Semana Santa

La procesión de La Burrita llena La Laguna de fieles en Semana Santa

El mal tiempo da una tregua y Aguere conmemora la entrada de Jesús en Jerusalén con hojas de palma y ramas de olivo

Procesión de La Burrita por las calles de La Laguna

Procesión de La Burrita por las calles de La Laguna / Carsten W. Lauritsen

«Menos mal que está el día bueno». La frase de una de las feligresas que se encontraba ayer en San Cristóbal de La Laguna pareció resumir el sentimiento de las decenas de fieles que se congregaron en Aguere para celebrar la Semana Santa y participar en la procesión del Domingo de Ramos. A pesar de que la previsión meteorológica era adversa –la Agencia Estatal de Meteorología tenía activado el aviso amarillo por precipitaciones– el sol se dejó sentir durante toda la mañana en la ciudad y permitió que la procesión de La Burrita se llevara a cabo. 

La jornada arrancó temprano, poco antes de las 10:00 de la mañana con la bendición de los palmos y las ramas de olivo en el convento de Las Claras. Tal y como recordó el obispo Bernardo Álvarez, en este día se conmemora la entrada de Jesús en Jerusalén a lomos de un burro. «Hoy no simplemente recordamos aquello que hicieron los israelitas, que Jesús entró de forma humilde a lomos de un pollino, sino que igualmente vamos a aclamarlo», sostuvo. 

Desde allí, partió después la procesión por las calles del centro en dirección a la catedral de La Laguna donde se celebró la misa. En el trayecto, fieles, paseantes y turistas se mezclaban en un domingo que invitaba a disfrutar del ambiente. «No contaba con esto», exclamó un corredor que había decidido hacer deporte por esas mismas calles en la mañana de ayer. 

«La Semana Santa lagunera no se puede explicar con palabras, tiene algo que te embriaga», aseguró Casilda Romero, quien ratifica que no se la pierde y que suele acudir junto a su hermana. «Este año ha estado algo enferma la pobre y no ha podido venir, pero espero que para el próximo pueda estar aquí conmigo, también vengo a pedir por eso», expresó. Pero indicó que «como católicos debemos venir a todo y no solo a las más importantes o vistosas». 

Aunque hay personas que tienen la Semana Santa marcada en su calendario, entre quienes observaban ayer uno de los primeros actos de la Semana Santa se encontraban también los que se lo habían encontrado casi por casualidad. Este fue el caso de Diana Martín y su familia. «Venimos desde Gran Canaria de vacaciones con los niños y en el plan están previstas las visitas tradicionales como el Loro Parque o El Teide, pero hoy nos acercamos a La Laguna y nos encontramos con esto y decidimos quedarnos», apuntó. Eso sí, aclaró que está mereciendo mucho la pena. «A ellos les gusta y la Semana Santa de La Laguna tiene mucha fama en toda Canarias», recalcó.

Los actos de la Semana Santa sorprendieron también a infinidad de turistas internacionales entre los que había de todo. Desde quienes miraban con cierta curiosidad y cara de estupefacción una de las tradiciones más importantes del lugar hasta aquellos que decidían mezclarse todo lo posible con el ambiente, como una familia que rama en mano intentaba explicarles a sus dos hijas muy pequeñas todo lo que estaba pasando delante de sus ojos. 

Durante la misa en la catedral, el obispo –que probablemente vive su última Semana Santa al frente de la Diócesis Nivariense ya que este año debería presentar su renuncia al cumplir 75 años– animó a las personas congregadas a «vivir con verdadero espíritu» estos días. Sin hacer ninguna referencia a su marcha, Álvarez alentó a los feligreses a reflexionar acerca de las maneras en las que hoy en día los católicos siguen negando a Jesús, tal y como lo hicieron muchos en el pasado. «La pasión sigue vigente es lo que nosotros podemos hacer cada día con otras personas cuando les ignoramos, maltratamos o somos indiferentes a sus problemas», recalcó. 

Tras agradecer el esfuerzo que realizan tanto la Junta de Hermandades como el Ayuntamiento de La Laguna para que la Semana Santa de Aguere luzca en todo su esplendor, llegó el momento más esperado, la conocida como procesión de La Burrita. Es decir, la que conmemora la Entrada de Jerusalén acompañada de la Cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén y Cristo Predicador. 

«Recuerden hay que caminar ni muy rápido ni muy lento, como una tortuguita», les recordaba una de las integrantes a los niños más pequeños que tenían la responsabilidad de encabezar la marcha ataviados a la usanza judía como el resto de la cofradía. 

Sobre las 12:00 del mediodía el paso salía de la catedral arropado por decenas de personas que esperaban que franqueara las puertas. Móviles en mano, muchos eran los que trataban de inmortalizar el momento, y otro se acercaban para tocarlo. 

La talla de Jesús que procesiona en este conjunto escultórico fue realizada como Cristo Predicador en el siglo XVIII por el escultor lagunero Jesús Rodríguez de la Oliva. Fue precisamente la Cofradía que la acompaña en procesión por las calles de La Laguna la que decidió transformar la antigua imagen en la de la Entrada en Jerusalén, que hasta ese momento no había participado en la Semana Santa de esta localidad. Para ello, se completó la escena con otras imágenes. Una de San Pedro, la Magdalena, un niño hebreo y la famosa Burrita. Todas ellas talladas por Ezequiel de León en la década de los setenta del siglo pasado. Además, se añadió la imagen de San Andrés.

En su recorrido por las calles de La Laguna el silencio solo era roto por la música que entonaba la banda que acompañaba al paso. La procesión paralizó por un rato la vida en el centro de la ciudad, donde todos se volvían para mirarla. Incluso los dependientes de las tiendas que aún siendo domingo permanecían abiertas salían a la puerta para verla pasar. 

Y ya cuando la imagen y sus acompañantes doblaban la esquina de la calle Herradores para emprender el camino de vuelta a la catedral, muchos ponían de nuevo su vista en el cielo, donde unas nubes negras comenzaban a amenazar con chubascos. «Menos mal que el tiempo ha respetado», aseguraban algunos aliviados.

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