María Jesús Herrera, jefa de misión de la Organización Internacional para las Migraciones en España, inauguró el encuentro ‘Comunicación ética sobre la migración en los medios de comunicación’, que se celebra esta semana en Casa África. Herrera defendió la importancia de desarticular con datos los discursos de odio hacia los migrantes y alertó sobre la creciente politización de la inmigración.
Las cifras de migrantes que llegan a Canarias y a España, ¿son realmente alarmantes?
A nivel mundial, hay 281 millones de migrantes, lo que supone el 3,6% de la población del planeta. Esto significa que la mayoría de la gente vive en el lugar en el que nace, pero esta realidad se distorsiona con mucha frecuencia. Las cifras de llegadas a España, tanto por el Mediterráneo como por el Atlántico, son siempre importantes, porque detrás de ellas hay personas que arriesgan su vida para buscar un futuro mejor. La ruta canaria es una de las más mortíferas y sabemos que en ella hay un número muy importante de personas desaparecidas, en estos casos las cifras sí son muy alarmantes. Lo que buscamos desde la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) es dar datos reales para que la desinformación y la politización no se imponga con discursos que no son verídicos.
¿Qué se puede hacer para luchar contra la retórica xenófoba que está en auge en Europa?
Creemos que es importante la formación y que las instituciones conozcan los datos reales. También es fundamental que se hable de las personas que atraviesan una etapa migratoria y viven una situación positiva. La migración irregular es un fenómeno que no se puede negar, pero la mayoría de las personas que se mueven en el mundo lo hacen con su documentación en regla, aunque siempre ponemos el foco en las personas que llegan de manera irregular. Hay que seguir trabajando para promover que las informaciones tengan un tratamiento de certeza y veracidad basadas en datos
¿Los medios de comunicación influyen en la creación de falsas ideas como "los migrantes nos invaden" o "reciben más ayudas que los españoles" o estos mensajes se fomentan más desde la tribuna política?
No podría decir cuál es el origen de esas ideas. Sí puedo asegurar que existe una narrativa estigmatizadora, que entorpece los esfuerzos que hacemos las organizaciones internacionales, las oenegés y las instituciones públicas para lograr la inclusión de los migrantes que, en general, funciona. El discurso global es positivo, pero lo que más se visibiliza es la parte negativa. Por esto, desde la OIM desplegamos todos nuestros esfuerzos en luchar contra la xenofobia y los discursos de odio contra los migrantes.
"La mayoría de los migrantes que están en España son regulares y están completamente integrados"
¿La mala gestión de las crisis humanitarias, como ocurrió en 2020 con la llegada de miles de migrantes a las costas canarias, contribuye a alimentar el discurso de odio?
Los discursos públicos van variando y la toxicidad del debate sobre la inmigración se ha intensificado en los últimos años. El miedo a la división es muy protagonista en los debates y va más allá de ver lo que ocurría en Arguineguín. Creo que esas imágenes producían una sensación de impotencia, pero tampoco nadie se preocupaba por los motivos que empujaban a esas personas a abandonar sus países. El debate sobre la inmigración se alimenta de muchos más factores que de las llegadas numerosas de migrantes.
¿Por qué se tiende a deshumanizar a las personas que entran de manera irregular en el país?
Cuando conocemos el caso de una persona tenemos más humanidad y somos más comprensivos con su historia que si hablamos de un colectivo. Por esto, lo importante es poner en valor todas las aportaciones que hacen los migrantes. Hemos pasado una pandemia en la que tanto en la sanidad, como en la agricultura, en los supermercados o en el sector de los cuidados había miles de migrantes trabajando a diario para que los demás tuviéramos una atención adecuada. España y, en concreto, Canarias han sido lugares de emigración y ahora se han convertido en receptoras. La movilidad humana es una realidad que no se puede negar y conlleva unos retos, pero son salvables. Tendemos a omitir el lado bueno de la inmigración, cuando la interculturalidad significa progreso para una sociedad abierta.
¿España desaprovecha el patrimonio cultural y social que genera la multiculturalidad?
No. España es un país solidario, inclusivo y de acogida. Las migraciones, en la mayoría de los casos, son positivas y aportan muchos beneficios al país de acogida.
Desde el punto de vista económico, ¿el flujo de personas genera riqueza?
Al analizar los datos de la Seguridad Social, te das cuenta de que la población migrante contribuye como el resto de la población local. Insisto en que siempre ponemos el foco en aquellas personas que tienen una situación complicada, pero la mayoría de los migrantes que viven en España son regulares y están completamente integrados.
¿Existirán ruta migratorias seguras en el futuro? ¿Los países trabajan en su creación o son un solución inviable?
No es una solución imposible. Desde la OIM trabajamos mucho para fomentar las vías flexibles y sostenibles para la movilidad de las personas. La inmigración debería ser regular y ordenada. Nosotros nos volcamos en fórmulas como la contratación en origen, la migración circular o los permisos para estudiantes. Se está avanzando bastante en la apertura de vías de inmigración legal.
