Las maniobras del amor

Filmoteca Canaria nos traslada a la era dorada de la ‘screwball comedy’ con una muestra integrada por cinco de los filmes más representativos de un género dotado de una precisión narrativa tan quirúrgica como magnética

‘La pícara puritana’, de Leo Mc Carey, con Irene Dunne y Cary Grant.

‘La pícara puritana’, de Leo Mc Carey, con Irene Dunne y Cary Grant. / Claudio Utrera

Claudio Utrera

Claudio Utrera

A partir del próximo martes en Las Palmas de Gran Canaria (Teatro Guiniguada) y del jueves 9 en Santa Cruz de Tenerife (Espacio La Granja), Filmoteca Canaria retoma su programa mensual de proyecciones, tras el largo paréntesis navideño, con la presentación de El amor es un clásico, una nueva retrospectiva de claros tintes románticos, y con copias remasterizadas, en la que se incluyen cinco de los filmes más influyentes de la alta comedia americana producidos en el periodo comprendido entre 1930 y 1950 y que integran, desde hace muchas décadas, el imaginario cinematográfico de varias generaciones de espectadores y espectadoras, algunas de las cuales, como la que corresponde a este comentarista, pobladas por muchos aficionados que ya peinamos canas.

Pero no hemos de perder de vista que hablamos de cine clásico, etiqueta que requiere y exige, naturalmente, de una mirada diferente por parte de un público instalado en las coordenadas técnicas, estéticas e ideológicas de un nuevo siglo: escrutar aquellas vertientes que han hecho eterno a ese cine, pese a los muchos años transcurridos desde su creación y la de veces que sus explosivas imágenes se han clavado en nuestras retinas gracias a los diversos soportes tecnológicos que a lo largo de la historia nos han permitido revisarlo sin la menor dificultad, aunque esta vez juega con el aliciente añadido de que cada proyección se efectuará en sendas salas oscuras y en pantalla grande, objetivos que, como resulta obvio, se hace cada vez más inalcanzable, al menos en el ámbito de nuestra comunidad, sin la mediación, como es el caso que ahora nos ocupa, de una institución pública.

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‘’Nacida ayer’, de George Cukor, con Judy Holliday y William Holden. / Claudio Utrera

Banquete de cine

Así pues, el banquete está servido para que la comunidad cinéfila pueda participar del merecido homenaje al que se han hecho acreedores los pioneros de un género dotado de una precisión narrativa tan quirúrgica como magnética, así como de una nómina de intérpretes, encarnada, entre otras estrellas de gran renombre, por Clark Gable, James Stewart, Katherine Hepburn, Barbara Stanwyck, Donna Reed, Claudette Colbert, Fred McMurray, Gary Cooper, Judy Holliday, Irene Dunne, Paulette Goddard, Jean Harlow, John Barrymore, Herbert Marshall, Joan Crawford, Spencer Tracy, Joel McCrea, William Powell, Mirna Loy, Robert Montgomery, Mae West, Don Ameche o la mismísima Greta Garbo, cuyo perfecto acoplamiento con la frenética cadencia de imágenes que le imprimían a sus comedias maestros de la categoría de Howard Hawks, Frank Capra, Ernst Lubitsch, Mitchell Leisen, Gregory La Cava, George Cukor, Preston Sturges, Leo McCarey, Billy Wilder o George Stevens afrontando asuntos tan latentes en la sociedad estadounidense de la época como la eterna batalla de los sexos, la necesidad vital de neutralizar los devastadores efectos causados por la guerra, la quiebra social desatada por la recesión económica o el ámbito familiar como fuente permanente de conflictos intergeneracionales.

Y aunque no están todos los que son, títulos legendarios en la memoria de cualquier buen amante del cine, como Sucedió una noche (It Happened One Night 1934), La Pícara puritana (The Awful Truth, 1937), Ninotchka (Ninotchka, 1939), Bola de fuego (Ball of Fire, 1941) y Nacida ayer (Born Yesterday, 1950) desfilarán, a partir de la próxima semana, por el Teatro Guiniguada y por el Espacio La Granja, insisto, tal y como fueron presentadas en su estreno, es decir, como mandan los cánones más ortodoxos del espectáculo cinematográfico.

Las maniobras del amor

Las maniobras del amor / Claudio Utrera

Entretenimiento intrascendente

Hollywood ha sido descrito tradicionalmente como un lugar que prefiere el entretenimiento intrascendente a las películas serias. El viejo dicho, atribuido a Louis B. Mayer, fundador de la Metro –«Si quiere trasmitir un mensaje, envíe un telegrama»– parecía resumir la actitud de la denominada meca del cine hacia las películas de trasfondo político o social. No obstante, filmar películas que afrontaran temas de esta naturaleza fue bastante común, si no todo un lugar común. Los estudios lanzaban periódicamente filmes como los incluidos en este ciclo, que combinaban el entretenimiento con el comentario crítico que conseguían poner nerviosos al mismísimo Will Hays, creador del famoso código de censura que lleva su nombre.

Pues bien, a pesar de tratarse de un puñado de títulos que definen nítidamente la idea según la cual mentes tan privilegiadas como las de Frank Capra, Leo McCarey, Ernest Lubitsch, Howard Hawks o George Cukor, por citar solo a los directores de las películas seleccionadas para el presente ciclo, decidieron instalarse, unos eventualmente y otros de manera definitiva, en el campo de la comedia para explorar territorios teóricamente reservados al cultivo de la frivolidad como contrapeso ante un mundo asediado por la depresión económica, los tambores de guerra y el sentimiento de desesperanza que transmitía un tejido social cada vez más inestable y amenazante.

