Gofio, tunos indios, carne cochino. El viernes por la noche Isabel Pantoja tras ensayar en el Teatro Auditorio de Agüimes con la Orquesta Sinfónica de Las Palmas, la tonadillera cenó en el Restaurante Señorío de Agüimes con sus más estrechos colaboradores, un total de 19 personas entre los que se encontraban su hermano Agustín y su sobrina Anabel, además de un grupo de músicos y estilistas, entre las que se encontraban la peluquera y la maquilladora de la artista.

La sevillana eligió para cenar tomates aliñados con burgaos, tacos de cherne rebosados con gofio en salsa de tunos indios y cochino negro canario a la sal. De postres pidió milhojas de gofio y helado de manteca de cochino negro canario, según han informado fuentes del restaurante que aseguraron que se mostró muy cercana con el personal.

Además, al salir pidió como temtempié unas milhojas de gofio, que se las llevó al hotel, y que seguro que la ayudó a descansar para el concierto que le esperaría al día siguiente, en el que hasta 6.000 gargantas entonaron sus canciones y le hicieron un recibimiento que subió los decibelios del Gran Canaria Arena, que estaba totalmente abarrotado por la Pantojamanía.

Y no es para menos, la sevillana se reencontraba con su público en la Isla después de siete años de ausencia. Una reunión a la altura de cualquier otro que tiene la Pantoja con los miles de incondicionales que tiene en toda España. Por su parte, la artista correspondió con toda una oda de admitación mutua como bien quizo dejar claro, incluso antes de aterrizar en la Isla en la que en un vídeo cantó a Gran Canaria.

"Estoy feliz de estar aquí porque me siento como en mi casa, igual que le he cantado a mi Sevilla, le canto a mis siete islas, pero eso vendrá luego, tranquilito", afirmó la tonadillera al inicio. Fiel a su palabra, finalizó el recital con Canarias, Canarias, uno de los clásicos de la artista, extraído del álbum Amante...Amante.

La admiración hacia la cantante se pudo percibir además en el ambiente que se vivía en las inmediaciones del recinto, ya que dos horas antes de que empezara el concierto, muchos espectadores esperaban a que se abriese la sala y se adivinaba un público de mediana edad, aunque con muchos jóvenes y ancianos.

Una vez más, el público de Gran Canaria ha mostrado un apoyo incondicional hacia la cantante . Las rosas y los ramos de flores formaron parte de una especie de ritual que se repite en todas sus actuaciones. Una figura que sobrepasa la aureola de figura importante de la copla para alcanzar el estatus de fenómeno social.