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Australia se pone sabrosa

Ruta gastronómica por este bello continente cuya desconocida e interesante oferta culinaria constituye un atractivo añadido, con sus vinos y los productos del mar como principales encantos

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Australia se pone sabrosa

Australia es ante todo un país de contrastes. Puedes admirar sus interminables desiertos; navegar entre pantanos viendo cocodrilos; pasear por islas casi mágicas donde los canguros y koalas viven en libertad; disfrutar de playas de arena blanca infinitas; perderte entre sus viñedos o bucear en la Gran Barrera de Coral, un puñado de atractivos que convierten a esta nación continente en destino obligatorio para quienes buscan tener de todo en un mismo territorio.

Empezamos con Sydney, una ciudad que a día de hoy sigue teniendo grúas en cada esquina porque la ciudad crece por minutos y la energía y las ganas de disfrutar de sus habitantes se respira en cada palmo. Perderse y callejear por los alrededores del centro financiero es más que recomendado pero si lo que queremos es tener unas vistas privilegiadas de la urbe debemos pasear por el Harbourview, puente que une el norte con el sur de Sydney donde podemos deleitarnos de una de las mejores panorámicas del Opera House donde, a la caída del sol, los pub que se encuentran en su base se llenan de gentes de todas las nacionalidades que se atreven con un coctel o una copa de vino local mientras escuchan música en directo con el skyline de la capital de fondo. Para los foodies, en el fishmarket podemos degustar erizos gigantes, una variedad de ostras del país con un sabor a mar que te dejan boquiabierto y almejas gigantes, entre otros manjares, aunque si preferimos un buen servicio, en su afamado restaurante Autómata descubriremos la gastronomía típica australiana, como el tartar de canguro o la trufa de Australia.

Viajando hacía el centro, exactamente a Alice Spring, para visitar Uluru, monolito de casi 350 metros de altura considerado sagrado por los aborígenes australianos y Patrimonio de la Humanidad desde 1987, es recomendable contemplar cómo cambia la roca de color, pasando de un rojo intenso a un gris oscuro durante la puesta de sol. Es algo que se fijará para siempre en nuestra memoria, y si encima esta experiencia la combinas cenando una barbacoa australiana y lo regamos todo con un vino espumoso de la zona, la visita toma categoría de placer inolvidable.

Pasamos al norte, a una pequeña ciudad llamada Port Douglas con menos de 4.000 habitantes donde, desde su puerto, zarpamos para bucear en la Gran Barrera de Coral, donde la majestuosidad de la naturaleza tiene nombre propio: practicar snorkel entre sus corales de colores inimaginables, rodeado de incontables variedades de peces, te trasladan a un escenario digno de cualquier película.

Para los amantes del buen vino, Adelaida es una ciudad al sur del país donde podemos empezar la ruta por el valle de Barossa, donde se encuentra la zona vitivinícola más destacada de Australia, con bodegas como Seppeltsfield o Artisans en las cuales su uva fetiche es la Shiraz aunque también se cultivan otras menos conocidas como Primitivo o Viognier. Además, Adelaida guarda para los amantes de la naturaleza otro de los lugares australianos más paradisiacos como es la isla Canguro. Como su nombre indica, allí habitan no solo canguros sino koalas y leones marinos en su hábitat natural e incluso podemos degustar sus quesos de oveja artesanales, variedad de mieles muy aromáticas, vinos de algunos de sus 28 viñedos o adquirir aceite de eucalipto.

Finalizamos el viaje no sin antes disfrutar de una ruta en coche por la Great Ocean Road, la famosa carretera de costa que llega hasta Melbourne pasando por maravillas como los Doce Apóstoles disfrutando de su sinuoso trazado salpicado de pequeñas calas. Ya en Melbourne lo mejor es deshacerse del mapa de la ciudad y perdernos entre sus callejuelas llenas de grafitis, disfrutar de sus muchas coctelerías, entrar en cualquier cafetería donde el barista disfruta de su trabajo mientras prepara los mejores capuccinos del planeta o entrar en alguna de sus innumerables tascas para dejarse cautivar por una de las ciudades con más vida y energía que en Australia se pueden visitar.

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