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Crítica Festival de Música Antiqva

Carlos Oramas en 'La Europa del Rey Sol'

El Teatro Pérez Galdós de Las Palmas acogió el tercer concierto del Festival de Música Antiqva, con la actuación del laudista grancanario Carlos Oramas interpretando en la tiorba y con la guitarra barroca obras de los compositores que asistían como maestros de guitarra a Luis XIV de Francia, más conocido por El Rey Sol.

La primera obra que se interpretó fue Les bergeries de Couperin, un rondeau del segundo libro de la colección de Ordres (suite de danzas) para clave, transcrita aquí para la tiorba, pieza en la misma línea de Les baricades mistérieuses.

Del lusitano Robert de Visée fue la segunda obra, la Suite en La menor, con sus danzas: I. Prelude, lento y majestuoso, II. Allemande, más viva, III. Courante, en las suites francesas es lenta casi como una sarabanda, IV. Gavotte, un poco agitada y V. Chaconne aunque siendo una danza festiva, De Visée la hace lánguida y ceremoniosa. Toda la suite es lenta y pausada saliéndose de lo normal en estas composiciones de danzas.

Vuelve Couperin con Les Silvains, otro rondeau transcrito para tiorba por el mismo De Visée para El Rey Sol en modo similar a la primera pieza.

Les siguió de nuevo Robert de Visée con su Suite en Re mayor, no tan conocida como su homónima en re menor pero de una belleza similar; en cinco movimientos: I. Prelude, pausado y lento, II. Allemande, se acelera un poco, III. Courante, más rápida que la anterior, IV. Sarabande, el movimiento más largo y más lento muy hermoso y V. Gigue, la danza inglesa es el movimiento más rápido e inquieto de toda la suite. Los tempi de esta suite están dentro de lo acostumbrado

Continuó Oramas con la corta pieza de la Chaconne des Harleqins de Jean Baptiste Lully, vibrante y festiva. Con esta obra concluyen las piezas interpretadas con la tiorba.

Pasamos a la guitarra barroca de la mano de Angelo Michele Bartolotti con dos piezas: un Prelude y un Pasacaille, en donde se advierte una música de una mayor calidad y un mayor grado de virtuosismo, tanto en la ornamentación como en el contrapunto, además emplea el rasgueo en la guitarra, para lograr unas obras de un mayor ritmo.

Finalizó el concierto con dos piezas de Francesco Corbetta, en las que el virtuosismo se manifiesta sobremanera, tanto en el Prelude inicial como en el Caprice de Chaconne, donde destaca un trémolo rapidísimo para enlazar con un rasgueado frenético.

Pasamos a juzgar la actuación del intérprete Carlos Oramas, que demuestra una técnica depurada, aportando una musicalidad exquisita en las uniformes piezas de tiorba, para demostrar en un ejercicio de maestría virtuosa en las más animadas composiciones de guitarra barroca.

En definitiva una excelente matiné. Con una muy buena entrada a horas no acostumbradas para este tipo de conciertos.

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