No hay mejor título para lo que está pasando que El año que vivimos peligrosamente. Volvamos a verla. No es la mejor de su gran director, Peter Weir, pero es muy buena. Un joven y sobrio Mel Gibson hacía estupendas migas con Sigourney Weaver. Qué tensión. La historia transcurría en un país convulso, donde las ansias de libertad chocaban contra un muro de intolerancia y tiranía. En esa atmósfera opresiva y opresora, el personaje de Gibson intentaba arrojar un poco de luz con sus informaciones.