La banda londinense vuelve a la actualidad porque se acaban de reeditar tres de sus mejores discos que estaban descatalogados. Uno de ellos es este imparable Happy birhday, publicado originariamente en el año 2008, y que representa mejor que ninguno ese sonido brutal, sin concesiones, que pueda parecer difícil de asimilar para el neófito, pero que resulta un auténtico vendaval de talento para los iniciados. El grupo, partiendo del post-hardcore, acoge elementos del noise y la música industrial con guiños a That Petrol Emotions por su forma de combinar desenfreno y control. Sin duda, los mejores herederos de los geniales Jesus Lizard.
Ellos autodefinen su propuesta como dark space y lo cierto es que el segundo trajo de la banda de Detroit se mantiene en una posición equidistante entre la capacidad hipnótica de la psicodelia y la oscuridad del gótico con un resultado que a veces tiene cierta familiaridad con los Savages. Sea como fuera, se trata de temas elaborados, de corte enigmático, que combinan registros cercanos a la cool wave de una manera sorprendente y que puede albergar alusiones a Siouxsie and the Banshees ( Steam train) o a los mismísimos Magazine ( Dust is magic). Títulos como Plastic Ono o Hum recuperan la vitalidad del after-punk de los ochenta.
La semana pasada elogiamos la forma en que Wooden Shjips y su banda paralela Moon Duo habían preservado la música psicodélica en 2018. Pues bien, a esta saga hay que unir un nuevo proyecto que es el que lidera la cantante Sanae Yamada. Y la diferencia es que en esta ocasión cobra mayor protagonismo el elemento electrónico en detrimento de las guitarras hasta el punto en que en algunas ocasiones parece sonar al Gary Numan más insípido ( Matter y Red rider). Pero, afortunadamente, la cantante sabe satisfacer a sus fans con momentos de experimentación en su pura onda ( Death money y Blacktop) que la salvan del ostracismo.
