El escritor y dibujante grancanario Juan Carlos de Sancho afirma que "somos lenguaje y pensamiento". Y además, "somos incertidumbre del lenguaje y el pensamiento". Este último principio abre la puerta de entrada para explorar los dos primeros a través del concepto de lo invisible, que conforma, a juicio del autor, "lo que nos define como seres humanos". Su nueva publicación, Elogio de lo invisible (Mercurio Editorial, 2019), desgrana, reflexiona y poetiza una relación de 133 conceptos filosóficos, como la utopía, lo efímero, el deseo, la perspectiva, el azar, el caos, la duda, el aliento, la inspiración o la iniquidad, "que no se ven, pero forman parte de nuestra manera de actuar o no actuar", apunta.

Invisibilidades

"El libro se organiza en base a 133 invisibilidades y cada una tiene su perfume", revela el autor, que ausculta cada concepto mediante técnicas literarias distintas, desde el diálogo platónico a la crónica pasajera, la reflexión metafísica o poética, trufando el recorrido de referencias metaculturales, juegos intertextuales y ecos de otras voces literarias y filosóficas.

"Solo podemos hacer tentativas de acercamiento a lo invisible y nombrarlo a través de la metáfora", afirma. "En este sentido, lo que hecho es una recopilación de mis mariposas invisibles para contarlas, pero el vuelo de cada una es distinto, lo cual me permitió escribir un libro filosófico sin academicismos, sino dejándome llevar por el espíritu, la metáfora o la bruma de cada invisibilidad".

En esta línea, la vocación de abrir el gran angular al campo interpretativo, huyendo de dogmas, doctrinas y sofismas, fundamenta cada abstracción creativa moldeada en el Elogio. El propio autor arguye que este ejercicio filosófico es también "un compromiso contra las dictaduras del pensamiento", como ya iluminara su Diccionario del mono leído (Mercurio Editorial, 2015), donde reinventa el espectro semántico de las palabras.

"Me interesa que el lector tome decisiones", sostiene De Sancho, quien reivindica "la idea filosófica frente a la idea economicista". "Creo que hemos nacido con un pensamiento instalado, que bebe de los conceptos invisibles de la moral judeocristiana, y que ha reducido nuestra capacidad de decisión individual y de pensamiento libre", manifiesta.

En este sentido, frente al exceso de academicismos y de pedagogía moral en la era del mercantilismo y la autoayuda, que amenaza con contrarrestar el urgente regreso de la filosofía a las aulas, el autor invita a ejercitar "la capacidad de desmadejar la madeja". "Ya llevamos unas décadas queriendo concretar demasiado y yo reivindico el aire de lo abstracto, lo etéreo, el sinsentido", suscribe. Por esta razón, después de cuatro años de trabajo cincelando un centenar de invisibilidades en su "tonga" de moleskines, reconoce que, una vez abierto el libro, el universo de posibilidades que aloja cada una pertenecen al lector. "Yo he procurado no estar muy adentro para que el lector no crea que es una confesión", advierte el autor, que defiende "la individualidad, el arte y el derecho a ver lo invisible como te dé la gana". Y entre su arsenal de citas y frases rescata una de Séneca: "Entre lo que has vivido y lo que has experimentado, te toca ahora a ti contar lo que ya sabes".