Hay muchas cosas que han cambiado en la rutina de la UD Las Palmas con el regreso de Paco Herrera al banquillo. Entre otras, señaladas incluso por los propios futbolistas, están el mayor protagonismo del balón durante los entrenamientos, la participación activa del técnico en las sesiones de trabajo o el aumento de la intensidad. Pero también la inclusión del misterio: el técnico no da muchas pistas a lo largo de la semana sobre el equipo titular que tiene en mente.

El preparador catalán considera que esa es la mejor vitamina para motivar a los futbolistas a dar el máximo para ganarse el puesto y salir de inicio el fin de semana. Con su llegada, en el vestuario hay mucha más incertidumbre, lo que es directamente proporcional al esfuerzo por jugar.

Antes no era así. Manolo Jiménez tenía por costumbre dejar claro su once desde mitad de semana, en concreto, los miércoles, cuando habitualmente disponía un partidillo en el que en uno de los equipos juntaba a los que iban a jugar días después. Eso producía un efecto desalentador en los que se sabían suplentes.

Tampoco era un secreto, pues el técnico sevillano inisitió varias veces en que los menos habituales lo iba a tener muy difícil, sobre todo tras la eliminación en la Copa del Rey. "Si se aburren, que se compren un libro, que se vayan al cine o que se pongan a comer pipas", llegó a decir.

Ese mensaje no sentó nada bien en el vestuario, claramente dividido entre los habituales y los que prácticamente ni contaban, como son los casos de Parras, Mantovani, Deivid, Sacko o Rivera, que acabó por marcharse ante su ostracismo.

Ahora la táctica de Herrera es diferente. El preparador amarillo quiere a todos los futbolistas enchufados en los entrenamientos en busca de un lugar en el equipo. Como en cualquier club, en la UD hay titulares y suplentes, pero lo son menos que antes.