Entrevista | Paula Quintana Bailarina

«En un momento como el que vivimos es muy importante volver al cuerpo»

«Con ‘Huerto’ cierro una trilogía que habla sobre nuestra capacidad de cambiar, de abrir otra etapa», afirma

Paula Quintana.

Paula Quintana. / LP/DLP

La bailarina tinerfeña Paula Quintana representa los días 2 y 3 de junio, a las 19.30 horas, la pieza ‘Huerto’ en el teatro Cuyás. Quitana, que fue la coreógrafa de Blanca Paloma en Eurovisión y de los actos del Día de Canarias 2023, presenta un trabajo de investigación multidisciplinar y tercera parte de una trilogía sobre el empoderamiento que comenzó con la obra ‘Las alegrías’ en 2019 y continuó con ‘La carne’ en 2020.

¿Cómo conecta Huerto con sus dos anteriores piezas con las que conforma un trilogía?

Son piezas que hablan de la capacidad que tenemos de renacer y de apoderarnos, de cambiar, de agotar una etapa, abrir otra y renovarnos. De una cantidad de potencias que tenemos y que muchas veces no desarrollamos o no nos acordamos que tenemos. Recordar que no solo somos tareas que hacer e ideas, sino que tenemos un cuerpo inteligente con emociones, herencias y conocimientos. Es la capacidad de renacer y de todo lo que somos capaces de hacer. Y de eso va la trilogía.

¿Cree que la ciencia, cuando tenemos un problema psicológico, se centra más en curar la mente y abandona al cuerpo?

Se piensa que la conexión con el cuerpo es algo de astrología oculta y no es eso. Simplemente es cuando uno sale a correr y se encuentra mejor después. Es algo de que somos físico y hay unas capacidades de las que nos olvidamos para superar los problemas. Hay quienes lo están llevando a un plano virtual, pero el cuerpo tiene muchísimas herramientas y capacidades más allá de eso.

Es la eterna pregunta de Oscar Wilde de si la mente domina al cuerpo o el cuerpo a la mente.

Yo creo que hay que saber cuándo va en una dirección o en otra. La mente sirve para algunas cosas, pero no para todas. Hay cosas que es mejor que escuchemos más al cuerpo que es más sabia y aprendamos los ritmos que estamos siempre cambiando. Que no somos lo mismo por la mañana que por la noche, ni con cinco que con 55 años, que el cuerpo sabe cómo regenerarse y tus emociones no son las mismas. Aprender de eso. En un momento como el que estamos viviendo es muy importante volver al cuerpo para saber gestionar lo que nos pasa. Estamos perdiendo muchas herramientas que olvidamos que las tenemos.

¿Y cómo se empieza a actuar de esa manera?

Es preguntarte a ti mismo si es coherente lo que siento con lo que pienso. Es importante hacernos esas preguntas para perder el miedo a lo que no creemos. Y el cuerpo sabe perfectamente.

¿Y cómo refleja todas esas ideas en las piezas?

Mi intención con las piezas es generar en el espectador una sensación que le haga pensar. Las piezas no van de explicar ni de representar una historia. Pero que lo que tú veas o escuches te despierte una serie de emociones que te hagan pensar ‘ay, me estoy sintiendo de otra manera’ y que te haga reflexionar. Que haya algo visceral y pienses que eso te está moviendo cosas. A veces es muy bueno que te remueven cosas porque uno se siente mejor. Es como generar una experiencia que te hacen pensar y sentir capacidades que habías olvidado que tenías.

Y es muy gimnástico desde el punto de vista estético.

Para mí el ballet tiene que ser muy hipnótico, que entre el espectador y se olvide de pensar y que tenga un poco la sensación de reflexionar sobre lo que está viendo y que no pueda dejar de mirarlo hasta que termine la pieza. Una persona me dijo que ir a verme era como ir a misa, que entras, asistes a una ceremonia y sales distinto. Para mí la escena es un lugar para encontrarnos, para pensar y sentir cosas que habitualmente en la vida cotidiana no podemos ni tenemos tiempo. Entonces, para mí, esto es una especie de laboratorio, de decir, ‘vamos a meter aquí una obrita y vamos a reflexionar sobre cosas y si hay que reír se ríe y si hay que llorar se llora, y no pasa nada’. Y la escena me da esa libertad. Me siento muy libre en el teatro, más que en la vida.