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Las maniobras del amor / Claudio Utrera

Screwball comedy

Merced al talento de decenas de cineastas conscientes del poder transgresor del que disponía la comedia en momentos políticos y sociales tan particularmente conflictivos, la screwball comedy, género de clara ascendencia teatral, se convertiría, paradójicamente, en uno de los grandes instrumentos de los cineastas hollywoodienses para explorar su entorno y la sociedad sobre la que Hollywood construía sus propios mitos. De ahí que muchas de estas películas, aparentemente inofensivas, pero cargadas de vitriolo, llevaran en su interior una carga crítica tan corrosiva que no escapó a las iras de los sectores más reaccionarios de la sociedad estadounidense del momento, que eran calificadas, en algunos casos, de «moralmente peligrosas, antipatrióticas y antisociales» (sic).

Programa

El ciclo arrancará con la proyección de Sucedió una noche, la película de Frank Capra que inauguró el género en 1934 y que iba a ser furor en el Hollywood de los años treinta, con su mezcla de acción frenética, humor, romanticismo e ironía, acompañada de un despliegue verbal inusitado, situado todo entre las clases medias o altas de una América que comenzaba a salir lentamente de la devastadora depresión de 1929. Escrita por el propio Capra y por Robert Riskin, su guionista habitual, e interpretada por Clark Gable, Claudette Colbert y Ward Bond, Sucedió una noche obtuvo cinco Oscar, incluido el de Mejor Película, Mejor director, Mejor Actor y Mejor Actriz y su éxito de público y de crítica superó todas las expectativas.

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Las maniobras del amor / Claudio Utrera

En La pícara puritana, escrita por Viña Delmar, a partir de la comedia homónima de Arthur Richman, con la que Leo McCarey consiguió su primer Oscar como Mejor Director, el autor de las dos inolvidables versiones de Tú y yo (An Affair to Remember, 1939 y 1957), ridiculiza una serie de valores en otra época respetados y mayoritariamente aceptados por la sociedad norteamericana. Se trata, como no podría ser de otra manera al hablar de un realizador de probada solvencia en el género, de un filme inteligente, maduro, que rebosaba violencia (golpes, caídas, saltos, acrobacias, brillantísimos diálogos, y una acción arrolladora) por todos sus poros, logrando un conjunto de endiablada energía visual. El broche final de la función lo ponen dos intérpretes en perfecto estado de gracia: Cary Grant e Irene Dunn, acompañados por el Ralph Bellamy y Alexander D´Arcy, dos secundarios de lujo.

Las maniobras del amor

Las maniobras del amor / Claudio Utrera

A pesar de que con Ninotchka el maestro Lubitsch logró abrir la caja de los truenos entre la clase intelectual estadounidense, defensora durante aquellos años de los postulados políticos que regían en la Unión Soviética, la película, libremente inspirada en la novela homónima de Melchior Lengyel, y adaptada a la pantalla por Charles Brackett, Billy Wilder y Walter Reich, causó cierta controversia internacional al mostrar abiertamente un retrato particularmente mordaz de la URSS a través del personaje de Ninotchka Yakusova, que encarnó maravillosamente bien Greta Garbo. Así pues, la polémica estaba servida, pero la endiablada destreza que despliega el director alemán en su puesta en escena y la entrañable actuación de la mítica estrella como una bella y enigmática espía rusa convierten una aparente diatriba contra el comunismo en una sutil, brillante y desmitificadora contienda entre dos concepciones de la vida, de la política y del amor radicalmente opuestas.

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Las maniobras del amor / Claudio Utrera

Autor, entre numerosos éxitos, de La fiera de mi niña (Bringing Up Baby, 1939), otro título fundamental del género cuya ausencia en la terna de los Oscar de aquel año causó verdadero estupor, el genial y prolífico Howard Hawks también tiene presencia en esta muestra con Bola de fuego, una comedia inclasificable sobre un puñado de expertos que intentan sacar adelante el proyecto de una macro enciclopedia donde tenga cabida todo el saber humano, mientras se enfrentan a las complicadas peripecias por las que han de atravesar para que nada falte, ni siquiera el lenguaje popular que se emplea fuera del sofisticado círculo en el que se mueven. El rigor y la solvencia con las que afrontan sus respectivos papeles Gary Cooper, Barbara Stanwick, Dana Andrews y Dan Duryea constituyen, sin duda, otra de las bazas fundamentales del enorme éxito de crítica y público que acompañó a esta película desde su lejano estreno en 1941.

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Las maniobras del amor / Claudio Utrera

Esta pequeña pero sustanciosa retrospectiva, susceptible, sin duda, de ser ampliada en futuras programaciones para no dejar en el olvido muchos otros títulos que revolotean continuamente en la memoria de millares de cinéfilos, concluye con la presentación de Nacida ayer, una muestra más de la habilidad del gran George Cukor a la hora de plasmar los sentimientos y los anhelos de libertad de sus personajes femeninos. No en vano, Judy Holliday, protagonista indiscutible de esta alocada comedia de notable trasfondo social, se alzaría con el Oscar a la Mejor Actriz interpretando a Billie Dawn, la novia de un capo mafioso que aspira a convertirse con el tiempo en una señora elegante y respetable. Astros de la dimensión de William Holden o Broderick Crawford, con los que comparte reparto, quedan virtualmente diluidos ante el potencial expresivo que destila esta estrella inclasificable.

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