La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Entrevista | Espido Freire

"Vivo un momento en que me gustaría detenerme y pensar en un giro de carrera"

"Este libro pretende hablar de las ausencias, de qué es lo que rodea una vida que puede estar vacía", manifiesta la escritora

La escritora Espido Freire, ayer en la playa de Las Canteras, con un ejemplar de su nueva novela, 'De la melancolía'. JOSÉ CARLOS GUERRA

¿ De la melancolía , o de la depresión ? Sea sincera...

Siempre soy sincera. De la melancolía porque este libro pretende hablar, precisamente, de las ausencias más que de la enfermedad, de qué es lo que rodea una vida que puede estar vacía, cuyos síntomas son los de la depresión, pero que no es el peor de los males que tiene que lidiar ni la única recuperación a la que se tiene que enfrentar.

Un estado de dulce y difuminada tristeza no es lo mismo que una patología como la depresión, que puede ser muy grave. En todo caso, ¿es posible una buena literatura en estado depresivo?

La literatura no tiene nada que ver con el estado en que se encuentre en esos momentos el escritor. Puede estar eufórico o puede pasar por una depresión. Puede tener otro tipo de enfermedad mental, como la esquizofrenia o como el trastorno bipolar o puede estar perfectamente cuerdo. La literatura es algo que se construye, no que fluye únicamente de un estado de ánimo o de un pensamiento determinado. Tiene que reflejar el estado del mundo exterior e interior. A veces, los mitos nos llevan a pensar que el escritor ha de estar necesariamente loco o tiene que haberse recuperado de esa locura para poder escribir, pero se dan casos de todo tipo, de modo que hay grandes obras que han sido producidas por autores mientras se encontraban enfermos, sanos o a medio camino entre un punto y otro.

Ya es la undécima de sus novelas, el género que la lanzó como más joven ganadora del Premio Planeta en 1999 teniendo 25 años. Transcurridos otros 20, ¿cómo ve ahora el mundo y la gente?

Empieza a convertirse en realidad lo que decían los mayores sobre qué era el mundo. Con 25 la tentación es la de descubrirlo uno mismo y pensar que se ha inventado únicamente para mí, que es posible cambiarlo, dominarlo y comérselo, mientras que los mayores te dicen que no es del todo cierto y que ya cambiarás. Te ves con 45 cambiando y comprobando que el mundo ya no te lo comes. La literatura se ha convertido en una compañera constante de hace muchos años más que en algo que hay que conseguir. El mundo en los últimos tiempos da la impresión que está cambiando cada vez más rápido, como decían los mayores, así que al final vemos que todo se modifica para que todo siga igual. Los escritores jóvenes dicen lo mismo que nosotros hace 25 años y me imagino que yo ahora les digo lo mismo que a mí los autores más mayores. Observo el mundo por suerte, con 20 años más.

La pluralidad de su trabajo productivo en novela, relatos, poesía, ensayo, libros colectivos, literatura infantil y traducción, describen una vida agobiante. ¿Cómo consigue vivirla y ser despreocupadamente feliz de vez en cuando?

No es agobiante. En realidad todo ello corresponde a mi temperamento que se aburre fácilmente. Creo que si no hubiera hecho eso no sería despreocupadamente feliz. La prioridad en mi vida ha sido ser lo mejor posible en mi trabajo. Quizá si me hubiera dedicado solo a la novela la gente lo entendería mejor. Como para mí la felicidad está en ir probando distintas cosas quizá por eso dé la impresión de cierto agobio, pero hay espacio para todo a lo largo del día.

¿Toman vacaciones mentales los autores como usted o siempre está el cerebro en ebullición?

Sí, hay que tomar vacaciones y cuanto más largo y absorbente sea el proyecto en que se haya trabajado más necesarias son. El problema es que hay veces en que, por distintas razones, tales como que la vida viene así o por cuestiones, incluso, económicas o de compromisos adquiridos esas vacaciones se van posponiendo y se paga un precio por ello. Acabé en septiembre muy agotada porque había tenido un verano con cursos constantemente. Venía, a su vez, de haber entregado De la melancolía, de haber acabado otro libro más, de haber entregado un álbum infantil y de varios viajes literarios. Me tomé 10 días libres en Madeira y Azores y volví nueva. Me di cuenta de que ya no aguanto de igual manera que hace algunos años. La propia depresión que pasé fue un punto de inflexión para tomarme la vida con más calma. Ahora, cuando entregue un libro que tengo terminado, intentaré coger una semanita. Para mí es muy fácil enlazar un proyecto con otro sin fines de semana. Al ser un trabajo creativo no tan demandante ni física ni de cara a los demás como puede ser trabajar en turnos en un hospital o ser profesor en un colegio, parece que se puede con todo, pero no es así.

Después del Planeta y otros importantes premios, ¿cuál es el próximo objetivo que ambiciona su currículum?

