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Crítica Womad 2018

La madre África

La madre África

África otra vez. Y gracias. El continente vecino es el infinito contenedor de músicas de las que se alimenta un festival como Womad, y en su historia en Canarias ha dado cobijo a todas las manifestaciones culturales y a sus protagonistas. La tradición y la modernidad han cabalgado entre escenarios con una nómina de artistas que otorgaban la condición de festival a Womad. Cabezas de cartel que hacían fiero al animal que simboliza la franquicia de la world music que impulsó el músico británico Peter Gabriel en 1982, y que una década más tarde, en 1993 celebraba su primera edición en la capital grancanaria, en la Playa de Las Canteras.

La edición del vigésimo aniversario, que se despide hoy domingo, ha traído al parque Santa Catalina a dos figuras del continente que ya se habían estrenado en el festival canario, y que han contribuído a la internacionalización de su cultura: la formación sudáfricana Ladysmith Black Mambazo; y Oumou Sangaré y su banda.

El reencuentro con Oumou Sangaré (Bamako, Mali, 1968) es, de momento, el triunfo que deja Womad 2018. Esta defensora de los derechos de la mujer, que sigue batallando por dar voz a quien no la tiene en una sociedad de hombres, trajo color a Womad.

Cerró la programación de conciertos desde el Santa Catalina, arropada por una banda de sobrado músculo y dos coristas , Oumou Sangaré - estuvo en Womad Cáceres este año- trazó un directo de una hora y poco más, la medida de Womad, con un repertorio vibrante escorado a su último disco Mogoya (2017). Con un sonido tibio que mejoró en la recta final, se metió al público en el bolsillo, lo puso a bailar, lo invitó a bajar al suelo, y a compartir un mensaje con nombre de mujer. Reparó en temas como Kounkoun, Kamelemba, Djoukourou y Fadjamou; y recuperó temas antiguos como Diarabi Nene y el frenético Yala con el que se despidió entre aplausos del público.

Poco más hubo, salvo el set de Indian Man Dj, en una jornada que comenzaba con las bandas canarias Château Rouge e Ida Susal, que aprovecharon el envite del festival, que apostaba este día por lo tradicional -de Escocia a Marruecos, con Talisk y Maalem Hamid El Kasri-, el blues criollo del trío francés Delgres, que lidera Pascal Danaë -cerraron su concierto con una versión de Whole Lotta Love, de Led Zeppelin-, y la batidora de Gecko Turner, penúltima banda antes de Sangaré.

El extremeño subió ligeramente la temperatura con un set de grandes éxitos de su reciente compilación Soniquete, regado de funk y mucho groove, y otras perlas de su discografía en la que maneja todos los registros sonoros a su antojo. Despachó desde el escenario Boulevard, entre otras, Little Sony, Un limón en la cabeza, Amame, mímame o el también clásico Guapapaséa. El público ya era numeroso sin que llegara a llenos históricos como los que ha tenido Womad en sus años de excelencia.

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