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Las piedras, qué van a saber de amores

‘Fracaso’ es el último trabajo de Francis Naranjo, quien, con una contundente bofetada, nos invita a que nos repensemos como especie

Francis Naranjo en el espacio Bibli, donde presenta ‘Fracaso’ | | BIBLI

Hace nada, leí, en El País, una entrevista a Christiana Figueres, máxima responsable en la ONU de la lucha contra el cambio climático, entre 2010 y 2016. La primera pregunta fue directa: ¿Hay que salvar el planeta? Figueres respondió, más o menos, que, a lo mejor, deberíamos empezar a dejar de preocuparnos por la salvación de la Tierra —que tiene 4.500 millones de años y seguirá ahí, aunque modificada por nuestras manos— y comenzar a confrontarnos con el verdadero problema: ¿Cómo vamos a sobrevivir nosotros?

Estas palabras, obvias pero tremendas, resonaban aún, en mi cabeza cuando acudí a ver Fracaso el último trabajo del artista Francis Naranjo (Gran Canaria, 1.961) en el espacio Bibli, de Santa Cruz de Tenerife, y que puede visitarse hasta el 26 de febrero y, francamente, fue asombroso comprobar que alguien lo había pillado puesto que éste es, precisamente, el inusual enfoque desde el que Naranjo aborda la compleja relación Ser humano/Planeta Tierra.

Fracaso recoge parte del trabajo realizado por el artista entre 2015 y 2020. Se trata, en realidad, de la suma de tres propuestas: La piedras, sueñan, Ciento cincuenta millones de años y Fracaso. Las tres enlazan perfectamente puesto que, en cada una, parece, hace acopio de fuerza e impulso para darnos una buena bofetada.

El criterio seguido a la hora de colocar las piezas me resulta uno de los aspectos más relevantes de esta exposición ya que supone trabajar desde un discurso bien planteado; denota que, en los años de trabajo para conformarlo, se han generado capas que dan madurez a la propuesta. Se inicia con las piezas Las piedras, sueñan (2015), Atlas de la periferia (2017) y Ciento cincuenta millones de años (2018). Se trata de distintas combinaciones de fotografías y rocas, obtenidas en diferentes localizaciones y que nos muestran la brutal diferencia entre las escalas temporales en las que se mueven la Naturaleza y el ser humano, recordándonos que no podemos abarcarla, que se nos queda grande, que somos diminutos.

Francis Naranjo, ‘Fracaso I’(2019). | | BIBLI

Creo que lo mostrado en este primer tramo de la muestra es necesario, pero no suficiente. Y es que, de entre lo mucho que Fracaso tiene de interesante, destaco cómo el artista complejiza el recorrido llevándonos por un camino poco intuido, del que salimos mal parados. El sendero transcurre desde estas piezas especialmente visuales, poéticas, reforzadas por la seriación que, aun siendo magníficas, creo, corren el riesgo de ser demasiado hermosas y algo literales. En arte contemporáneo, una piedra, jamás es una piedra y, quizás, alguien, podría confundirse y darse un “malentendido contemplativo”, que diría Adorno. De ahí que, lo que llamaría una segunda parte del recorrido por el espacio de Bibli, es lo que otorga a Fracaso, calidad de experiencia perturbadora.

A modo de bisagra, aparece Conchetumare (2018). Se trata de un vídeo en el que una bandera negra ondea en medio de lo que parece ser la nada y que alude al luto por lo que antes fue frondoso y, antes que antes, un fondo marino. Se agradece, enormemente, que en esta pieza audiovisual no tengamos que contemplar la pericia manual del artista ni una entrevista sosa sobre su trabajo. Para ver arte, se viene “estudiado” de casa. El vídeo, digo, empieza a poner, verdaderamente, interesante la cosa. Si se presta atención, se oye la voz del poeta Dionisio Cañas recitando una especie de mantra “la concha de tu madre”. Más alto, sí. Más claro, no.

Comienzan, a partir de este punto, los trabajos desarrollados entre 2017 y 2020, a través de los cuales nos narra Naranjo una muerte prevista, la nuestra como especie. Especie enferma, enferma de soberbia, de soberbia y avaricia. Fracaso I (2019), Fracaso II (2019) y Fracaso III (2020) muestran una radiografía de nuestra estupidez. Recrean una suerte de hospital en el que se suceden botes de medicamentos y material médico al que, en realidad, solo unos pocos pueden acceder para aliviar sus miserias y ser parcheados y, todo esto, se mezcla con imágenes y elementos de la Naturaleza como la sal que, en su día, fue dinero. Naranjo habla desde el cinismo pero ¿quién es realmente cínico? Nuestra época lo es porque sabe que, los nuevos valores y discursos, como la necesidad de salvar la Tierra, tienen las patas cortas. Mejor que yo, lo explica Peter Sloterdijk en su Crítica de la razón cínica situándose, en esta línea, los trabajos, por ejemplo, del inglés Tom Sachs o el polaco Zbigniew Libera.

Somos finitos, vulnerables y raquíticos frente a Ella, pero nuestro gran fracaso como especie reside en no asumirlo. En esta misma línea, el artista ha creado Íntimo (2017), su aportación a la muestra colectiva In/Out: un mapa posible, que puede verse actualmente en el CAAM.

En este punto, el conjunto de piezas mostradas al principio del recorrido adquieren un nuevo trasfondo: más que en algo bello se tornan en un catálogo de entrañas de la Naturaleza. Esas piedras actúan a modo de lo que en arte contemporáneo se llama dispositivo, que son esas cosas que traspasan lo estético para poner en evidencia las estructuras mentales e institucionales que están bajo los acuerdos tácitos y para redireccionar su lógica hacia otros propósitos. Ya ven, unas piedras. Y es que, me lo enseñaron en el colegio, hay piedras preciosas (dan dinero), semipreciosas (dan menos dinero) y pedruscos vulgares (no sirven para nada) y, pregunto, ¿eso quién lo dice? Francamente, nunca he visto una piedra tirar piedras sobre su propio tejado, mientras que nosotros lo hacemos a diario.

A estas alturas de la muestra ya, como ser humano, no sé dónde meterme y a la propuesta de Naranjo, creo, se le puede empezar a encontrar hasta un punto cómico —esto de reírse por no llorar— que me hace recordar algo que le leí a Karl Rosenkranz en su Estética de lo feo y que decía algo así como que de lo bello se pasa a lo cómico a través de lo feo.

Personalmente, me gusta mucho la obra de Francis Naranjo pero admiro, especialmente, su punto de partida. A través del trabajo realizado en la fundación que lleva su nombre, apuesta por el arte contemporáneo como una experiencia transformadora, otorgando a la pedagogía un papel esencial en todo esto. Lo comparto cien por cien. Naranjo realiza una labor intensiva y extensiva ya que, cuenta, lo importante de los proyectos es, básicamente, hacerlos habiendo aprendido mucho con su trabajo, en los últimos años, en Latinoamérica donde, parece, la dinámica es más dinámica en estos asuntos que en España.

Acabo. Por estas cosas de la vida, antes que Bellas Artes estudié Económicas y me han preguntado, no exagero, un millón de veces, qué tienen que ver arte y economía. Francis Naranjo, gracias por explicarlo de una forma tan elegante y bella, al tiempo que cruel y descarada.

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