La escritora Margarete Buber-Neumann (1901-1989) fue una activa militante del Partido Comunista de Alemania durante los años de la República de Weimar. Los crímenes del estalinismo le hicieron plantearse su adhesión al partido, que terminó abandonando a finales de la década de 1930, después de trabajar en España durante la Guerra Civil con su marido, el dirigente comunista Heinz Neumann. Heinz fue condenado en 1937 por críticas al estalinismo y ejecutado sin proceso en la Unión Soviética. Margarete, acusada de espionaje y actividades contrarrevolucionarias, fue entonces internada en un gulag de Kazajistán. Tras el pacto entre Hitler y Stalin los rusos la entregaron a la Gestapo en 1940, quienes la llevaron a Ravensbrück, un campo de concentración especial para mujeres. Fue allí donde Margarete conoció a Milena Jesenská, una reclusa que había llegado allí meses antes y con la que le unió una sólida amistad forjada en las penosas condiciones de la reclusión. Margarete sobrevivió a las penalidades y sufrimientos del campo de concentración pero Milena murió allí poco antes de la liberación. Habían planeado escribir juntas un libro contando todas las atrocidades que habían visto y sufrido durante los años de su internamiento en Ravensbrück. En su lecho de muerte Margarete prometió a Milena que el mundo la recordaría siempre gracias a ese proyecto. Ese libro, que Buber-Neumann publicó en los años sesenta con el título de Milena (en España lo publicó Plaza y Janés en 1967), acaba de reeditarlo Tusquets.

Milena había militado también en el Partido Comunista de su país, que abandonó en 1936 por las mismas razones que Margarete. Traductora del checo al alemán y periodista en Praga durante los años previos a la ocupación de Checoslovaquia por las tropas de Hitler, gracias a su profesión y a su militancia conoció a los escritores y artistas más destacados de su país y le unió una gran amistad con Franz Kafka, de quien algunas fuentes dicen que fue amante (Kafka mantuvo una larga correspondencia con esta mujer, publicada con el título de Cartas a Milena). Margarete Buber-Neumann dedica un capítulo de este libro a las relaciones entre Kafka y Milena.

Hija de una familia de la alta burguesía de Praga, Milena Jesenská maduró de manera precoz tras la muerte de su madre y la convivencia con un padre dominante y maltratador. En sus años de aprendizaje en el Instituto de Humanidades Minerva (a las intelectuales formadas allí se las conocía como "minervistas") Milena destacó por sus inquietudes culturales y sus conocimientos sobre arte y literatura. Sus fracasos matrimoniales con el arquitecto judío Ernst Polak (fue en esos años cuando conoció a Kafka), el aristócrata comunista Xavei Schaffgutsch y el artista de la Bauhaus Jaromir Krejkar la llevaron a la cocaína, adicción que superó entregándose a su trabajo de periodista en distintos medios de Praga, en los que llegó a firmar con cinco seudónimos. Antes de la invasión de Checoslovaquia Milena había publicado tres libros y estaba considerada como una de las mejores periodistas del país. Durante la ocupación se unió a la resistencia y se implicó en actividades para salvar la vida a judíos a los que escondía en su piso de Praga y a los que ayudaba a cruzar la frontera. También escribía artículos contra el nazismo en publicaciones ilegales y clandestinas. A causa de estas actividades fue detenida e internada en Ravensbrück, tras negarse a abandonar el país porque, según decía, sería inmoral dejar en la estacada a personas a las que inducía a rebelarse.

A lo largo de las páginas de Milena, Buber-Neumann nos descubre la personalidad de una mujer valiente que durante su estancia en Ravensbrück siguió arriesgando su vida para salvar la de muchas mujeres condenadas por la barbarie nazi. Tenía que protegerse de la Gestapo y también de las reclusas comunistas, que la despreciaban por su disidencia, pero la mayoría de sus compañeras adoraban a aquella mujer que nunca manifestaba debilidad ni sometimiento y se mostraba siempre dispuesta a solucionar los problemas de todo el mundo.

En paralelo a la vida de Milena en el campo de concentración, Buber-Neuman, cumpliendo la promesa hecha a su amiga, relata también las atrocidades que sufrieron las reclusas de Ravensbrück, con penas que iban desde estancias en celdas de castigo durante largas temporadas, sometimiento a experimentos médicos, bastonazos y otros maltratos físicos, y asesinatos de recién nacidos fruto algunas veces de violaciones. Cuando los planes de exterminio se pusieron en marcha, Buber-Neumann cuenta que además de ejecutar a todas las mujeres judías, se asesinó también a las paralíticas, las cojas o las que tuvieran algún miembro amputado y a las que sufrieran asma, alguna enfermedad pulmonar o un trastorno mental (cuando fue liberado el campo, de más de 5.000 mujeres sólo quedaban 25). Milena es, pues, además de la biografía de una mujer ejemplar, el testimonio de primera mano de una víctima del nazismo, de una mujer que dedicó el resto de su vida a denunciar el totalitarismo y las dictaduras. Margarete Buber-Neumann murió en noviembre de 1989, unos días antes de la caída del muro de Berlín.