Apenas culminaba la proyección del largometraje a concurso de la directora francesa Patricia Mazuy, Paul Sanchez est revenue!, ayer por la mañana en el Teatro Pérez Galdós, cuando el anuncio del fallecimiento de Agnès Varda, referente del cine libre y feminista en la estela de mayo del 68 y los ecos de la nouvelle vague francesa, estremecía al Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria. Pionera del cine hecho por mujeres y de la renovación de los códigos del cine francés, redirigiendo su mirada y lenguaje a la poética documentalista experimental a ras del suelo, entre lo íntimo y la intemperie, fallecía en la madrugada de ayer, en París, a los 90 años, a causa de un cáncer de mama. Precisamente, la mítica autora de Cléo de 5 à 7 (1962), Los espigadores y la espigadora (1999), Sin techo ni ley (1985) o Caras y lugares (2016), se despedía de las cámaras en la pasada edición de la Berlinale, donde presentó Varda par Agnès, su último documental autobiográfico, constituido como una carta de amor al cine.

Referente

En el marco de la presentación de su película, la directora francesa Patricia Mazuy declaraba en el marco del certamen capitalino que: "Agnés Varda ha sido una parte importante de mi vida". "Yo aprendí a montar películas con ella cuando trabajamos juntas, siendo yo muy joven, en su película Sin techo ni ley, a lo largo de tres años", reveló la directora. "La vi la semana pasada y, además, habíamos quedado dentro de diez días, pero ya no va a poder ser", lamentó.

En esta línea, Mazuy destacó que "Agnès Varda era inmensa; no solo era una gran cineasta, sino una maravillosa fotógrafa, que organizaba muy bien sus películas". "Además, sabía captar la esencia de la época de la que era testigo y reflejarla de una manera excepcional", añadió.

Aunque la filmografía de Mazuy transita en otras coordenadas diferentes, la realizadora francesa destacó la influencia de películas emblemáticas de Varda como Black Panthers (1968) o Lion's Love (1969), "en las que supo ver la importancia de la época hippie a escala mundial y contarla de forma magistral". Además, destacó su filme Sin techo ni ley, ganadora del León de Oro en la Mostra de Venecia en1985, como una de sus grandes obras maestras, en la que colaboraron juntas, pues "fue una de las primeras personas en percibir y explorar esa realidad de las personas sin casa en Francia para reflejarlo a través del cine". Y como anécdota cariñosa, relató que "me gustaban las películas de John Ford y de Robert Aldrich por Agnès Varda, pero también me encantaba discutir con ella sobre todas".

Con todo, Mazuy presentó ayer su largometraje Paul Sanchez est revenu!, una comedia policíaca con pinceladas de thriller y códigos del western que compite en la Sección Oficial del certamen capitalino. Precisamente, su último pase esta tarde, en los cines Monopol, coincide con el último de la película L'une chante, l'autre pas (Una canta, la otra no, 1977) , de Varda, un bellísimo retrato colorista y conmovedor de la feminidad y la sororidad, programada dentro del ciclo Déjà Vu: siete mujeres, y que torna en un homenaje que, sin constituirlo en sus inicios, se convierte en la mejor manera de celebrar su cine y su mirada.

La que fuera pareja del cineasta francés Jacques Demy hasta su muerte en 1990, a quien rindió homenaje en varios títulos de su filmografía, se erigió desde el medio siglo en referente de las revoluciones que desdibujaron la ficción y la realidad rompiendo las normas convencionales del cine a favor de la libertad, el feminismo, la creatividad y la sensibilidad. En una de sus últimas declaraciones en el marco de la pasada Berlinale, sus palabras cristalizaron la esencia de su impronta singular en la historia del cine:"Yo nunca he hecho películas políticas; sencillamente, me he mantenido en el lado de los trabajadores y de las mujeres". Hasta siempre, Agnès.