Cine

'20 días en Mariúpol': el documental de Óscar que ojalá nunca se hubiera rodado

El fotoperiodista ucraniano Evgeniy Maloletka aterriza en Las Palmas de Gran Canaria para acercar la realidad de Ucrania al Archipiélago con la proyección del premiado documental y un coloquio posterior

Martina Andrés

Martina Andrés

«Quizá soy el primer director que dice esto sobre este escenario: ojalá nunca hubiera hecho esta película». Estas fueron las palabras de Mstyslav Chernov, director de 20 días en Mariúpol cuando el pasado 10 de marzo la cinta rodada en la ciudad ucraniana que le da nombre recibió el Óscar a Mejor Documental. Durante el discurso, el fotoperiodista Evgeniy Maloletka lo acompañaba ante el público junto al resto del equipo. Y hoy, cuatro días después, aterriza en Las Palmas de Gran Canaria para acercar al Archipiélago -y al mundo- la realidad de su país.

Pero su voz y su mirada ya estaban aquí desde antes, con su trabajo fotográfico en las paredes de la Biblioteca Insular dando forma a la exposición Crónica visual de la infamia, muestra comisariada por el fotógrafo Leonardo Betancor que cuenta con un total de 40 instantáneas que el fotógrafo ucraniano realizó durante los comienzos de la invasión rusa en febrero de 2021 y los días que siguieron después. Pero, aunque el mundo no mirara tanto hacia Ucrania por aquel entonces, su trabajo se remonta a ocho años atrás, en 2014, cuando Rusia se anexionó Crimea -territorio ucraniano hasta entonces- y comenzó la guerra del Donbás.

Mariúpol es «un gran puerto, una ciudad industrial, un puente a Crimea». Así la definen en el documental 20 días en Mariúpol, donde se narra la historia de los 20 días que Chernov pasó junto a sus colegas, entre los que se encontraba Maloletka, en esta ciudad asediada. Para el resto del mundo la historia parecía nueva, pero a ellos les resultaba muy familiar. Ya habían estado allí ocho años antes, cuando Rusia había intentado tomar la ciudad. Por eso sabían que tenían que estar en Mariúpol. Intuyeron la tragedia.

«Al lado del hospital número 2 hay tanques con la letra Z». Esta es una de las primeras frases que se escucha al comienzo del documental en la boca de un militar. Chalecos en los que se lee press (prensa) corren junto a él cuando el carro de combate con el que es definido como «el símbolo ruso de la guerra» empieza a apuntar hacia el edificio en el que se encuentran. La «operación militar especial» (como la definió Putin en aquellos días) sobre Ucrania por parte de Rusia estaba comenzando. La guerra.

«Llegamos una hora antes de que empezara», cuenta Maloletka desde la Biblioteca Insular de la capital grancanaria rodeado de sus propias fotografías. «Esta es una buena localización para la exposición», dice el fotoperiodista mirando la Crónica visual de la infamia. «La gente que pasa por aquí, que quizá no conocen lo que ocurre en Ucrania o no están interesados, pueden mirar una y otra vez estas imágenes. Las personas vivimos en diferentes burbujas y si alguien viene, las fotos le hacen pararse por un segundo, entender lo que está ocurriendo. Este es el poder de la fotografía. Que te hace parar por un segundo».

La invasión rusa llegó casi a la vez que él y sus colegas, las tropas asediaron la ciudad y entendieron que allí se tenían que quedar. Trabajando cada vez que podían, durmiendo en los refugios como hacía la gente que vivía allí, contándole al mundo lo que estaba ocurriendo. Siendo ojos para los demás a pesar del riesgo, a pesar del enfado que detectaban en sus compatriotas, que veían como unos desconocidos ataviados con cámaras grababan su sufrimiento.

«La energía de la gente cuando veía la cámara en Mariúpol era de enfado al principio. Lo entendíamos. Éramos extraños que llegaban a sus refugios, que estábamos en las calles. Ellos no sabían cómo estaban sus familiares, sus amigos..., por eso necesitaban descargar esta energía negativa con un extraño. Porque a veces cuando cargas con la palabra 'prensa', la gente se cree que lo sabes todo, o que lo que está ocurriendo es culpa tuya. Intentan encontrar a alguien con quien desahogarse. Y los entendemos totalmente».

Este nerviosismo, miedo y ansiedad son algunos de los sentimientos que se reflejan en 20 días en Mariúpol, un documental que ha conseguido que, aunque sea por varios días, el mundo vuelva a mirar con más atención a Ucrania, que retorne la pregunta que tantas veces se ha intentado responder a lo largo de estos dos años: ¿Qué va a ocurrir con esta guerra?

Evgeniy Maloletka habla del papel de la tecnología, de como ahora son los drones los que lideran el campo de batalla. «La guerra, igual que los seres humanos, está evolucionando, se adapta a la situación. La guerra se ha vuelto muy tecnológica. Cada centímetro del campo de batalla está vigilado por ellos. Los drones son los asesinos. Es como una película de Terminator. La tecnología civil se ha vuelto un arma. Esta es la realidad hoy en día. Se ha vuelto muy peligroso», concluye el fotógrafo ucraniano.

Acto seguido se levanta del sofá en que estaba sentado para otra entrevista. A contar su historia, la de su país, otra vez. Y otra. Y otra. Las veces que haga falta para que, al menos, como con sus fotografías, nos paremos a escuchar y mirar aunque sea un instante.