Robe Iniesta aparece por arte de magia, siempre tan esquivo de los medios. Está al otro lado del teléfono, relajado. Con más de treinta años en el sector, ha cambiado de dígito sacando adelante la gira Ahora es cuando... que había quedado suspendida en el aire por la pandemia. Tiene que dormir pronto para volar al concierto el viernes 11 en Gran Canaria, a las 21.00 horas, y luego rumbo a Tenerife, pero el fundador de Extremoduro encuentra tiempo para la emoción.

Me decían que hace años el Pub La Calle con Extremoduro superó el aforo, todos estaban apretados... ¿Qué echaba de menos de los directos y qué recuerdos trae de Canarias?

La diferencia ha sido abismal entre los conciertos de la gira pasada con la gente sentada a hacerlo de verdad. Esta ya está siendo lo que debe ser: cantando y bailando, gozando. En la anterior no fuimos a Canarias porque siempre es un poquito difícil ir y hay que ponerle más ganas por parte de todos, promotores, técnicos, para llevar las cosas y, al final, haces el espectáculo con un equipo y te cuesta hacerlo de otra forma. Pero contento siempre de volver. 

Siempre habla de cómo sus letras salen de la emoción pura. Ahora, voy a la contra, ¿qué hace cuando está apático?

Yo no sé cuáles son los mejores momentos. Tampoco puedo planificar nada sobre hacer una canción más triste, más alegre, las cosas salen como salen, y no quiere decir nada como estés. En un momento dado que estés depresivo te pueden salir más letras porque le das vueltas a la cabeza o pueden ser letras mejores... Me pasé una temporada hace mucho tiempo sin que me saliera nada. No sé si era porque me metía mucha presión o realmente no tenía nada que decir. De repente, volví a hacer canciones y no sé qué botón tengo que tocar para que salgan de una forma u otra. Afortunadamente, ahora tengo temas para hacer un próximo disco. Así que estoy muy contento. 

¿Seguirá la estela de su anterior trabajo, Mayéutica?

Serán canciones independientes entre ellas. Cuando compones temas en muy poco tiempo tienes en la cabeza las mismas cosas que te mueven, lo haces sobre un concepto, como Mayéutica, pero aquí no hace falta que estén unidos.

¿Le ha generado algún tipo de malestar ser ídolo de masas?

Presión siempre te metes. Hay que intentar no hacerlo y evitar pensar en hacer la mejor canción del mundo o, si no, nada. Por otra parte, los artistas siempre necesitamos el reconocimiento de la gente porque el arte no es como una pared, en la que puedes verificar cómo está hecha, aquí alguien te puede venir y decir, lo que tú haces es una mierda. Tal vez sin razón, solo porque lo siente así. Simplemente, necesitas que venga una persona que te diga algo bonito de tu trabajo que te da fuerzas y te invita a tener valor para buscar caminos diferentes. 

¿A quién acude primero cuando tiene algo nuevo?

A mi mujer. Además, como la conozco, se lo ves en la cara, no hace falta que diga mucho. En cuanto tienes algo, estás loco porque lo oigan. Aún así, cuando estás en el momento de la creación no es el momento adecuado para la crítica, más bien después cuando escuchas a los demás y a ti mismo. 

Tras el fin de Extremoduro, ha habido un cambio tanto a nivel de letras como orquestal. 

En las letras, ha habido una evolución. El cambio más grande es en la manera de trabajar, por ejemplo, con Extremoduro era más haciendo maquetas en el ordenador y luego se lo pasábamos a los demás. En este proyecto vamos juntos al local de ensayo, haciendo las canciones entre todos, más como una banda. Ese es el principal cambio, del cual estoy cada día más contento. Más vivo. Me parece que el rock hay que trabajarlo sobre lo que haces cada día para que cada uno le pueda sacar el máximo partido a su instrumento. En la música de ahora hay un cantante sobre una base y no hay ni músicos en la mayoría de los casos.

Una diferencia es el contenido de las letras. En las suyas está Machado, Manolo Chinato...

En España, el rock siempre ha sido una música de minorías. Para la mayoría está el pop, disco, música de baile. Las letras son menos profundas y están en un segundo plano porque al que quiera bailar le interesa que tenga un buen ritmo y moverse bien.

¿Usted ha perreado?

[Risas]. Algún perreo sí que hay en el concierto. Ya verás. Tampoco te digo que lo vaya a hacer yo. 

"Lo que pase en un sitio afecta al otro: nos vamos a ir todos a la mierda, pero todos juntos"

¿Cómo se inspira para su discurso literario?

