El proceso creativo concebido como diálogo y como convivencia entre artistas imprime un interesante giro al programa de residencias del Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM), cuya segunda edición ha embarcado de forma simultánea a la artista grancanaria Saskia Rodríguez y al artista caboverdiano Yuran Enrique para cultivar sus respectivos proyectos artísticos en el plazo de un mes.

Desde la evocación pictórica e intuitiva, en el caso de Yuran, y en las coordenadas de la crítica y la interpelación desde el arte, por parte de Saskia, ambos creadores hilaron una propuesta artística propia e inédita desde cero el pasado mes en el taller-laboratorio del CAAM. Y como guinda, los creadores firman un trabajo conjunto que pergeñaron en el tramo final del plazo residencial, a petición de Orlando Britto, director del centro, y que preside la sala de exposiciones de sus muestras individuales, como emblema del arte como juego y contagio creativo a cuatro manos.

La instalación Inestabilidad textual. Un proceso de ocultación, de Saskia Rodríguez, y la serie pictórica Calendario, de Yuran Henrique, se exhiben desde ayer en la segunda planta del CAAM después de "un mes intensivo de trabajo", en palabras de ambos; y a medio camino entre sus exposiciones se erige el díptico conjunto bajo el epígrafe Un cuadro muy guapo y un plátano, donde se entrecruzan y se funden sus lenguajes creativos.

Inestabilidad textual. Un proceso de ocultación, de Saskia Rodríguez, ocupa una sala del centro y deconstruye los códigos del lenguaje en una instalación que cuestiona los medios de comunicación en la era de la desinformación. "Mi investigación nace de mi interés por la reproducción de la imagen y su vínculo con nuestra sociedad de consumo actual a partir de la idea de la falsa apariencia, la mentira y el fake", explicó la artista.

La obra principal es una pieza escultórica que recrea "una tirada de ejemplares de falsos periódicos que no cuentan nada, que reúnen una serie de falsos textos y simulaciones que ocultan textos sobre teorías del arte contemporáneo o garabatos que simulan textos mal escritos", señaló la artista, quien subraya que se trata de "una pieza estética, porque no se puede leer el contenido interior, pero que ha conllevado un mes de trabajo".

La propuesta se arropa con "una serie de simulaciones de cartas manuscritas dibujadas en pequeño formato, que juegan con la superposición de imágenes y textos, y representan un intento fallido de comunicarse con el otro". Su cuestionamiento de la cultura visual y las formas de (in)comunicación en la sociedad contemporánea se inscribe en las líneas del grafismo y los textos ilegibles de la artista Concha Jerez, "a quien tuvimos recientemente en el CAAM y a quien considero un referente", revela.

Por su parte, la serie Calendario revela en los pasillos del centro un conjunto de 10 obras -dos más, sumando el díptico- en las que Yuran explora con las armas del lienzo, acrílico y pastel de óleo, "la relación que el hombre tiene con el tiempo". Sus diez piezas proyectan una imaginería espiritual y evocadora bajo "una perspectiva urbana y un lenguaje primitivo, no racional, sino instintivo e intuitivo", explica.

"En este tiempo he hecho un ensayo sobre el tiempo y el espacio, en el que exploro las transiciones humanas y las formas de ver el mundo, que cambian constantemente, así que quise crear un calendario propio de sentimientos, desde mi noción de isleño y africano", añade. Sus cuadros reproducen un caos de anatomías, paisajes y simbologías humanas, con la presencia constante del dígito seis, "en alusión al sexto sentido, que es la intuición, que me guía para encontrar la armonía". También juega con las texturas y materiales para reflejar "la irregularidad y los contrastes de los sentimientos, y hacerlos visibles". Para el artista, "el arte es la forma de reivindicar un pensamiento contemporáneo, así que estoy inmerso en el espacio y lo reinvento desde ahí", concluye.

Y con todo, estos estilos aparentemente distantes convergen en Un cuadro muy guapo y un plátano, que para ambos representó "la parte más divertida de la residencia". "Lo que más me gustó de la residencia fue hacer la obra conjunta con Saskia, porque canalizamos toda la experiencia de la residencia en esta obra. Además, dos artistas trabajando juntos y tan bien es difícil de ver", sonríe el creador.

Por su parte, la artista sostiene que "la propuesta fue un reto". Y fue un acierto hacerla al final porque, a pesar de tener dos lenguajes muy diferentes, nos hemos entendido muy bien y el proceso ha sido como un juego muy intuitivo con pinturas y letras, interviniendo en lo que había hecho el otro. Al final, llegó un momento en que nos complementamos tanto que no sabíamos quién había hecho qué".

Después del intensivo mes residencial, sus caminos se separan: Saskia se desplaza a Londres con una beca de formación en la Slade School of Fine Art, mientras que Yuran regresa a Praria, capital caboverdiana, donde reside. Más adelante, se repartirán las mitades de su magnífico díptico.