Ahora mismo he conseguido demostrarme casi todo lo que me había propuesto. Por ejemplo, que podía trabajar en géneros muy distintos. He añadido guión y teatro que estoy representando yo misma. Ya había hecho novela, cuento, infantil y juvenil. He tocado, más o menos todos los palos, incluso por reto. No tengo en mente presentarme a ningún premio. Estoy en un momento en que me gustaría detenerme y plantearme el giro de carrera que quiero realizar. Mi mayor ambición sería pasar medio año o nueve meses con cierta tranquilidad para pensar qué quiero ahora. Es la antimeta, pero si no la logro no podré marcarme otras. Siempre he ido a una gran velocidad y es un buen momento para ver hacia dónde enfocar los próximos 20 años de carrera.

Otro frente del mayor interés es la escuela de letras que ha fundado con sus iniciales. ¿Cómo funciona eso de enseñar a ser artista sobre la base de enseñar a escribir?

Esa escuela funcionó durante 10 años y la cerré. La reconduje para integrarla en otra universidad, la internacional de Valencia. Lo que realizaba en E+F ahora lo llevo a cabo en el máster de creación literaria que dirijo. También soy la profesora que hablo del narrador. Coordino un campus de 29 maestros que imparten distintas asignaturas. Tenemos 75 estudiantes de todo el mundo y morimos de éxito en esta segunda edición. Contamos con autores muy importantes, tanto en España como en Latinoamérica y el boca a oreja está funcionando muy bien. Se trata de una enseñanza para adultos que no aceptan la autoridad de la misma manera que un niño ni tienen la curiosidad y falta de conocimiento de un adolescente. Vienen de áreas muy diversas. Por ejemplo, algunos han publicado ya por su cuenta, pero quieren profesionalizarse más. Tienen que presentar un proyecto para ser admitidos en el máster. Les tenemos que enseñar a sistematizar, a organizarse, a cómo crear estructuras y a cómo mejorar sus conocimientos literarios porque muchos no han estudiado Filología ni Humanidades. Me supone un reto y ello me hace feliz.

Su visión de la sociedad en general, y particularmente la española, parece más bien pesimista. ¿Cree que decir mileurismo es necesariamente como decir frustración?

Creo que soy bastante lúcida, lo cual puede ser sinónimo de pesimismo. Sin embargo, creo de una forma muy honda en el ser humano y su capacidad de superación, si no no estaría de formadora. Hay muchas cosas de esta sociedad que son mejorables, entre ellas, la economía. Si hace unos años el mileurismo tenía que ver con la frustración de una generación que no veía llegar sus sueños ahora tiene que mucho que ver con la supervivencia, con ya ni siquiera aspirar a esos mil euros y con una desconfianza generalizada hacia nuestros políticos y otro tipo de líderes. Hay mucha frustración que lleva a una rabia contenida y a una tristeza, pero somos un pueblo acostumbrado a sobrevivir en la desgracia. Hemos inventado la capacidad de reírnos de prácticamente todo. Creo que eso une a todos los españoles. Somos supervivientes natos y las mujeres, más.

"Inventar escribiendo resulta más sencillo que describir la realidad", ha dicho alguna vez. ¿Qué tiene de más autentica la imaginación que el realismo?

Esa frase la dije cuando era muy joven y me preguntaban por qué no escribía novela realista. Para mí, dada mi experiencia y juventud todavía era más sencillo imaginar y fabular que tirar de mi experiencia que me parecía un acto de arrogancia. Sigo pensando que no tengo nada tan fundamental que contar de mi vida. La fabulación es importante porque es más grande que la vida individual. Te permite extraer conclusiones de lo que no has visto, pero que supones y te permite recopilar tu propia memoria, lo observado, lo escuchado y lo aprendido. He escrito bastante ensayo, desde aquella época, y en él no puede haber fabulación, como mucho una sugerencia en una tesis y después demostrar su coherencia. En la fantasía hay un consuelo para el ser humano, ese juntarse para contar historias aunque sepamos que son mentira y que nos están engañando, hay algo muy satisfactorio, como la capacidad de imaginar un mundo mejor, un pasado alternativo, de imaginarnos héroes o heroínas, y en ello también radica una cierta realidad sobre nuestros deseos. La novela De la melancolía habla mucho de la vida imaginada, de lo mal que ha juzgado la protagonista sus propias expectativas vitales que no se han cumplido, pero no pasa nada, incluso es más feliz ahora.

¿Qué escrituras tiene ahora en el telar?

Estoy acabando un ensayo sobre Jane Austen. Hace años publiqué uno sobre esta autora y Charlotte Brontë y se quedó pequeño. Continué estudiando sobre ella y he decidido publicar una reedición ampliada que se titulará Querida Jane. Mi público me lo ha solicitado mucho porque hay bastante afición en España a esta escritora. Saldrá en mayo.

Compartir el artículo

stats