"Llevo muchos años en esto, pero tengo solo 77 y me queda la mitad de la vida. Hay que seguir disfrutando". Juan Tamariz tiene el tiempo justo para atender al periodista en horario de tarde. Se excusa de la brevedad porque el día es intenso, pero eso no quita que el ilusionista se preste a presentar el espectáculo que lo devuelve a Canarias los dias 5 y 6 de diciembre, en el Juan Ramón Jiménez, en Telde, y lo haga con el humor que lo caracteriza.

Con Tamariz hay que hablar cuando el día se convierte en noche, toda vez que tiene el sueño cambiado, y rara vez cumple con el descanso en los horarios convencionales. La excusa es Magia Potagia y aún más, revisión y puesta al día de Magia Potagia y más, que su vez daba continuidad a Magia Potagia.

"Lo que pasa es que yo dejo los mismos títulos porque cada día cambiamos un poco el espectáculo, y claro, no tiene otro tema distinto: magia, misterio y asombro, pasmo y muchas risas, y alegría compartida. Los juegos son los que presento siempre y otros renovados y variados", explica Juan Tamariz. Reconoce el ilusionista que "cuando estoy con la función no se lo que voy a hacer, voy eligiendo de un repertorio de casi seis horas que tengo, y de ahí elijo lo que en ese momento siento más y que el público también lo sentirá. Habrá novedades", advierte.

¿Y cuál es el truco, si lo hay, para continuar transmitiendo al público la alegría por la vida en cada espectáculo? Razona Tamariz que no hay otra cosa que "el amor a la magia y el amor a las personas, querer encontrar una cosa bonita que se ha encontrado en forma de magia". Porque como bien destaca, "la magia es un arte que nos conduce a los sueños deseados de volar, de resucitar, de volver al tiempo atrás, de conocer lo que el otro piensa, de sentir el futuro predecible, todo eso que parece un sueño imposible la magia lo presenta en una realidad artística". Y lo bueno de todo ello, según sus palabras, es "compartirlo con otro, con ganas de asombrarse y divertirse".

Se debe a la cartomagia Juan Tamariz, su vida ha sido un juego de cartas, y en estos tiempos de inmediatez, de dependencia tecnólogica, es una suerte encontrarse a Tamariz en un teatro sin más atrezzo que su inseparable baraja. Un mundo el suyo extraño para los más jóvenes. "¡Claro!", exclama Tamariz. "No hay nada que supere una mirada ojo a ojo, una palabra, estar presente en persona, además el público, en este espectáculo, sube al escenario quien quiere".

No quiere dejar pasar un detalle: "Apunto, por si alguno pregunta que si va y no ve los naipes, que si le toca una fila trasera... Hay que decir que ponemos una pantalla, proyectamos las manos para que todos vean que es en directo".

La historia del Tamariz mago viene de la infancia. " Todo empezó cuando tenía seis o siete años, había un mago, luego quise una caja de magia que pedí a los Reyes Magos, ¡a quien mejor que a ellos!, luego encontré libros, un elemento fundamental, así empezó todo", rememora. No le gusta el término alumno para valorar su proyección. Corrige al periodista y puntualiza que "no es la palabra exacta, sino gente que se ha inspirado en trabajos y lo que hemos hablado conjuntamente al igual que yo me he inspirado en otros".