Leo de todo un poco. Historia, novelas, biografías, ensayos, poesía... Poesía, principalmente, leo la que me manda la gente. Como es difícil de vender y que llegue a un público grande, hay muchos poetas que se hacen autoediciones, con pequeñas editoriales, y mezclo los géneros, pero la poesía lees un cortito y te lo has saboreado. 

Lo minoritario está tanto en su lectura como en lo que toca. No obstante, alza la voz, como cuando reivindicó los espacios para músicos al aceptar la Medalla de Extremadura. 

Siempre hemos intentado dar un altavoz cada vez que tienes oportunidad, aunque sea pequeñito. El otro día leí en un artículo que ya no había música underground porque cualquiera puede hacer un tema en su casa y sacarlo en YouTube. Pero nadie te va a encontrar ahí si no te busca. La diferencia entre lo comercial y lo underground es que una cosa tienes que ir a buscarla y la otra te bombardea; y el rock siempre ha sido así, no te lo meten en la radio ni en la tele, ni nada. 

Con su trayectoria...

Una larga, que es lo peor. 

¿Por qué?

Porque demuestra que soy viejo ya. [Risas]. Pero de ahí a decir que soy mainstream, para nada. Sigue siendo música que buscar. 

¿Qué da su música a quien vive en la incertidumbre?

Las canciones tienen que pasar el listón de emocionarte. Si además te hace pensar, objetivo cumplido. No marcar una directriz ni decir lo que está bien o mal.

¿No quiere ser el cantante de una generación?

Un cantante de una generación cantando siempre las mismas canciones... No pienso hacerlo. Lo que más me motiva es que a la gente le guste lo que vas haciendo, lo demás es dormirse en los laureles.  

En su concierto habrá gente de todas las edades.

Lo de que vaya gente nueva a los conciertos me gusta mucho. No gente que esté ahí por las canciones de hace diez, veinte o treinta años, si no gente que se va apuntando un poco de nuevo porque le gusta el trabajo. Es lo que me gusta de estar vivo y estar haciendo cosas nuevas. 

Justamente se están despidiendo grandes como Joan Manuel Serrat, o algunos hacen los que parecen que serán sus últimos bolos, como Víctor Manuel, Joaquín Sabina, Miguel Ríos.

Es una pena, pero es normal. Tienen un montonazo de años, quizás sigan haciendo canciones, pero los directos son muy exigentes. Tienes que viajar mucho, darte un poco de mala vida y estar bien. Tú mismo te exiges estar en buenas condiciones y me imagino que habrá un momento en el que no se puede, joder. No es mi caso, eh. 

Hablando de energía, ¿qué hubiera pasado de haber seguido consumiendo?

Fue ella la que me dejó a mí. Si no la hubiera dejado, con la misma no hubiera pasado de los 25 años. Hay que vivir en cada momento lo que te pide el cuerpo.

¿Siguen sin gustarle el color de las banderas?

No les encuentro ningún atractivo. Vivimos en un momento global, lo que pase en un sitio afecta al otro: nos vamos a ir todos a la mierda, pero todos juntos. Creo que es lo malo de las democracias, que si cada uno vota en su propio interés, en el interés de su pueblo y en el interés de su país, al final, esto no será más que fuente de enfrentamientos y confrontación.

Más que votar, hay desafección. ¿Está harto o frustrado?

Un poco pesimista, sobre todo con el medioambiente, ¿cómo es que no somos capaces de ponernos de acuerdo? Este verano ha sido otra señal más. Tenemos que pensar de una manera más global. 

¿Qué recuerdo tiene de sus padres cuando vendió aquellos 250 boletos para financiar su primer disco?

Ellos lo vivieron con mucha ilusión. Veían que, por fin, hacía algo con mi vida. Si no me hubieran ayudado, a lo mejor no hubiera conseguido nada. El recuerdo es lejano, pero muy bueno. 

¿Y el juicio de Live Nation?

En enero. Me demandaron por tres millones de euros al quejarme por cómo habían hecho la devolución de las entradas, por llamarles zoquetes, entre otras cosas, y espero que al final se imponga la cordura. FACUA les puso dos denuncias y dicen que les jodí su reputación, ¿yo, a ellos? Lo que quieren hacer es que todos los músicos seamos sumisos y que tengamos la boca cerrada ante sus atropellos. 

Le podrán quitar todo, pero nunca la libertad de expresión.

Es cuestión de ser mainstream o underground. Si quieres salir en los medios, tienes que mantener un cierto nivel de corrección. Pero, si te la suda, pues tienes que aceptar vas a tener que ser un poco más buscado. Por mi parte, no es una elección, es que no sé hacerlo de otra manera. 

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