Es estimulante ver una obra sobre sensaciones en la época de la excesiva información.

Sí. Parece que estamos siempre buscando algo que nunca encontramos. Cojo una cosa y ya la consumí, y cojo la siguiente, y la siguiente, con una sensación de vacío permanente. Y de repente sales una tarde y ves una puesta de sol y disfrutas más. Y eso es Huerto, es pararte a ver el paisaje. Creo que viene bien en un momento como este de tanta información, tan caótica y de tanto miedo, porque la mayoría de la información solo nos habla de problemas, solo nos meten miedo y nos hace sentir vulnerables, débiles, indefensos y con miedos al futuro. Y así es muy difícil construir nada bonito. Es muy difícil l construir un futuro mejor cuando el único mensaje que recibimos son negativos. Y creo que debemos volver a creer en lo que somos capaces de hacer y el cuerpo es el perfecto ejemplo.

Y más en una época como la actual en la que han aumentado los problemas mentales.

Estamos en una época en la que todo el mundo tiene que tomar ansiolíticos, antidepresivos, etc. Estamos en un cóctel molotov de emociones reprimidas de miedo, deseo y frustraciones en el cuerpo. Hay que aprender a gestionar todo eso de una forma buena. Y eso a mí me interesa mucho.

¿No se le ha ocurrido impartir cursos sobre todo eso?

En la segunda pieza de la trilogía, La carne, trabajo con jóvenes adolescentes en la pieza y luego esos jóvenes actúan conmigo en la función y es maravilloso. La propuesta la cogió la Fundación La Caixa y te das cuenta de lo fácil que es, que es algo que sabemos hacer y desconocimos. Estoy constantemente trabajando con grupos y compañías nuevas, colaborando en proceso creativos con gente joven.

Un ejemplo más de cómo se pueden realizar iniciativas sociales a través de la cultura.

La cultura es fundamental porque es donde desarrollamos nuestras emociones. Para saber matemáticas yo voy a clases de matemáticas. Pero aprender cómo pensar por mi misma eso es cultura. La cultura es diferente al ocio. El ocio es algo maravilloso, pero la cultura es algo que te enriquece como ser humano y te hace mejor persona contigo mismo. Y lo hemos abandonado tanto que parece algo lejano y en realidad es algo importante. Porque al igual que defendemos la sanidad y la educación pública como imprescindible, la cultura no puede ser algo tan alejado de las sociedad.

Eso lo saben muchos países avanzados, pero en España aún tenemos problemas para eso.

Yo he trabajado mucho en el extranjero, en Francia, que entienden que la cultura es básica para que la sociedad sea más pacífica y desarrollada. Porque es emporedar a la gente para que la gente sepa tomar decisiones por si misma, a respetar ideas diferente y no verlo todo como una amenaza.

¿Qué coreógrafos la han influido en su ballet actual?

Me inspiro en muchas cosas, no solo en gente de las artes. Desde cómo rompe el mar en las rocas hasta historia de personas mayores, pasando por una película que me fascina. El arte lo encontramos en todas las partes. En Huerto es como encontrar el origen y por eso son movimientos tan tribales con un lenguaje propio y honesto. Creo que el público es inteligente y confío en que lo vaya a entender, y que confíen ellos mismos en lo que entienden. Cuando me dicen tras una función mía eso de ‘no sé si lo entendí’ yo respondo que lo importante es eso mismo, que te haga preguntas.

Usted fue la coreógrafa de Blanca Paloma. ¿Qué le pareció que el voto particular a España fuera tan ridículo?

Es raro porque las encuestas nos daban alto y aunque la del jurado fue buena, la del público fue demoledora y por eso bajó tantos puestos. Pero creo que influyeron muchos factores. Era una canción arriesgada pero un riesgo muy bien hecho y eso a veces sale increíblemente bien en el Benidorm fest pero en Eurovision no. Pero no hay que tener miedo a eso porque sinó no hacemos cosas nuevas dejamos que lo hagan los otros. Hubo gente que dijo que no era eurovisiva, pero no que no tuviera calidad. Pero no hay que olvidar que ganó un concurso en España y por eso fue.

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