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«Las intrusas’ juega a cambiar la historia por derroteros extremos»

Santiago Díaz-Bravo publica la secuela a 0El hombre que fue Viernes'

El escritor tinerfeño Santiago Díaz-Bravo. | | LP/DLP

El escritor Santiago Díaz-Bravo (La Orotava, 1968), afincado en Londres y con una larga trayectoria periodística a sus espaldas, publica la novela ‘Las intrusas’ (Pie de Página, 2021), secuela de su polémica ‘El hombre que fue Viernes’ (Pie de Página, 2020), que entrevera escenarios y personajes reales de la política internacional con unos antihéroes ficticios en un Londres asediado por la escasez y la violencia.

¿Cómo surge la trama de Las intrusas, concebida como una secuela de su novela anterior, pero enmarcada también en Reino Unido?

La trama surge, efectivamente, como una secuela de El hombre que fue Viernes, cuyo origen parte en cierto modo de una experiencia personal. Yo fui uno de los españoles afectados por la crisis de 2008, ya que perdí mi trabajo como periodista y tuve que exiliarme a Reino Unido, donde sigo diez años después. Y por aquella época, unos años antes, ya empezaron a venir miles de jóvenes españoles porque, de repente, la generación mejor formada de la historia de España, que había crecido después de la dictadura y había accedido a la mejor preparación, se vio traicionada por ese mismo país que la formó, que no fue capaz de darles un futuro. Toda esa generación se ha visto obligada a emigrar a otros países de Europa como única salida, lo cual ha creado una especie de resentimeinto hacia su propio país. Y ese resentimiento, que acaba convertido en violencia, es el origen de El hombre que fue Viernes, porque lo que hice en esa novela fue cambiar la historia. A partir de ahí, la trama sigue viva y las vinculaciones entre violencia política y de Gobierno se trasladaron al Reino Unido en Las intrusas, porque este es un fenómeno que no es solo de España.

Dice que una de sus motivaciones fue mostrar «que la historia no se ha acabado, que sus renglones se escriben cada día», en contra de la «plenitud de los tiempos» que acuñara Ortega y Gasset en 1929.

Es que este es un fenómeno que ocurre generación tras generación, sobre todo, en las sociedades acomodadas, que es la sensación de que hemos llegado a un punto en el que ya no va a pasar nada más, lo que se traduce en que todos los siglos que nos preceden han tenido como único objetivo llegar al estado actual de las cosas y que, por tanto, la historia se ha parado. Entonces, Las intrusas quiere reflejar que la historia realmente puede cambiar y que lo que hoy entendemos como inamovible puede ser totalmente diferente dentro de dos días. En este sentido, lo que hace Las intrusas es jugar a cambiar la historia y llevarla por unos derroteros un poco extremos. Aun así, yo creo que, en muchas ocasiones, y a muchos hechos me remito, la realidad todavía nos sorprende mucho más que la ficción.

¿En qué aspectos habría más verdad en la ficción de sus novelas que en lo que revela la realidad política en los medios?

Una de las atribuciones que tiene el novelista es utilizar personajes reales a su capricho, que hago tanto en El hombre que fue Viernes como en Las intrusas. Entonces, si la realidad me ofrece unos personajes, sencillamente los tomo prestados. Yo he sido periodista durante 20 años y los periodistas estamos un poco acos tumbrados a jugar y servirnos de la realidad. Por otra parte, no sé hasta qué punto los personajes de ficción existen porque me parece que crear personajes ficticios es casi imposible, en el sentido de que el escritor, como el periodista, es una especie de esponja que absorbe la realidad y la traslada al papel. Y eso sucede con los personajes ficticios, que no pueden ser sino productos de la experiencia. Hoy en día, que estamos bombardeados por los medios de comunicación y las redes sociales las 24 horas, separar realidad de ficción es cada vez más difícil, incluso, a la hora de construir personajes.

¿Y se infiltra su mirada periodística en su ejercicio literario?

Yo creo que sí, propuesto, porque lo que uno escribe está directamente vinculado a la experiencia y, como periodista, esa mirada forma parte intrínseca de mi faceta como escritor. Además, creo que a lo largo de las dos obras hay un trasfondo periodístico evidente, donde no solo se mezclan personajes reales con personajes ficticios, sino hechos reales con ficticios, de modo que forman parte de la trama, por ejemplo, el intento de asesinato al Rey en Mallorca en 1995, los papeles de Panamá o la guerra de Yugoslavia.

¿El nivel de violencia de algunos capítulos ha suscitado alguna polémica entre los lectores?

En el caso de El hombre que fue Viernes, sí que hubo lectores que consideraron inaceptable el nivel de violencia de las novelas. Algunos, incluso, la consideraron una falta de respeto hacia algunos personajes. Sin embargo, la gente que experimentó eso pero, aún así, siguió adelante y terminó la novela, le encontró sentido a esa utilización de la violencia que hace partícipes de ella a algunos personajes de carne y hueso. Sí que hubo una cierta polémica, pero yo entiendo que es un recurso literario totalmente admisible.

Y hasta la fecha, ¿cómo ha sido la acogida de Las intrusas?

Por el momento, ya tenemos la certeza de que a los lectores les gusta y que consideran apasionantes ambas novelas. Yo creo que son bastante interesantes, que aportan cosas y que, además, son muy divertidas, porque el humor está muy presente. Entiendo que, incluso en los momentos más dramáticos de la existencia, ocurren cosas graciosas. El humor es una situación paradójica que está muy presente en la vida real.

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