Pese a la Covid, las carnestolendas regresaron al parque de Santa Catalina este Martes de Carnaval con un gran ambiente, algún que otro disfraz y la música como protagonista sobre las tablas.
El Carnaval de este año vino en grupo burbuja. Como el disfraz que Néstor, su novio Luis y su amiga Laura llevaban este martes en el parque Santa Catalina, en una jornada de gran ambiente, pero que distó mucho de ser el gran Martes de Carnaval de antes de la pandemia. Tímidas mascaritas pululaban de acá para allá, e incluso algún animado baile se pudo disfrutar en las terrazas del parque, pero las restricciones seguían muy vigentes. Pese a ello, el ánimo no decayó. Son muchas las personas que tienen ganas de salir a divertirse y vestirse de lentejuelas, y eso no hubo pandemia que lo parara.
La tarde de este martes en el parque de Santa Catalina contó con un gran ambiente que ya se arrastraba de la mañana, tras el encuentro de batucadas, que contó con la música en directo de Los Lola, Última Llave y Los Salvapantallas. Además, muchas familias aprovecharon el día libre en los centros educativos para acudir con los más pequeños, que lucían trajes de superhéroes y superheroínas, así como de princesas, piratas y animales de todo tipo. Las ganas de purpurina también se notaron en sus padres y madres, que se animaron con pelucas o mascaritas, para dar un toque festivo a sus indumentarias del día a día.
Según Néstor, «no es el Carnaval que conocemos, pero sí se ven las ganas en los ojos de la gente, esas ganas de disfrutar». De hecho, para su novio Luis, estas eran «las mejores fiestas» a las que ha ido en su vida. Ambos son muy carnavaleros y aseguraron que ya se necesitaba poder desempolvar la guasa y el ingenio para crear atuendos. Como el de una curiosa reportera que, con cámara y micrófono de cartón-piedra en mano, realizaba entrevistas a diestro y siniestro a todas las personas que se encontraba por delante.
«Menos mal que regresó el mejor día del año», afirma una mascarita al pasear al ratón Mickey
Paseando por el recinto también se podía uno topar con una mamá muy especial con los cabellos rosados y pelo en pecho que sacaba a su hijo, Mickey Mouse, a que le diera el aire en un carrito de bebé mientras decía alegremente: «Menos mal que regresó el mejor día del año». Y es que la gente tenía muchas ganas de divertirse, según indicaron Francisco Herrero y Bryan Rodríguez, dos de los tenderos de golosinas instalados en Santa Catalina para estas fiestas. «Hay un repunte respecto al año pasado, por supuesto, pero todavía no llega a ser como antes de la pandemia», comentaron. Para ambos ha sido un salvavidas el poder montar sus puestos después de la actividad intermitente de los últimos meses.
Una noche con Daktari
Ayer en Santa Catalina, el Carnaval volvió a mostrarse como realmente es. Esa fiesta en la que igual se ve a una bailarina de la danza del vientre echándose unos pasos de merengue con el Capitán América de pareja, que a dos plátanos de gomaeva bajando hasta el suelo con mucho potasio en sangre. Y es que, donde estén las carnestolendas, «que se quite todo lo demás», tal y como aseveró Níchel, mientras tomaba algo con su familia en una terraza del parque. «Es muy importante inculcarle a los niños que las fiestas hay que disfrutarlas», agregó el joven, que fue murguero en otra época.
Les corre por las venas la sangre propia de las carnestolendas hasta el punto que el año pasado, cuando nadie celebraba por las medidas para frenar el coronavirus, él y los suyos no frenaron su tradición de quedar para almorzar con el disfraz puesto y la algarabía incorporada de serie. «Fuimos los únicos en venir con los trajes, pero nos supo a gloria, y este año sí que hemos notado ya más de ese ambiente que tanto nos gusta», indicó Níchel, mientras su mujer, su cuñada, su hermano y los peques asentían con la cabeza.
Pedro Daktari finalizó el día sobre las tablas del escenario con un homenaje a su vida y trayectoria
La tarde concluyó para dar paso a la noche del transformista y cantante Pedro Daktari, que fue el protagonista de una gala especial en la que estuvo acompañado por Olga Cerpa y Mestisay así como por la Banda Municipal de Música de Las Palmas de Gran Canaria, bajo la batuta de Daniel Abad. Entre el repertorio que disfrutaron ayer los cientos de personas que llenaron el escenario del Santa Catalina estuvieron los boleros, pasodobles y rancheras, en un recorrido por la vida y la trayectoria profesional de uno de los últimos transformistas que quedan de una generación dorada que en los años 60 hicieron frente a la represión franquista hacia las disidencias sexuales y de género y también hacia las fiestas del Carnaval, prohibidas durante la dictadura.
Magia sobre el escenario que encandiló a los asistentes, acompañado por música en directo y acompañantes de lujo para poner el broche final a un Martes de Carnaval que volvió a respirar el ambiente de antaño, cuando la pandemia solo era ficción de películas de Hollywood. Y es que toda la familia del Carnaval espera con ansias que en 2023, al fin, puedan volver a disfrutar de las fiestas en toda su intensidad.
