Diciembre, mes del KAOS. Razón: las Navidades. ¡Todo tipo de comercios a tope para sorprender a tu familia y amigos con el mejor regalo! Yo he estado en varias partes del mundo en estas fechas así que os voy a contar un poco mi visión de una de las mejores ciudades del mundo para disfrutar de este mes navideño: New York.
Todo es de película así que todo lo que vemos en ella es como el cine nos lo ha ofrecido: ostentoso, bonito y romántico.
Cuando estuve hace 3 años, el frío que hacía era horrible pero la sensación de esos edificios tan altos, nevando en ese fantástico paisaje, acompañado con un buen look de invierno... ¡Te sacaba una enorme sonrisa! Es como estar en una película constante. Y la gente va impecable vestida. En Manhattan mucho traje de chaqueta para ellos; ellas con sombreros, muchas pieles fabulosas y los zapatos más bonitos y altos que jamás hayas visto. Las americanas, sobre todo las neoyorquinas, son arriesgadas y saben muy bien cómo combinarlo todo.
Tienen ese look de Sexo en New York que tanto nos gusto gracias a la maravillosa estilista Patricia Field, que fue la encargada de hacer de estilista jefa en la serie y las dos películas que rodaron. Una genio de la moda que supo imprimir en el vestuario de las cuatro protagonistas de la serie buena parte de la personalidad requerida para el papel.
Luego está esa otra parte de New York llamada Brooklyn, donde residen todo el año artistas y jóvenes promesas. Allí la estética es mi favorita: mezclan cosas imposibles y dejan un resultado increíble. Muy moderno, mucha firma, absolutamente fabuloso... Yo cuando viajo allí vivo en Manhattan, entre la 1ª y 2ª Avenida, pero me sentía más identificado con los de Brooklyn.
Nada más aterrizar en el JFK fui directa a casa, dejé todo y corriendo me lancé hacia un shooting que tenía cerrado desde Barcelona. Fue un videoclip donde compartí trabajo con gente de la talla de Marco Ovando (fotógrafo y mánager de Amanda Lepore); Isaac Escalante ( DJ internacional de México); Eliad Cohen (promotor y guapo internacional) y muchas personas potentes de la noche neoyorkina con acceso a los mejores club kids de la ciudad.
Buen comienzo para llegar. Me empecé a mover sobre todo por la noche a ver qué iba viendo y qué me sorprendía. Cuando algo sorprende es porque es algo nuevo, así que a mí realmente lo que me sorprende me interesa ¡y he de decir que en NYC me interesaron muchas cosas!
Es muy fácil ir por la calle de la forma que quieras: la gente no te juzga ni te señala. Recuerdo ir a cenar a Buddakan, famosísimo restaurante de Chelsea que si no recuerdo mal estaba en la 9ª Avenida. Fui con un amigo y yo llevaba un look extremo, pero iba guapa y no muy tapada para el frío que hacía. Me sentí cómoda, miraban con respeto y si les leías los labios lo único que decían era ¡guau! Ojalá eso fuera así en todos sitios. Fue muy guay.
Aquella estancia en Manhattan se me hizo corta, pero la viví intensamente. Taxis amarillos, calles abarrotadas de gente cargada de bolsas y, cómo no, la belleza del mejor y más bonito árbol de Navidad del mundo: el del Rockefeller Center. Curiosamente también tuve la oportunidad de ver desde la lejanía a Mariah Carey cantando los villancicos. Tradición americana 100x100. Después de las Navidades regresé a Europa pero ya sé que volveré muy pronto, justamente en febrero, cuando expondrán unas fotos mías en una art gallery de Manhattan. Así que allí estaré luciendo mi mejor vestido. ¿De qué diseñador será esta vez?
¡Mercubesos!
