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Arquitectura amable para un planeta pequeño

Se propone no olvidar que los recursos son limitados y que está en peligro la supervivencia de muchas especies y la calidad de vida

Intervención en un espacio verde. LA PROVINCIA/DLP

Decía Margarita Yourcenar en su libro Memorias de Adriano que “cada hombre está eternamente obligado, en el curso de su breve vida, a elegir entre la esperanza infatigable y la prudente falta de esperanza”.

A estas alturas de un siglo XXI repleto de situaciones caóticas: la crisis medioambiental, una pandemia mundial, catástrofes ecológicas, incendios, volcanes y conflictos bélicos, parece difícil mantener la esperanza.

Por mi parte, si me preguntan qué arquitectura necesitamos para un futuro mejor, respondería simplemente que arquitectura amable para un planeta pequeño.

Quizás amable sea un adjetivo extraño para hablar de arquitectura. La amabilidad, en las personas como en la arquitectura tiene que ver con la sencillez y la discreción más que con la grandilocuencia y rimbombancia; más con lo doméstico que con deslumbrante. Amable deriva del verbo amar, su sufijo, indica algo susceptible de ser amado. Quizás eso sea lo que necesitamos para vivir mejor, para ser más humanos, un entorno acogedor, confortable, luminoso, con relaciones precisas de escala, texturas, colores, donde nos sintamos simplemente bien.

La arquitectura amable no tiene necesariamente que ser de hiperdiseño, ni tampoco la más funcional, ni la más racional, ni la más tecnológica. Ciertamente no es arquitectura ruidosa, a veces está en silencio y otras veces canta bajito sin desentonar con la música del lugar. Se caracterizan por ser más grande por dentro que por fuera y en ocasiones llega a alcanzar la invisibilidad.

Amabilidad es atención a los demás, por eso, la arquitectura que se propone no olvida que los recursos son limitados y que la sobrexplotación del planeta pone en peligro la supervivencia de muchas especies y la calidad de vida de las próximas generaciones, especialmente de los más desfavorecidos.

La consciencia medioambiental hace proponer una nueva cultura del habitar, alternativa a la cultura del usar y tirar. En ella se contempla reducir la generación de basura, reciclar, reusar, recuperar. Aceptar lo que tenemos y evitar el derroche siguiendo lógica de la economía de medios, no consumir más de lo que sea necesario para evitar que a otros les falte lo necesario.

La arquitectura amable tiene tres aliados:

1) La naturaleza. La arquitectura amable es una arquitectura que conoce y acepta las leyes de la naturaleza y las aprovecha a su favor. De ese modo procura reducir la huella ecológica de forma sensata, sin pretender crecer a toda costa. Un crecimiento desordenado puede ser dañino como un cáncer. Cuando la arquitectura respeta la naturaleza es sana y favorece una vida sana.

  • -Bioclimatismo. Arquitectura que aprovecha las condiciones del lugar para reducir el consumo de energía. Elige los materiales precisos, los que mejor responden al lugar y al problema que hay que resolver, minimizando así la huella ecológica.
  • -Arquitectura que pertenece al lugar y a la luz que le es propia. La luz precisa y a través de ella una relación con el tiempo porque somos seres fototrópicos.
  • -Respetar la naturaleza es un antídoto contra el individualismo. Nos hace conscientes de la necesidad de compartir, ya que el aire, el agua, la capa de ozono y la riqueza de la biodiversidad es de todos y entre todos debemos cuidarlo.

2) La tecnología. En las últimas décadas se han producido grandes cambios, tanto que los modelos que existen no son válidos, hay que reinventar una nueva forma de hacer las cosas, de construir, cambiar los paradigmas y aprender de lo vernáculo.

  • -Nuevos materiales, como el clt o los hormigones con reforzados con fibras que permiten la reducción del acero, de la huella de carbono, la utilización de materiales tradicionales en un modo nuevo.
  • -Nuevos sistemas, la industrialización del sector de la construcción y nuevas formas de hacer que racionalizan y optimizan los recursos materiales y humanos.
  • -Nuevas formas de gestión, que permiten arquitectura colaborativa y nuevos modelos de interacción que hacen sostenible. Minimizar el descarte es condición de sostenibilidad.

3) El tiempo. Las arquitecturas amables se alían con el tiempo y se viven a paso lento. No responden a la moda, no son figurativas, son contemporáneas y abstractas. Son de nunca y de siempre porque prescinden de cualquier gestos arbitrarios. Aceptan lo preexistente como bueno, sin prejuicios, aprovechando las posibilidades que puede ofrecer, sin distinción ni prejuicios, sin requerir que tenga un alto valor patrimonial, o un estado perfecto.

Se alían con el tiempo porque arquitectura que responde a la ética, no a la estética y sin embargo son todo lo contrario a la dejadez o el deshabillé. La elegancia en arquitectura es el dominio del espíritu sobre la materia, de los grandes maestros hemos aprendido la sobriedad, como de Luis Barragán.

La nueva cultura del habitar que proponemos acepta las condiciones de escasez sin renunciar a la belleza. Es una rebelión pacífica a la que todos los que habitamos este pequeño planeta estamos llamados a participar. Todos, cada uno desde nuestro sitio podemos poner un grano de arena para construir un mundo mejor.

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