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Una muerte en la familia

Blackie Books publica la nueva novela de Ben Brooks, 'Hurra', una incisiva reflexión sobre una familia que intenta superar el duelo por una hermana

Una muerte en la familia

Tras la impresionante acogida de Crezco y Lolito, el escritor inglés Ben Brooks publica en España su tercera novela (la séptima en su producción), Indestructible Everything, rebautizada como Hurra. A diferencia de las anteriores, publicadas primeramente en su idioma original, Hurra ve la luz primero en español y después lo hará en inglés por decisión del autor. Los editores catalanes dicen que es la obra más personal de Brooks, quien vivió un tiempo en Barcelona. De ser así, hay que tener mucho aplomo para afrontar una historia en la que los errores de los protagonistas son sus mejores aciertos. O quizá no sea una cuestión de aplomo sino de seguridad en sí mismo o de nitidez o perspicacia a la hora de decidir qué es lo que se va a contar o cómo, si es que este tipo de cosas las decide uno en conciencia.

Sea como sea, el resultado es una narración perfectamente introspectiva, sin opción a otras sospechas, resuelta con una admirable, y probablemente esforzada, fidelidad del autor al material que sostiene su historia. Hurra no tiene otras pretensiones, o mejor dicho, carece de pretensiones hasta el punto de que semejante carencia es una de sus mejores cualidades, sino la mejor. Brooks escribe desde lo que sabe y desde la conciencia de que lo que sabe es, también, un sumatorio de las dudas, las zozobras y las preguntas (con o sin sentido) que se hacen Daniel, el narrador, y su hermano Adam, después de que su hermana Ellen saltase desde un aparcamiento de varias plantas "en ropa interior sin conjuntar".

Hurra es la crónica de un regate con la pena. Daniel intenta comprender el suicidio de su hermana a través de su propia rareza y la de su hermano Adam: "Clubs a los que pertenecemos Adam y yo: supervivientes del acné, supervivientes de urgencias, prodigios del bádminton, callados, ansiosos, aquellos a los que les han hecho pruebas de autismo, que no han pasado las pruebas de autismo, que lloran viendo las películas y no en la vida real, que consumen más de quince unidades de alcohol al día, que no intentan detener los efectos de la edad, que se han puesto un ojo morado, que tienen el sueño profundo, que susurran a los perros, amantes del queso, ornitólogos, cienciólogos, seguidores de Charles Bukowski, seguidores de Paul Rudd, partidarios de la eutanasia, que se autolesionan, calígrafos, asesinos de gatos, violadores, incontinentes en recuperación, que no dan la talla".

En Hurra, Brooks traza el mapa emocional e intelectual de una juventud desorientada, que padece las frustraciones típicas de las familias disfuncionales, que se evade en el sexo, el alcohol y las drogas. Las páginas en las que Brooks describe la ansiedad del narrador ("la ansiedad se acumula, a diferencia de los momentos de tranquilidad o satisfacción. Te visita esporádicamente como ciertos parientes y después desaparece sin dejar rastro. Mi ansiedad es como una mascota: siempre está ahí, aunque a veces se echa la siesta acurrucada entre mis pies. Cuando está despierta no para de intentar que le hada caso") se encuentran entre las mejores y más sustanciosas de este novelista saludablemente empeñado en hacer de la novela una palestra en la que lucha la imaginación (macabramente cómica) contra la realidad.

Brooks habita el territorio desbrozado por Salinger en El guardián entre el centeno y, sobre todo, en Levantad, carpinteros, la viga del tejado y Seymour: una introducción, protagonizadas por la familia Glass, pero lo que le hace diferente es la insólita ferocidad de sus historias, la desmesura de los acontecimientos que narra. No creo que nadie que emprenda la lectura de Hurra deje de quedar fascinado por su estilo contundente, sus observaciones sagaces y su visión del mundo sombría pero, antes o después, certera: "Me digo que pasará, como mis uñas pasarán, y mis ojos y la leche en la nevera y la candidatura dolorosamente improductiva de nuestro primer ministro. Todo se corroerá. Hurra por la descomposición implacable". También hurra por Ben Brooks, este Ulises del espacio interior que mejor entiende el mundo contemporáneo.

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