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Esther Ferrer, Beng-Thi y 'No news, good news' abren la temporada del CAAM

La pionera de la performance en España y la mayor retrospectiva del artista de La Reunión centran las muestras individuales, junto a una colectiva de artistas canarios

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Jack Beng-Thi y Esther Ferrer exponen en el CAAM

Las variaciones artísticas sobre la estela del tiempo que cristaliza en la obra de Esther Ferrer, pionera de la performance y el arte conceptual en España; la restitución de la memoria íntima y colectiva desde la ultraperiferia territorial y, a un tiempo, crisol de culturas que cultiva Jack Beng-Thi, artista total de la remota isla francesa de La Reunión; y una disección crítica colectiva sobre las formas de representación de las imágenes de la mano de una nómina de artistas canarios contemporáneos conforman las tres propuestas expositivas que colindan en la nueva temporada del Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM). Su naturaleza multidisciplinar, su diálogo con cuestiones contemporáneas universales y su vocación interrogante -sustrato fundamental del arte- constituyen los únicos códigos comunes a tres universos creativos tan disímiles como fascinantes, y que alojará el inmueble principal de este centro de arte grancanario desde hoy hasta el 1 de marzo de 2020.

Infinito

Aunque la trayectoria interdisciplinar y referencial de Esther Ferrer (San Sebastián, 1937) se distingue por el arte efímero de la performance, promovida desde los 60 al abrigo del mítico grupo Zaj junto a Juan Hidalgo, Walter Marchetti y Ramón Barce, las piezas en multiformato de Ferrer gravitan sobre el tiempo, la repetición y lo infinito. Distinguida con los premios Velázquez y Nacional de Artes Plásticas, la artista revela que "yo no sé lo que es el tiempo, pero sí sus huellas".

Así lo pone de manifiesto en la que constituye su primera exposición individual en Canarias, comisariada por Carlos Díaz-Bertrana, que se inscribe en la corriente minimalista, conceptual y personal que vertebra su obra artística y que encabeza su icónico Autorretrato en el tiempo (1981). Se trata de una miscelánea de imágenes que, tomadas entre 1981 y 1999, yuxtapone mitades de su rostro en distintas temporalidades para espejar el paso del tiempo en sus líneas y sombras. "No podemos atrapar el tiempo, aunque tenemos la sensación de que lo conocemos porque lo atravesamos físicamente, así que lo único que podemos comprender es su impronta", reflexiona Ferrer, quien también detiene el tiempo en la instalación La parte de los ángeles.

En esta pieza, que toma su nombre de una expresión francesa, la artista no pone el cuerpo, sino que inmortaliza la evaporación de distintos tipos de alcoholes, su poso cromático en el fondo de los vasos y la pigmentación de los hilos que los clavan al techo. "Lo que me interesa es la transformación de la obra a través del tiempo", apunta, pero su afán artístico último radica en "la búsqueda de la libertad del espectador en la interacción con las obras", añade, pues la artista no ofrece claves ni respuestas, sino posibilidades y preguntas. Incluso, cuestiona el propio significado del arte en su pieza En el marco del arte (1999), que expuso en la Bienal de Venecia, donde el espectador atraviesa un marco artístico que enmarca la nada, o acaso, a uno mismo, mientras mira su propia proyección en un espejo al fondo de la sala. Junto a un homenaje a Erik Satie, su compositor predilecto, y una crítica acerada a la indigestión del euro y la televisión, el recorrido culmina en el infinito, que explora en la instalación matemática Pi, donde juega con las variaciones de los dígitos y los colores en tablas coloreadas a mano, con el propósito de "medir la densidad del infinito".

Ultraperiferia

Después de un prefacio expositivo en Casa África el pasado octubre de 2018, el imaginario artístico de Jack Beng-Thi (La Reunión, 1951) regresa a la capital grancanaria en el marco de la mayor retrospectiva del artista reunionés exhibida en Europa. Sus propias raíces, que entrecruzan influencias chino-vietnamitas, africanas y europeas, enhebran el mapa de exploración identitaria que traza este creador multidisciplinar y nómada nacido en esta isla ultraperiférica de Europa, situada en el Océano Índico, y que eleva hacia un compromiso de restituir la memoria silenciada de estos territorios a través del arte. "Precisamente, utilizo muchas raíces vegetales en mis piezas porque la mezcla de mis raíces es el punto de partida de mi viaje", sostiene.

La muestra, comisariada por Orlando Britto, director del CAAM, junto al crítico de arte y catedrático Nilo Palenzuela, conjuga la mirada contemporánea del escultor, fotógrafo, performer, videoartista y poeta con el uso de técnicas artesanales tradicionales que denuncian los sistemas de producción coloniales, las fronteras, la esclavitud y la resiliencia de la diáspora, pero también iluminan el encuentro entre culturas, la relación del ser humano con la naturaleza y la posibilidad de rehabitar la memoria a partir de la descolonización del cuerpo.

El itinerario de esta muestra interdisciplinar e interactiva recorre las distintas etapas, formas y geografías de una trayectoria artística "muy connotada", en palabras de Britto, cuya estructura sigue un mecanismo similar al que vertebra La línea de la memoria, (1991), donde el artista invita al espectador a cazar sus propias imágenes del interior de grandes recipientes de terracota con el uso de unos palillos chinos. Esta inmersión en el viaje existencial y artístico de Beng-Thi se detiene en las múltiples referencias de su ideario, como la reconstrucción de los cuerpos de esclavos desaparecidos en el contexto del colonialismo francés en homenaje a su memoria; una mirada a los vestigios de la explosión del monte Pelée en Saint Pierre (Martinica); la fragmentación de las lenguas y la palabra como único puente posible entre culturas materializados en un poema visual de cerámica; el tambor como símbolo de reunión y ceremonias; o una instalación de cubos de azúcar moreno de 25 kilógramados como icono de la condición insular de su tierra natal. "La historia del Océano Índico es muy dramática, pero es parte de lo que soy y de lo que hago", concluye el artista.

Imágenes

Con todo, las formas de representación, producción y recontextualización de las imágenes conforman el hilo conductor de la exposición colectiva No news, good news, que integran los artistas Luna Bengoechea, Néstor Delgado, Paco Guillén y Diego Vites, así como los dúos artísticos Lecuona & Hernández, Pérez y Requena y Lena Peñate y Juanjo Valencia. El conjunto, natural de Canarias a excepción de Vites, imbrica esta reflexión con los códigos, lenguajes y formatos de sus propios universos creativos, con temáticas que oscilan desde la impronta de la industria alimentaria en el paisaje (Bengoechea) o la geolocalización y la incertidumbre (Guillén) a la construcción de lo memorable (Lecuona y Hernández) y la mirada de la distancia en la escala en la obra (Delgado).

"La muestra es un proyecto intersubjetivo con carácter procesual desarrollado en el tiempo, que busca dilucidar qué podemos contar con las imágenes y qué podemos esperar de ellas", apunta Peñate, quien destaca que el foco de esta propuesta no se sitúa en "qué es una imagen, sino en su capacidad dialéctica, de resignificación, de articulación e, incluso, de su aparente apariencia".

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