Europea y Cooperación vaticinó que, en cualquier caso, los efectos de los acuerdos con Rabat en el control de fronteras serán perceptibles en lo que resta de año. «Los resultados [de la entente con el reino alauí] se van a ver mucho más en los próximos meses, una vez que los acuerdos se vayan desplegando», anunció Albares, que apuntó que más allá del control de fronteras y de la necesidad de combatir la inmigración irregular, es un «imperativo moral» hacer todo lo posible para evitar más muertes en el Atlántico. Según la oenegé Missing Migrants, hasta 1.109 personas se dejaron la vida a lo largo de 2021 en el intento de alcanzar las costas isleñas. «No podemos permitir que el Atlántico se convierta en una tumba para cientos de personas», enfatizó el ministro, que recalcó que, en última instancia, el objetivo de la normalización de las relaciones con Marruecos es «acabar con las mafias que trafican con seres humanos».

En la reunión con Torres estuvo también el vicepresidente del Gobierno de Canarias, Román Rodríguez, quien a pesar del carácter institucional de la visita del ministro no dudó en manifestarle su discrepancia, «sin paliativos», en relación con el cambio de postura de España en la cuestión saharaui. Es más, Rodríguez, a la postre líder de Nueva Canarias -uno de los cuatro partidos que sostienen el Ejecutivo autonómico-, dejó claro que «no todo el Gobierno» regional está de acuerdo con el giro de Sánchez. El dirigente de NC insistió en la importancia de que la Comunidad Autónoma tenga voz en la comisión bilateral entre España y Marruecos para la delimitación de las aguas que separan al Archipiélago del país vecino.

Una comisión bilateral en la que, en todo caso -avisó Rodríguez-, no deberá o no debería hablarse de las aguas que en puridad le corresponden al Sáhara Occidental, toda vez que el conflicto está por resolver más allá de que Rabat siga ganando aliados para su causa, entre ellos España.

Tampoco en este asunto se salió Albares del guion. La nueva postura de España ayudará, dijo, a «desencallar» el conflicto entre Marruecos y el Polisario, siempre en el marco de la ONU y con el sí de ambas partes. Volvió así sobre el argumentario empleado desde Madrid para justificar el radical cambio de postura en la cuestión saharaui. Incluido el compromiso de seguir siendo el principal país en donaciones a los refugiados de los campos de Tinduf.

La línea con Tarfaya, más cerca


Al margen de la inmigración y las aguas, tanto José Manuel Albares como Ángel Víctor Torres hicieron hincapié en que la nueva etapa de armonía en las relaciones entre España y Marruecos supone una oportunidad para Canarias en los ámbitos comercial y empresarial. La oportunidad, agregó el ministro, de consolidarse como la «plataforma» de la Unión Europea en África, continente cuyo día celebró este miércoles Albares en la Casa África, en Gran Canaria, adonde se desplazó tras reunirse con el Ejecutivo autonómico en Tenerife. Torres, que prevé visitar Marruecos hacia finales de verano, dijo que esta oportunidad, fruto de esta nueva etapa «basada en el diálogo, el respeto mutuo y la ausencia de acciones unilaterales», permite «explorar», por ejemplo, el establecimiento de la conexión marítima entre Fuerteventura y Tarfaya. | M.Á.M.

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