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Música Orquesta Filarmónica

Felix Klieser, admirable y emocionante

Felix Klieser, admirable y emocionante

La superación de gravísimos hándicaps de nacimiento es uno de los logros trascendentes de la nuestra especie porque ratifica la esencial espiritualidad de su compromiso en el mundo, sean cuales fueren los límites funcionales. Felix Klieser, que nació sin los dos brazos, nos ha admirado y emocionado con sus impecables interpretaciones como solista de trompa. Escuchando su música hemos vivido momentos de felicidad, como los que debemos al barítono Thomas Quasthoff o al científico Stephen Hawking, por citar otros ejemplos emblemáticos. La vista nos muestra una parte de lo real, mientras que la mente y el corazón la perciben y gozan en su totalidad.

Los dedos del pie izquierdo accionando las llaves de la trompa con la destreza de una mano, y el aliento modulando la intensidad y coloración del sonido, bastaron a Klieser para dar la mejor versión deseable de dos de los cuatro conciertos de Mozart para su instrumento y orquesta: el magistral tercero y el delicioso segundo, por este orden. La transparencia de la forma, la canónica perfección del estilo, la alegría de los movimientos vivos y sus difíciles cadencias, el vuelo poético de los lentos melódicos, la seguridad del fiato y los adornos de lucimiento, comunicaron el sentir de un gran intérprete, que aún premió con un bis las aclamaciones del abarrotado Auditorio.

El reducido conjunto de arcos que acompañó al solista sonó como pocas veces: unido, aéreo y visiblemente feliz. El maestro Gerard Korsten también lo estaba en la ambición de la sonoridad idónea, la precisión, la elegancia. La lectura final de la Sinfonía Praga de Mozart fue extraordinaria. Con las cuerdas, cuatro pares de vientos y timbal, dio vida la batuta a una tesis sobre la ideal arquitectura, la ligereza, el poder y la sana efusividad del mejor clasicismo. Perdí en los atascos del tráfico la pieza que abría programa, nada menos que la Sinfonía La Caza de Haydn, pero lo escuchado es digno de memoria. Una cumbre difícilmente superable Maestro y solista deben volver.

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