Fútbol base

Bajo el yugo de la FIFA

El Costa Ayala protesta ante la situación de indefensión que viven nueve jóvenes migrantes que entrenan con el club y a los que la normativa del organismo internacional no les permite jugar

Los jugadores del Costa Ayala portan nueve camisetas en señal de protesta por sus nueve compañeros migrantes a los que FIFA no les autoriza para jugar.

Los jugadores del Costa Ayala portan nueve camisetas en señal de protesta por sus nueve compañeros migrantes a los que FIFA no les autoriza para jugar. / Andrés Cruz

Santiago Icígar

Santiago Icígar

El artículo 19 del Reglamento del Estatuto de Transferencia de los Jugadores (RETJ) de la FIFA se estableció por el máximo ente responsable del fútbol mundial para proteger a los menores del tráfico de jugadores entre los clubes europeos, que fichaban a estas jóvenes promesas que destacaban en sus respectivos países y luego eran abandonados en muchos casos si su progresión no se ajustaba a lo previsto, generando una indefensión que se intentó atajar de raíz. Sin embargo, lo que parecía ser una solución para acabar con el mercadeo de menores, ha derivado en un yugo opresor por parte de la FIFA para el caso de los migrantes que llegan la mayoría de ellos en patera a las costas canarias, y que sólo pretenden jugar al fútbol como un vehículo para integrarse en la sociedad y poder olvidar las penurias que les ha llevado a tener que marcharse a otro país, alejados de sus padres, y residir en centros de acogida.

En el modesto Costa Ayala se vive con tristeza esta situación. En los equipos de base del club grancanario conviven nueve menores migrantes. Entrenan cada día con sus compañeros, sin perderse un sólo entrenamiento, con la única ilusión de que llegue el fin de semana para poder defender a su equipo en cada partido de liga. Sin embargo, semana tras semana, sus entrenadores Paco González y Santiago Melián pasan por el mal trago de tener que comunicarles a los chicos que el visto bueno de la FIFA no ha llegado y que deben quedarse sin jugar.

«Hemos organizado amistosos para que jueguen, pero para ellos no es lo mismo»

Paco González

— Entrenador del Costa Ayala

«Tenemos un equipo con niños de entre 14 y 16 años en el que están todos muy unidos», comenta Paco, el técnico. Para Santiago, su ayudante resulta descorazonador que cada semana «sus propios compañeros nos pregunten cuál es la causa por la no pueden competir con ellos». «Es algo que nosotros no podemos entender, porque son niños que juegan por su amor al fútbol, que solo buscan divertirse» señala.

«Se han presentado todos los papeles en la Federación, incluso miembros del club se han presentado al careo y estamos esperando a que la FIFA de el OK para poder dar de alta sus fichas y puedan jugar», explica uno de los entrenadores. Este, en un intento por paliar las ganas de estos jóvenes migrantes por competir, explica que han organizado encuentros amistosos para que puedan hacerlo. «Pero al final no es lo mismo que un partido oficial», reconoce Santiago.

«Ellos entrenan cada día, sin faltar a ningún entrenamiento, para ganarse un puesto»

Jorge

— Jugador del Costa Ayala

Si los dos técnicos no entienden la situación de los migrantes que están en el equipo, no es menor la indignación que causa esta injusticia entre el resto de sus compañeros. Alejandro, uno de ellos, apunta que «la FIFA debería de dar una oportunidad a nuestros compañeros para que puedan jugar al fútbol como nosotros». En esa misma línea, a Jorge también le parece «muy mal todo lo que está pasando con mis compañeros». «Todos ellos entrenan cada día, sin faltar a ningún entrenamiento, para ganarse un puesto en el equipo y no pueden».

«El deporte es un vehículo ideal para conseguir su integración social»

José Benito Suárez

— Trabajador social

Oriol dice que «está muy mal que la FIFA no dé su consentimiento». «Son personas que vienen de otros países porque la situación allí está muy mal; vienen buscando una vida mejor y se encuentran con esta situación. Son personas y, al fin y al cabo, deben tener nuestros mismos derechos», añade. Daniel habla directamente de «injusticia». «Ellos se merecen jugar y se merecen el mismo respeto que tenemos todos los demás», una valoración con la que coincide Álvaro, quien agrega además que «son muy buenos compañeros y forman parte del equipo tanto o más que nosotros».

«Hay chicos que entrenan aquí desde hace un año y sin disputar partidos», afirma José Suárez

De izquierda a derecha, Loli, Santiago, Esteban, Marcos y Paco, en el campo del Costa Ayala.

De izquierda a derecha, Loli, Santiago, Esteban, Marcos y Paco, en el campo del Costa Ayala. / Andrés Cruz

El mal de la burocracia

José Benito Suárez, en representación del centro de acogida en el que viven los nueve chicos del Costa Ayala, apunta a la «burocracia» como la causa que les impide jugar al fútbol como el resto de sus compañeros. «Hay chicos que están entrenando en el club desde hace más de un año. Les trajimos al Costa Ayala por el interés que tenían los niños de jugar al fútbol, y porque consideramos que el deporte es un medio ideal para conseguir su integración social», añade el trabajador del centro. 

«Lo harán mejor o peor, pero todos ellos se dejan la piel en cada entrenamiento»

Marcos Infante

— Padre de un jugador del Costa Ayala

La situación de estos migrantes contrasta, por ejemplo, con el caso en Tenerife de otro joven que atravesaba por una situación idéntica. Souleymane, a raíz de escribir una carta a la FIFA, consiguió ablandar el corazoncito del organismo internacional, que accedió a que se pudiera inscribir con su equipo en La Laguna. Unos 4.500 migrantes menores de edad están repartidos por todo el territorio nacional y todos, en caso de querer federarse para jugar al fútbol, tendrían el mismo problema que los nueve chicos del Costa Ayala. «Tendremos que hacer un pequeño taller de redacción para enviar más cartas a la FIFA», comentaba resignado el trabajador social.

«Es muy triste ver a estos niños llorando cuando ven que no pueden jugar», dice Loli Flores

Apoyo total de los padres

Para Marcos Infante, padre de uno de los chicos que entrenan cada día con los jóvenes migrantes, destaca la injusticia de esta situación: «Son menores y ya por el hecho de que hayan llegado hasta aquí tras las duras vivencias que han sufrido por el camino, y que puedan integrarse en la sociedad a través del deporte, es injusto que puedan entrenar y que sin embargo no puedan jugar». «Se les dará mejor o peor, pero todos ellos se dejan la piel en cada entrenamiento. Pero llega el día de partido y por un tema burocrático no pueden jugar, creo que para ellos es algo traumático y da pena», afirma.Loli Flores, mamá de dos jugadores, señala que «los niños están integrados». «Una como madre cuando ve a esos niños llorando después de ver la convocatoria, resulta muy triste» señala. 

«El 3 de abril se cierra el plazo para poder inscribirles y que puedan jugar»

Esteban Rodríguez

— Secretario del Costa Ayala

Esteban Rodríguez, el secretario del Costa Ayala, afirma que a día de hoy «es un problema de la FIFA». «Enviamos toda la documentación a la Federación Interinsular de Las Palmas y ellos recabaron toda la documentación, citaron el lunes de la semana pasada a los chicos para que firmasen la ficha, pero no puede tramitarse hasta que resuelva la FIFA si pueden jugar o no, y ese es el dilema que tenemos. El plazo para inscribirles acaba el 3 de abril».

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