No es el francés Michel Hazanavicius un director muy conocido, pese a que se dio a conocer hace unos años con una serie de películas sobre el agente secreto Hubert Bonisseur de la Bath, más conocido como OSS 117, protagonizadas por el actor Jean Dujardin. En su último trabajo, The Artist, propone un curioso aunque anacrónico reencuentro con su actor fetiche para homenajear al cine y a la fascinación por crear historias con el único propósito de buscar la emoción en los espectadores. The Artist combina drama y comedia en un relato que se desarrolla como cine dentro del cine, al igual que hiciera el mítico director de la época dorada Billy Wilder en El crepúsculo de los dioses, testamento cinematográfico sobre los propios excesos de Hollywood que se cebaba con sus protagonistas -un guionista de poca monta y una antigua estrella del cine mudo- de la mano de la muerte y la locura.

Hollywood ha sido desde sus inicios el epicentro de un microcosmos virtual con un tremendo poder de atracción que ha seducido a numerosos espectadores y a otros tantos directores que no han dudado en rendirle su particular tributo: Preston Sturges (Los viajes de Sullivan), Josef von Sternberg (La última orden), Vincente Minnelli (Cautivos del mal), Stanley Donen (Cantando bajo la lluvia), Joseph L. Mankiewicz (La condesa descalza), Federico Fellini (Ocho y medio), François Truffaut (La noche americana), Herbert Ross (Sueños de un seductor), Tim Burton (Ed Wood), Woody Allen (La rosa púrpura de El Cairo), Tom Dicillo (Vivir rodando), Luchino Visconti (Bellísima) y Giuseppe Tornatore (Cinema Paradiso), entre otros.

Por supuesto, Hazanavicius no podía faltar a una cita tan importante, por eso se ha sacado de la manga The Artist, un siglo de milagros cinematográficos resumido en la historia de una estrella del cine mudo, George Valentin (Jean Dujardin), a quien el éxito le sonríe. Pero, con la llegada del cine sonoro, quedará sepultado en el olvido. Por su parte, la joven Peppy Miller (Bérénice Bejo), que tiene la mitad de su edad, verá su carrera catapultada a lo más alto, al firmamento de las estrellas. Un sueño mecánico más, que ha ido construyendo la verdadera historia de Hollywood, donde los mitos -y a veces también los olvidos- son cada vez más grandes y las películas, como decía Gloria Swanson en El crepúsculo de los dioses, son cada vez más pequeñas.

The Artist es Chaplin, Wilder, Welles, Donen, Hitchcock. Tremendo homenaje que podría haber filmado cualquiera de ellos: cada fotograma define y describe un estilo, su esencia, todo rodado en blanco y negro, sin diálogos, como cuando el cine era grande y las películas nos convertían en mejores personas. Aquí está todo y, además, el rostro de Jean Dujardin. El actor francés, que se llevó el premio al mejor actor en el pasado Festival de Cannes, no sólo da lo mejor de sí mismo -con un pie en la técnica y el otro en el carisma-, sino también el más maravilloso de los primeros planos.