La realización de Movistar Plus pilló con sus cámaras una imagen que resumía a la perfección cómo era el paseo del Real Madrid. Luka Doncic, después de haberse llevado un bofetón literal de DJ Seeley y de devolvérselo rompiendo el partido a su favor, tuvo la frescura de tararear el ´despacito ´ de Luis Fonsi. Lo hizo antes de que arrancaran los diez últimos minutos de un partido que el Madrid tenía en el bolsillo desde el descanso ante un Herbalife Gran Canaria atrapado en la desidia, entregado por completo y con sin el carácter competitivo que requería una cita como la del Palacio de Los Deportes de la Comunidad de Madrid.

Y sin esos ingredientes, el Herbalife se vio sometido de principio a fin ante un Real Madrid que sin mostrar una versión sublime acabó el partido sobrado. El Wi Zink Center se lo pasó tan bien que se permitió el lujo de pedir a los que menos juegan -caso de Santi Yusta o Dino Radoncic-, corear el nombre de los suyos -incluido el lesionado Sergi Llull- y recrearse ante un Granca que estaba en la pista, pero que brillaba por su incomparecencia en espíritu a un lugar donde el pasado curso se gustó.

Porque el Herbalife, completamente desarmado, se entregó a un Real Madrid que anduvo sobrado sin tener que quebrarse mucho la cabeza: defender y atacar con criterio, maximizando sus virtudes y minimizar. El equipo de Luis Casimiro, castigado por las bajas -al igual que los blancos-, se olvidó de competir ante un Madrid sobrado en sensaciones y en puntos. El Madrid apabulló al Granca para endosarle un correctivo durísimo: 96-72, en un marcador que refleja las nulas opciones que tuvo el equipo claretiano de llevarse la victoria.

Es cierto que si el Herbalife Gran Canaria hubiera podido planear y desarrollar una semana ideal antes de plantarse en casa del líder de la Liga Endesa, no lo hubiese hecho de la manera que tuvo que plantear el partido ante el Real Madrid. Porque el conjunto de Luis Casimiro llegó al WiZink Center con unas semana atípica. Las ventanas de la FIBA pasaron factura al Herbalife. Sin casi entrenamientos conjuntos tras el parón, con millas y millas acumuladas en toda su plantilla -excepto en DJ Seeley y Shaq McKissic- y una factura importante para algunos de sus internacionales -Rabaseda se quedó en casa y Mekel llegó tocado-, el Granca no llegaba bien. El panorama previo no parecía el mejor para llegar a un lugar tan complicado como el Palacio de Deportes.

Delante, el Real Madrid, un equipo con una moral algo frágil, plagado de bajas y sin la contundencia partido tras partido de los últimos años -sobre todo en Europa-. Y cuando un equipo con el orgullo del Madrid llega herido, mal asunto. Lo demostró rápido el equipo de Pablo Laso: quería la victoria. Con Rudy Fernández llevando las riendas anotadoras de su equipo, el balear se animó a coger la batuta. Un triple suyo señaló el camino al Madrid para levantar un parcial de 9-0 que golpeó al Herbalife en toda la cara (9-3, min. 2).

Aquello hizo al Granca espabilar. Entre Paulí y Seeley redujeron la diferencia de un partido que hasta el momento carecía de lucidez y se guiaba por impulsos y pequeñas dosis de talento (9-7, min. 5). El Herbalife miró a la cara al Madrid y empezaron las hostilidades serias. Las distancias se mantenían en el electrónico con un Granca que buscaba la línea de tiros libres y a DJ Seeley como argumentos más sólidos en su ataque. (18-15, tras dos tiros del escolta californiano, min. 8).

Si ambos equipos llegaban con problemas en su rotación, mermados por las lesiones, el Madrid tenía un problema notable en su zona. Y ahí salió la figura de Edy Tavares, el niño que llegó a Gran Canaria sin saber coger un balón y que salió de la Isla camino de la NBA. El caboverdiano se erigió como protagonista del final del cuarto con dos tapones colosales a Ondrej Balvin -acabó con cuatro el partido-, al que castigaba también en su zona a base de su limpio pick and roll. Una canasta suya cerró un cuarto que tenía color blanco: 23-17.

Si Edy cerró el primer periodo, también abrió el segundo con un par de tiros libres. El Granca no se encontraba a gusto sobre el parqué, impreciso y sin el poder que otorga la frescura en las ideas. El ex NBA Chasson Randle dominaba mejor el ritmo del partido. Entre él, Rudy Fernández y Edy Tavares empezaron a cavar una ventaja para los blancos que ascendió, en un santiamén, por encima de los 10 puntos (29-19, min. 12, 31-19 tras otra canasta de Randle).

Al Herbalife le costaba encontrar el aro, sobre todo por su incapacidad para generar situaciones de ventaja sobre el Real Madrid, siempre mordedor. Si Tavares se encargó de arañar al Granca al final de los primeros diez minutos, otro examarillo levantó de nuevo ventajas que comprometían el devenir del partido para los claretianos. Porque Jaycee Carroll -10 puntos en el segundo cuarto- marcó el paso de un equipo que sin mostrar todo su arsenal, comenzó a volar.

Delante, el Herbalife comenzó a mostrar síntomas de desespero y desidia. Se dejó ir pronto y ahí el Madrid no perdona. Ante las carencias que podía vivir a lo largo del partido, los de Laso se empleaban con manos y trasero en defensa. Una canasta de Paulí (39-32, min. 16) parecía el inicio de una reacción que quedó en eso, un simple intento. Los blancos volvieron a manejar ventajas que oscilaban siempre alrededor de los diez puntos. Una brecha que Luka Doncic destrozó. El esloveno, con dos triples seguidos al término del cuarto, cerró un parcila de 8-0 que mató al Granca. Al descanso, 17 puntos por abajo, el equipo amarillo ya estaba enterrado.

Veinte minutos inútiles

Lo que pasó de ahí al final fue completamente accesorio. Con 20 minutos por delante, el Granca nunca dio la sensación de poder inquietar la tranquilidad con la que transcurría el partido para el cuadro de Pablo Laso. El Herbalife tuvo opciones de reducir la ventaja a los 11 puntos (64-50, min. 25) -casi nada ante el Real Madrid-, pero el Granca no estuvo fino. Gozaron los de Casimiro de tres posesiones para recortar un marcador que no se iba a voltear.

En el último cuarto, el Granca tampoco olió la remontada. El partido se marchaba por la alcantarilla para un Herbalife desalmado. En medio de todo eso, el debut de Olek Balcerowski, pívot polaco del filial amarillo, que hizo historia al convertirse en el jugador más joven de la entidad en debutar en la Liga Endesa -por delante de Roberto Guerra-. Un hecho que fue lo único destacable de un partido que, como vaticinó Luka Doncic en aquel descanso, ganó ´Despacito´. El Herbalife, que acumuló 20 pérdidas, se marchó de Madrid con su cuarta derrota del curso. (53-36).