Crítica de 'El sucesor': un giro brutal

Tras un impactante debut con ‘Custodia compartida’ (2017), centrada en las relaciones tóxicas y violentas entre una pareja recién divorciada, Xavier Legrand ha tardado seis años en realizar otra película. Temáticamente, algo de su anterior filme está presente en este, aunque no podemos desvelar aquello que convierte la existencia de su protagonista en una experiencia angustiante. Formalmente, ‘El sucesor’ se aparta de ‘Custodia compartida’, al menos en sus primeros 20 minutos, en los que vemos la existencia cotidiana del director artístico de una famosa casa de moda parisina: Legrand lo filma en consonancia a su trabajo y su forma de entender la vida.

 Pero el relato da un vuelco cuando debe viajar a Montreal por el funeral de su padre. Legrand muestra primero los síntomas, los inesperados dolores en el pecho que comienza a padecer el protagonista. Y después, ya con una estética más oscura y claustrofóbica, le pone frente al espejo acuoso de un aspecto familiar. El resultado es algo extraño, no satisfactorio del todo, pero muy personal. Legrand lleva al límite algunos aspectos de su historia, algo que ya hizo en la parte final de ‘Custodia compartida’. Se arriesga, y aunque puede resultar incomprendido, demuestra un arrojo muy a tener en cuenta en tiempos de asepsia generalizada.