La advertencia, o amenaza, de José Manuel Lara, el editor más importante en lengua española, de que si Cataluña se independiza él se lleva su empresa en lengua española fuera, a Madrid, Zaragoza o Cuenca, sigue siendo tema de conversación, y con toda seguridad aplastará a las noticias puramente literarias en la rueda de prensa que se celebrará hoy domingo que se celebrará en el Hotel El Palace, en la Gran Vía de Les Corts.

Claro que no todos los taxistas piensan lo mismo, o por lo menos no lo expresan de igual forma. El de la tarde, que me llevó a la Plaza de Catalunya, estuvo mucho más comedido. -"Qué quiere que le diga; hace falta que la gente se entere más. Lo mejor es escuchar y no hablar mucho?"

Y guarda silencio unos segundos, con gesto reconcentrado, como en espera de que se le encienda la bombilla y lo saque de un aprieto. "Porque puedes ofender a unos o a otros, quién sabe".

Los dos eran cincuentones castellanohablantes, llegados de Andalucía y Extremadura, pero afincados en Barcelona. Ambos conducían un 'Seat'.

Gracias a la aparición de este tema transversal que ha surgido en la vida catalana, la tradicional intervención de José Manuel Lara la víspera de la votación final del jurado en la rueda de prensa de hoy se espera con la mayor expectación, y eso que siempre satisface a las expectativas de los periodistas; o sea, nunca falla un buen titular.

También hay curiosidad por ver quiénes van y quién podrían no ir a la gala del lunes por la noche, una cita social anual, de cerca de un millar de invitados, a la que suele asistir el 'todo Barcelona' y las primeras autoridades, incluidos representantes de la Casa Real.

Motivos para la esperanza

En esta ocasión, aparte de la alternativa del independentismo planteada por Mas, para distraer la atención de los recortes y endosarle toda la responsabilidad al 'enemigo exterior', el editor que anualmente concede el mayor premio de las letras en español tiene motivos para sentirse un poco más tranquilo que el año pasado.

En 2011, él mismo se encargó de pasar a segundo plano lo relacionado con el premio de los 601.000 euros al exponer, dramáticamente, su preocupación por las amenazas que se cernían sobre el libro en papel y sobre los derechos de autor en el soporte digital.

El pirateo por internet le quitaba el sueño; sin que los autores reciban una justa compensación por su trabajo, no habría creación, o esta se reduciría drásticamente, y puso el ejemplo de las famosas grabaciones de las más famosas orquestas, las más encumbradas estrellas de la ópera, dirigidas por grandes maestros, que en la práctica han acabado.

Pero en estos dos frentes las cosas van mejorando. La Feria de Fráncfort, que antecede a la gala de los Planeta, ha llegado con buenas noticias. En Estados Unidos, que marca tendencia tecnológica, la penetración de los e-books, un 20 por ciento, se ha ralentizado, y en Europa su despegue es "lentísimo".

El mundo editorial está llegando a acuerdos sobre los precios en esta versión - desde los 13 a los 15 euros, aproximadamente- y al reparto de los porcentajes entre las partes contratantes: autor, editor, comercialización.

El discurso tremendista de los que auguraban una rápida muerte del libro tal como lo conocemos, enterrado a palada limpia por las máquinas de lectura, ha dado paso al convencimiento de que habrá papel durante bastante más tiempo del que se vaticinaba. Algo parecido a las profecías de Juan Luis Cebrián sobre el futuro de los periódicos y revistas, si se separa la crisis económica de las empresas de la supervivencia de un soporte que tiene más de tres mil años de antigüedad desde que los egipcios elaboraron las técnicas del papiro.

Hay, encima, una 'novedad' de la que pocos se habían percatado: los derechos de propiedad de las obras que se compran a los proveedores digitales acaban cuando acaba la vida del comprador. (Lo cual plantea un problema interesante: ¿y cómo estas empresas se enteran de la muerte de su cliente?). No se pueden legar a sus herederos, como las bibliotecas actuales.