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Análisis

César Manrique: ¿Cómo te encuentras...?

Se cumple el 30º aniversario del fallecimiento del artista que transformó Lanzarote

y su obra y advertencias sobre el peligro del cambio climático siguen de actualidad

César Manrique. La Provincia

César, llevo unos días indagando en la caverna de mi alma, intentando buscarte para compartir contigo algunos recuerdos…., en medio de la penumbra busco la luz, y sólo la encuentro en la physis (naturaleza)…

Han pasado ya 30 años desde que te perdimos de vista, pero nunca hemos dejado de sentir tu presencia, tan poderosa y mágica, que jamás podrá borrar su huella entre nosotros, como un testigo constante, como un eco siempre consciente que nos recuerda que no somos dueños, sino sólo seres de paso, pero siempre responsables, del uso que damos a este tesoro que es la naturaleza, heredada pero a su vez legado, que tenemos que proteger para transmitir a nuestros descendientes.

Como una trágica metáfora de nuestro tiempo, el 25 de septiembre de 1992, seguramente envuelto en tus pensamientos, fuiste arrasado materialmente por un vehículo, de esos que invaden nuestros caminos y se convierten en la gran pesadilla de la modernidad. Tú bien lo sabías, cuando en todo tu afán luchaste siempre por preservar los valores naturales de nuestra tierra. Y esa durísima noticia nos golpeó a todos, cuando todavía estaba fresco tu recuerdo en la magnífica exposición: César Manrique, Arte y Naturaleza de la sala El Arenal de Sevilla con motivo de la Expo 92: “La vida no se termina, se transforma”, proclamabas, entusiasta, y desafiante ante el devenir de la naturaleza, y sin miedo alguno a la muerte, que, como decías en una entrevista: “La muerte me parece una maravilla; el saber que me voy a morir, me permite crear el momento. Es como un divertimento, porque no tengo la responsabilidad de seguir existiendo, que en un momento determinado me evadiré”…

Desde tu infancia, correteando libre por las playas de Famara, llevabas dentro una fuerza misteriosa que te llevaba a sentir y a disfrutar de la naturaleza que te rodeaba, y sentiste el impulso de dibujarla, de pintarla, y más adelante, de expresar de mil formas diferentes todo lo que ella te sugería, porque era siempre tu inspiración, porque latía siempre en tu interior ese ARTE que no era más que esa fuerza creadora irreprimible que se colaba por todos los poros de tu cuerpo; y por eso, porque tú eras naturaleza y a ella te debías, no pudiste dejar de defenderla con uñas y dientes frente a los especuladores y a los poderes públicos que la esquilmaban sin el más mínimo pudor. Ese espíritu firme y rebelde te produjo grandes desencuentros y preocupaciones, pero nada podían contra esa energía poderosa que latía en tu interior y que creía siempre en la esperanza, en esa que da el coraje de vivir con el que te enfrentabas a todo, y con el que contagiabas a todos los que te admirábamos y te queríamos, en especial al pueblo de Lanzarote, esa isla maravillosa en la que siempre creíste y a la que fuiste capaz de volver en un momento de fama internacional, para luchar por ella y hacerla fructificar a los ojos del mundo.

Hace treinta años todos te lloramos, incluso los que te criticaron expresaron públicamente su pesar, pero este tiempo no ha podido ni ha sabido evitar el avance de la especulación, incluso en tu querida isla. Los intereses, la burocracia, el abandono, son los mismos que minusvaloran hoy en día la cultura y el arte en particular, relegándolo a un bien menor, como ocurre en las instituciones públicas. Hacen falta voluntades firmes que aprendan de tu ejemplo, para hacer valer la importancia de la creación artística en las escuelas, potenciando la formación artística desde la infancia y la juventud, y, por supuesto, el auténtico respeto al medio ambiente, no de palabra, sino de obra, en todos los ámbitos de nuestra vida. El cambio climático no hace sino recordarnos que ya desde hace mucho tiempo sabíamos a lo que nos encaminábamos, y tú bien que lo advertiste, pero no hicimos caso, ni entonces ni ahora, donde todavía hay negacionistas, si no de palabra, sí de hechos, y de dejación de responsabilidades.

Muchos recuerdos personales contigo se agolpan en mi mente, como tu sencillez al disfrutar de películas en el cine como El señor de las moscas y El club de los poetas muertos, las tertulias con amigos en el Derby, la celebración de tu 70º cumpleaños en tu casa de Haría, el disfrute de nuestra compañía en nuestra casa o el amable recibimiento que nos hiciste en Sevilla al enseñarnos a puerta cerrada tu última exposición poco antes de tu fallecimiento… Todo eso ya forma parte de tu presencia, nunca ausencia, que alienta tu recuerdo. No hubo tiempo, desgraciadamente, de celebrar aquél encuentro que habíamos proyectado sobre Arte y Naturaleza entre Emilio Lledó y tú en el Colegio de Licenciados, como hubiera sido nuestro común deseo, pero ahí queda nuestro empeño para imaginarlo.

¿Sabes? En 2019 se celebraron muchos actos por tu Centenario, pero nos supo a poco la exposición del CAAM, o el musical sobre César Manrique en Gran Canaria; te mereces más, mucho más, no tanto en actos de cara a la galería, sino a la hora de llevar a la práctica tus enseñanzas. Yo creo que la mejor forma de homenajearte es controlando desde las instituciones los desmanes que se siguen realizando contra nuestro espacio natural, fomentando con presupuestos y con personal especializado las enseñanzas artísticas, y obligando por ley al respeto por el medio, el paisaje y las políticas turísticas, para que sean sostenibles en el espacio y en el tiempo. Se me ocurre, como propuesta turística, con un catálogo bien documentado, una visita a la isla de Lanzarote como un todo artístico, pues la isla es el lienzo más importante en que tú pintaste lo que más íntimamente sentías.

Desde la oscura caverna del mundo en que vivimos, seguiremos buscándote en el camino luminoso que nos mostraste, a ver si somos capaces de encontrar salida a este triste laberinto.

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