La poética de concienciación política y medioambiental de Luna Bengoechea cruza fronteras para interpelar con su simbología artística en San Antonio, Texas (EE.UU.), donde la artista enhebra un nuevo capítulo al abrigo de su discurso crítico con los sistemas de producción y comercialización de la industria alimentaria moderna. Bajo el comisariado del lanzaroteño Adonay Bermúdez, Bengoechea exhibe la pieza Sin maíz no hay país (Without corn, there is no country) en el Museo Artpace, en San Antonio, en el contexto del Contemporary Art Month, junto a los artistas canarios Francis Naranjo y PSJM, entre otros creadores de México, Venezuela y Texas.

La creadora afincada en Gran Canaria sigue el hilo de su propia investigación artística en torno a las contradicciones del mercado global de alimentos y, en esta pieza, dirige su mirada al cultivo del millo en México, "uno de los cultivos alimenticios más importantes en el mundo, que sigue siendo su principal producto agrícola y fuente básica de su nutrición".

Sin maíz no hay país vio la luz el pasado 22 de marzo en una de las salas del museo Artpace, donde se fraguó como instalación artística site-specific a partir de granos de millo de distintos tonos cultivados en EE.UU., que dibujan una gran moneda mexicana con la imagen de Cuauhtémoc, último emperador azteca. La pieza denuncia la lógica mercantilista que rige las políticas económicas neoliberales en materia de exportación de alimentos en Estados Unidos a costa del empobrecimiento de los pequeños productores en México.

"En México son los productores pequeños quienes velan por la agro-biodiversidad al cultivar más de 40 variedades tradicionales de maíz. Sin embargo, las políticas económicas neoliberales y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN, NAFTA), han tenido un impacto nefasto para los pequeños productores de maíz en México", apunta la artista, quien subraya que "entre 2.5 y 3 millones de campesinos mexicanos tienen que enfrentarse a una creciente presión económica que les lleva a la pobreza, a la emigración del campo y al abandono del cultivo de maíz". "Mi propuesta para Artpace reflexiona acerca del mercado internacional del maíz haciendo hincapié en su lugar de origen y la defensa de la soberanía alimentaria", concluye Bengoechea.

Sin maíz no hay país se exhibe en el Museo Artpace junto al resto de propuestas hasta el seis de mayo pero, tras la clausura de la muestra, se destinarán los granos de millo a una granja de animales. "Esta instalación efímera está concebida para mostrarse al público durante el periodo de la exposición y para que, al finalizar, tenga una segunda vida como uso alimentario para animales o material compostable", revela Bengoechea.

Con todo, Sin maíz no hay país se inscribe en un marco de investigación en torno a las relaciones de explotación mercantilistas desarrollado por Luna Bengoechea bajo sus códigos artísticos en los últimos años. Esta pieza, en concreto, sigue la línea formal de su proyecto en serie A cuánto está, basado en intervenciones site-specific en el paisaje a través de alfombras monetarias trazadas con semillas, legumbres o granos en diferentes residencias artísticas en Ecuador, Bolivia y España. Este universo que hibrida metáfora y reflexión crítica engloba las obras A cuánto está la libra (La Paz, Bolivia, 2014), con diferentes variedades de quinoa; A cuánto está el quintal (Catequilla, Ecuador, 2015), con diferentes variedades de cacao; y A cuánto está al almdu (2015), también con semillas de millo, en Tenerife, si bien la artista también ha reproducido esta técnica, donde utiliza materia prima local, en piezas como In God We Trust, en el Musac; o en Novus Ordo Seclorum. Nuevo Orden de los Siglos, en el CAAM.