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La mirada de Andersson

El Granca y el gatopardismo

El problema del Granca es político. Y mientras sea una pieza más dentro de ese tablero, entre pulsos por el poder, conspiraciones y demás intrigas palaciegas, su crecimiento como club no pasará de la condición de simple quimera.

El problema del Granca es político. Y mientras sea una pieza más dentro de ese tablero, entre pulsos por el poder, conspiraciones y demás intrigas palaciegas, su crecimiento como club no pasará de la condición de simple quimera.

Olviden esa idea tan manida de la autosuficiencia que acompaña a la entidad claretiana como un mantra desde hace años, guarden en un cajón las comparaciones con el Baskonia y destierren la posibilidad de que esta Sociedad Anónima Deportiva (SAD) cuente con una estructura profesional con más músculo.

El Granca, con el Cabildo como propietario -y para alegría de los que son felices habitando en la imagen raquítica del club surgido en el patio de un colegio-, siempre volará bajo: al límite que marque el miedo del consejero de Deportes de turno para tomar decisiones -no vaya a ser que por un ataque de atrevimiento pase algo; incluso que eso que pase sea algo bueno-.

Si Enrique Moreno continúa, a estas alturas de la película, como presidente del Granca es porque el club, pese a no ser un asunto trascendente, ha estado presente en las negociaciones para formar gobiernos en Gran Canaria y en Canarias. No hay más. No seguirá por la brillantez de su gestión.

Su nombre no entraba en los planes del PSOE -partido que asumió la consejería de Deportes del Cabildo- para liderar el nuevo proyecto y, en base a esa idea clara marcada por Luis Ibarra -candidato del PSOE a la presidencia del Cabildo y aficionado fiel del Granca-, en el horizonte apareció una alternativa liderada por Ariel Ortega y Manuel Sánchez con peso empresarial.

Esa posibilidad le olió a cuerno quemado a Antonio Morales, que vio en cada movimiento de Ibarra el paso previo a la conspiración definitiva en forma de moción de censura -sin importarle si el cambio era necesario o positivo para el Granca-.

Morales ratificó públicamente a Moreno en dos ocasiones. Y logró que Ángel Víctor Torres frenara dentro del PSOE -sin importarle si el cambio era necesario o positivo para el Granca- los movimientos para destituir a Enrique Moreno.

Esos movimientos dejan a Francisco Castellano, designado por el PSOE para el cargo de consejero de Deportes del Cabildo, es un escenario desolador: como sostén de un presidente, Enrique Moreno, que presentará unas cuentas con casi un millón de euros de déficit, una caída de público considerable en el Gran Canaria Arena -de un 22% en los dos últimos años- y fuera de las competiciones europeas tras un año enfasto en la parecela deportiva. Un drama.

El gatopardismo, una vez más, marca el camino del Granca: cambiar todo para que nada cambie.

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