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Un verano con 'Rayuela'

Una nueva edición de la obra de Cortázar aporta nuevos datos y opiniones de escritores y críticos

Un verano con 'Rayuela'

Este verano he vuelto a Rayuela, una obra de 1963 que conserva todo su interés, su espíritu transgresor y su frescura. Fue gracias a la edición conmemorativa de esta obra de Julio Cortázar (Bruselas, 1914-París, 1984) que acaban de publicar la Real Academia Española y la editorial Alfaguara y que incluye el Cuaderno de bitáco en el que el autor escribió su proceso de construcción, así como textos de García Márquez, Carlos Fuentes, Bioy Casares, Vargas Llosa, Sergio Ramírez y otros escritores y críticos, que la explican y contextualizan. Se trata de un volumen definitivo sobre una novela que en su momento significó una revolución en la literatura universal.

En sus Clases de literatura, publicadas también por Alfaguara, Cortázar propone la lectura de Rayuela como antítesis de La montaña mágica de Thomas Mann, en el sentido de que, en vez de buscar soluciones, como la obra del Nobel alemán, su novela sólo quiere plantear preguntas. Unas preguntas que remiten a otras nuevas. En otra de las lecciones de este mismo volumen afirma que su novela es una larga meditación sobre la condición humana en una sociedad como la que viven los personajes del libro. En todo caso Rayuela sigue siendo una obra maestra de la literatura universal, si bien difícilmente clasificable (Cortázar decía que era una 'antinovela').

Aunque Cortázar escribió seis novelas, el brillo de Rayuela ha eclipsado la indudable calidad de las otras cinco (entre ellas verdaderas joyas como 62 modelo para armar o El libro de Manuel). Además de una revolución, Rayuela es una novedosa y deslumbrante obra literaria en la que se mezclan la imaginación, la transgresión, el juego, el humor, el dislate... para alcanzar una perfección irrepetible. La propuesta del autor de que la obra se puede leer en el orden de capítulos presentado pero también en los órdenes alternativos que él mismo sugiere, daba ya una idea de la novedad con la que el lector se enfrentaba al texto: además de jugar, de pronto podía ser coautor de la obra: pasar de la pasividad a un protagonismo activo. Como una pieza de jazz, una música siempre presente en la vida y la literatura de Cortázar (y también en su muerte: poco antes de morir pidió escuchar el solo de piano de I ain't got nobody interpretado por Earl Hines), la novela se va improvisando sobre sí misma, inventándose en cada capítulo, desarrollándose hacia el clímax de cada uno de sus episodios.

Rayuela es además una caleidoscópica historia de amor (y de desamor), con todos sus componentes: la ternura, la pasión, los celos, los ajustes de cuentas, la melancolía, la violenta ruptura con lo cotidiano. Hay dos elementos esenciales en los que se apoya la historia: los personajes y el lugar. En Rayuela un desvaído Buenos Aires y un laberíntico París se convierten en lo que Dublín había sido para el Ulises de Joyce: el escenario ideal para unos protagonistas impredecibles. Personajes de novela (Oliveira, la Maga, Rocamadour, Traveler, Talita...) y otros que pudieran ser alter ego del propio Cortázar (Morelli) que llegaron a influir en las costumbres de los jóvenes parisinos, como antecedentes de las reivindicaciones del Mayo del 68: entonces era frecuente ver por París a mujeres con un look especial: calzaban zapatos rojos y medias negras, odiaban cocinar, fumaban tabaco negro, eran irreverentes, criticaban cualquier síntoma de machismo y manifestaban un excesivo desparpajo, maneras todas ellas propias de la Maga, la protagonista de la novela. Para armar este personaje Cortázar se inspiró en Edith Aron, una polaca emigrada a Argentina, una mujer fascinante, alta y desgarbada, con la cabellera color azabache siempre despeinada. La conoció en 1950 en un barco que los traía a ambos a Europa, y en París se veían con frecuencia. Inmortalizada en las páginas de Rayuela, la Maga se ha convertido ya en una de las mitologías de la ficción del siglo XX. Esta nueva edición de una Rayuela completa y comentada es una buena ocasión para volver a leer (o para descubrir, que nunca es tarde) una de esas grandes novelas de las que todo el mundo habla pero que pocos han leído.

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