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Libros

Un paseo por el lado salvaje del ‘Swinging London’

La nueva editorial Colectivo Bruxista publica por fin en castellano ‘Tainted love’, la novela de Stewart Home que ilumina la trastienda sórdida del colorista Londres de los años sesenta

Christine Keeler (1963). | | LP/DLP

Cuando el escritor londinense Stewart Home (1962) publicó en 2005 Tainted love, una recreación novelada de la vida de su madre biológica, se vio obligado a dedicar buena parte de las entrevistas de promoción a defender la veracidad del material a partir del que había construido su artefacto literario. Convertido en sospechoso a ojos de la crítica por el abultado expediente de provocaciones e imposturas acumulado en los años previos, Home se vio en la posición de tener que repetir una y otra vez que la protagonista de la historia, Julia Callan-Thompson (rebautizada en el libro como Jilly O’Sullivan), existió realmente; que abandonó el hogar familiar a muy temprana edad para recalar en Londres, donde trabajó como modelo y prostituta de lujo; que tuvo un hijo no deseado que dio en adopción (el propio autor); que alternó con las figuras más relevantes de la contracultura en el efervescente Londres de los 60; que desarrolló una siniestra dependencia de las drogas, y que falleció en 1979, a los 35 años, en circunstancias nunca aclaradas.

A la postre, que el relato de decadencia y caída que Home brinda en Tainted love tenga o no su anclaje en una historia real es algo que carece de importancia, porque el poder de la novela radica en su arrolladora capacidad para iluminar los rincones más oscuros de lo que Javier Calvo (autor del prólogo de la edición en castellano de Tainted love que acaba de publicar la nueva editorial Colectivo Bruxista) llama «el subsuelo del Swinging London». Frente a la fotografía oficial de ese Londres de colores vivos, músicos talentosos, actores de belleza irresistible y modelos de piernas largas (una arcadia joven e increíblemente creativa habitada por gente como Paul McCartney, Mick Jagger, Jean Shrimpton, Terence Stamp y Julie Christie), Stewart Home le da la vuelta al cuadro y propone una reveladora excursión por el lado feo del asunto, un mundo poblado por gánsteres de sexualidad retorcida, policías corruptos, camellos con pretensiones artísticas, proxenetas, asesinos y suicidas.

Esta es una pequeña galería de algunos de los personajes reales (estos sí, sin duda) que, en las páginas de Tainted love, acompañan a Jilly O’Sullivan en sus correrías por los sótanos mal ventilados del Londres de los 60. Un grupo salvaje en el que se mezclan villanos de manual, ángeles caídos con tendencias autodestructivas y tipos con genuina mala suerte.

RONNIE Y REGGIE KRAY

Los gemelos que impusieron su ley y su sed de fama en la trastienda sórdida del Londres de los años 60. Hijos de un desertor de la Segunda Guerra Mundial, estos disfuncionales dioscuros del mal forjaron su imperio criminal, The Firm, con el método tradicional de la intimidación, las palizas, el chantaje, el robo y el asesinato ocasional, pero, deslumbrados por el brillo de la época, despreciaron el anonimato y exigieron trato de estrellas del pop. Acabaron sus días en la cárcel, desde donde siguieron haciendo negocios y filtrando exclusivas a los tabloides.

PETER RACHMAN

El diccionario de Oxford acuñó a mediados de los años 60 el término rachmanism para aludir a las prácticas abusivas que un arrendador puede llegar a ejercer sobre sus inquilinos. Así de infame fue la reputación adquirida por este especulador inmobiliario de origen polaco que a finales de los 50 hizo fortuna extorsionando a inmigrantes antillanos sin permiso de residencia y regentando una red de burdeles. Mantuvo una breve asociación con los hermanos Kray y fue amante (y muy probablemente proxeneta) de Christine Keeler, la prostituta del caso Profumo.

CHRISTINE KEELER

Criada en un vagón de tren reconvertido en casa donde fue víctima de abusos por parte de su padrastro, Keeler escapó a Londres a los 15 años y se empleó como camarera, modelo y prostituta. En 1961 inició una relación con el ministro de Defensa John Profumo al tiempo que se acostaba con el agregado militar de la embajada soviética Yevgeni Ivanov, lo que dio lugar al estallido de un escándalo político y sexual de aúpa que acabó propiciando la caída del Gobierno conservador de Harold Macmillan y tuvo un notable impacto en la cultura popular de la época.

