AMALGAMA

Filosofía política hispánica

Juan Donoso Cortés. | | LP/DLP

Juan Donoso Cortés. | | LP/DLP / juan ezequiel morales

Juan Ezequiel Morales

Juan Ezequiel Morales

En el acervo de la filosofía española que, sobre todo cuando el país disponía de siete millones de habitantes conquistó medio mundo y, en consecuencia, proporcionaba una base de pensamiento en el Ius Gentium, nos fijamos en dos pensadores posteriores al inicio del ya deplorado imperio español, y posteriores al Tratado de Tordesillas de 1494 entre el reino olisipiense y el español: Juan de Mariana (1536-1624) y José Donoso Cortés (1809-1853).

El Tratado de Tordesillas casi que fue un epitalamio entre dos poderes que conquistaron el planeta a causa del entorpecimiento de la globalización que había en oriente provocado por el islamismo imperial con el que se mantuvieron diversas guerras ganadas por los cristianos. Cien años después del inicio de la conquista americana, pues, Juan de Mariana, jesuita (una especie de orden de soldados de Cristo y del Papa) publicó en latín una gigantesca obra, Historia General de España (1592), de 27 tomos, pero fue en De rege et regis institutione (1599) donde analizó la naturaleza del poder político y defendió la resistencia y el tiranicidio, la rebelión contra los gobernantes, cuestión que, cómo no, influenció a John Locke, y a los revolucionarios de la Revolución Francesa (1789, 180 años después) y de la Revolución Americana (1776, 177 años después, hasta su Constitución en 1787), hasta hacer decir a Thomas Jefferson: «El árbol de la libertad debe ser regado con la sangre de los patriotas y de los tiranos», o inspirar la propuesta para el Gran Sello de EE.UU a Benjamin Franklin con la frase: «Rebellion to Tyrants is Obedience to God», es decir, la Rebelión contra los Tiranos es Obediencia a Dios.

El libro de Mariana, De rege et regis institutione, fue quemado en 1610 en el parlamento de Paris, considerado libro subversivo y causante del asesinato de Enrique IV de Francia, por haber incitado al tiranicidio como solución aceptable, propuesta que, no obstante, había sido con anterioridad incluida en sus obras por el mismísimo Tomás de Aquino.

Se añade por los pensadores políticos de su tiempo que el gobernante, además, ha de ser defensor de la fe católica, como Diego Saavedra Fajardo, en Idea de un principio político cristiano, de 1640 (41 años después), pero el lío ya estaba montado. Si nos vamos dos siglos después en la historia del pensamiento español tenemos a Donoso Cortés, contrarrevolucionario que, en vista del comportamiento popular desde 1789 a 1815 en toda Europa, pasó a proponer un famoso «Discurso sobre la dictadura», en el Congreso de los diputados, en 1849, ansiando la vuelta del orden tradicional. La dictadura, para Donoso, es la única forma de gobierno que evita la anarquía y el caos entre dos bandos siempre presentes: «se trata de escoger entre la dictadura que viene de abajo y la dictadura que viene de arriba».

Cómo no, el filósofo del derecho alemán Carl Schmitt, en su La Dictadura. Desde los comienzos del pensamiento moderno de la soberanía hasta la lucha de clases proletaria, escrito en 1921, citó a Donoso Cortés y denominó la propuesta del español como «decisionismo», dado que las decisiones democráticas se convierten en inoperantes y para arreglarlo está en Fuehrerprinzip.

Claro que Schmitt reformula a Donoso Cortés en el sentido de que éste pensaba en una dictadura católica para salvar a Europa del incipiente pensamiento socialista y Schmitt explicaba que «la excepción en jurisprudencia es análoga al milagro en teología» (en Politische Theologie, de 1922), de donde rechazar un estado liberal es correlativo a una teología que erradica del mundo el milagro, es decir, la Ilustración expulsó a Dios de la historia y, en paralelo, el liberalismo erradica la intervención dictatorial del soberano del escenario democrático con el «gobierno de las leyes». Schmitt, nada religioso, se interesa más en generar un dios secularizado, aunque nos dice que, visto desde un punto de vista normativo, parezca que «la decisión emana de la nada». Se trata de dominar el caos por una orden emanada de una voluntad «divina», el «Fuehrerprinzip».

La filosofía y la política, como la bolsa y la economía, siempre tienen sus ciclos. Nunca «Rebus sic stantibus», y normalmente los ciclos se reinician en sentido del «Fuehrerprinzip» cuando los gobernantes son invadidos por la turpitud.

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