El espíritu del cine de los márgenes

Domingo, 1940. La camioneta del cine recala en un recóndito pueblo castellano en las arenas de la posguerra. Las luces se apagan, el proyector ilumina la pared de un desvencijado edificio y, en primera fila, las niñas Ana e Isabel, de seis y ocho años, miran al monstruo a los ojos: la película es Dr. Frankenstein y su mito convoca todas las preguntas. Pero se trata, en realidad, de una película dentro de otra película, que es casi un poema sensorial y onírico que pone de manifiesto que la percepción, la imaginación y la sombra revelan mucho más que la conciencia.

Su título es El espíritu de la colmena (1973), obra maestra de Víctor Erice, que cumple medio siglo desde su estreno en España y que protagoniza la imagen del 22º Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, que hoy da el pistoletazo de salida a diez jornadas consecutivas de amor al séptimo arte con perspectiva autoral, artística, experimental, arriesgada y, a menudo, refulgiendo en los márgenes.

En esta edición, la mecánica celeste de la cinefilia, que rige las órbitas de las películas a lo largo del tiempo, conecta el espíritu de este homenaje al segundo protagonista de esta entrega, el cineasta británico Terence Davies y su filmografía pictórica, cuyo aliento clásico se inspira en películas como la de Erice, tal como confesó antes de suspender su viaje a la capital grancanaria por motivos personales. No obstante, todas sus películas-cuadro se exhibirán en pantalla grande en una retrospectiva íntegra de su universo enraizado en Liverpool.

La cita cinematográfica de referencia en el Archipiélago engloba tres apartados competitivos: su Sección Oficial, corazón de la muestra, con un marcado acento experimental o underground; Canarias Cinema, con obras filmadas o producidas en el contexto de las Islas; y Panorama España, que reúne las joyas recientes del cine español independiente. Pero desde este viernes, el tren de las cinematografías de todas las latitudes, lenguajes y miradas estaciona en el enclave de Cinesa El Muelle y el espacio Miller para dar comienzo a las proyecciones, a las preguntas. Una invitación a soñar desde las salas de cine, antes de que cierren, para que el sueño dure tanto como una tarde de domingo o el eco de un clásico.

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