MICHAEL X

Se llamaba Michael de Freitas, nacido en Trinidad y Tobago, emigró al Reino Unido en 1957 y trabajó como sicario de Peter Rachman antes de abanderar el movimiento Black Power en la capital británica. Presencia ineludible en los círculos contraculturales y protohippies londinenses en los albores de la psicodelia, su progresiva radicalización lo llevó al calabozo acusado de extorsión. Tras salir bajo fianza (pagada por John Lennon), volvió en 1971 a su país, donde dirigió una comuna revolucionaria y donde acabó siendo ahorcado por el asesinato de la hija de un diputado conservador tras un proceso lleno de irregularidades.

‘JACK THE STRIPPER’

Nombre con el que la prensa de la época bautizó al asesino en serie que entre febrero de 1964 y febrero de 1965 mató en Londres a seis mujeres, todas ellas prostitutas de baja estatura, cuyos cadáveres fueron hallados en las inmediaciones del Támesis. La conexión de dos de las víctimas con algunos de los implicados en el caso Profumo dio pábulo a diversas teorías conspiratorias. La intensa investigación de Scotland Yard fue archivada sin que se llegara a aclarar nunca la identidad del asesino.

R. D. LAING

Ronald David Laing fue un heterodoxo psiquiatra escocés que, en una época de electrochoques, camisas de fuerza y celdas de paredes acolchadas, abogó por un enfoque humanista a la hora de tratar la salud mental y defendió la importancia de conectar los trastornos de los pacientes con sus experiencias vitales y sus relaciones con la comunidad. También fue un alcohólico con alarmantes tendencias depresivas y un padre lamentable que dejó a su numerosa prole (tuvo 10 hijos con cuatro mujeres diferentes) una ominosa herencia de traumas infantiles y problemas mentales.

NORMAN ‘NOBBY’ PILCHER

«Usted ha envenenado el pozo de la justicia penal», le dijo el juez que en 1973 lo condenó a cuatro años de cárcel por perjurio. Antes de eso, este agente de la Policía Metropolitana encabezó una cruzada para desacreditar a los músicos más populares del momento a base de arrestos por posesión de drogas valiéndose de testimonios falsos y pruebas manipuladas. En sus redes corruptas cayeron, entre otros, Dusty Springfield, Brian Jones, Donovan, George Harrison y John Lennon, que rebautizó al policía como Semolina Pilchard en la venenosa letra de I am the walrus.

MICHAEL REEVES

No llegó a cumplir los 25 años. La versión oficial atribuyó su muerte, en 1969, a una sobredosis accidental de alcohol y barbitúricos. Para entonces, Reeves ya había dirigido tres largometrajes de escaso presupuesto y generosa inventiva que se cuentan entre lo más estimulante que ha dado el cine de terror británico. Su último filme, Witchfinder General, la historia de un inquisidor (Vincent Price) que se aprovecha sexualmente de las acusadas de brujería, es hoy objeto de un culto muy justificado.

ALEXANDER TROCCHI

Escritor, revolucionario, situacionista y heroinómano escocés que se instaló en Londres en los años 60 después de pasar por París, donde se ganaba la vida escribiendo relatos pornográficos que firmaba con seudónimo, y por Estados Unidos, donde alcanzó cierta popularidad como autor de la influyente novela autobiográfica El libro de Caín (y donde fue encarcelado por trapichear con drogas). Convertido en figura mítica del underground británico, dejó de escribir en 1978 y se dedicó a esperar la muerte en su casa de Kensington. No tuvo que esperar mucho.

MICHAEL HOLLINGSHEAD

El hombre que colocó al mundo. Así tituló su autobiografía este pionero de la experimentación con drogas lisérgicas que inició a Timothy Leary en el uso del LSD y que, a su regreso a Inglaterra en 1965, abrió en Londres el Centro Psicodélico Mundial, una agencia de viajes alucinógenos por donde pasaron William Burroughs, Allen Ginsberg, John Lennon, George Harrison y Keith Richards. Tras cumplir condena por posesión y consumo, Hollingshead viajó a Nepal, montó un ashram psicodélico en una isla escocesa y desapareció en América del Sur a finales de los 80.

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