Phuket, Tailandia. Allí, en un hotel de tres estrellas llamado Thanyapura Health & Sports trabaja Miguel López Alvarado, capitalino grancanario de 50 años que ejerce como entrenador de natación y ayuda a jóvenes de todo el mundo, sobre todo del sudeste asiático, a mejorar en la práctica del deporte acuático. Sus números hablan por sí solos: el isleño llevó a ocho nadadores a los Juegos Olímpicos de Río 2016 y el año que viene, en Tokio 2020, al menos diez llevarán su sello.
La iniciativa para fomentar el desarrollo de la natación en Asia empezó en 2014 cuando a Miguel López le ofrecieron trabajar en el resort de la isla tailandesa. El técnico de Las Palmas de Gran Canaria reunía todos los requisitos que el dueño del hotel, un millonario alemán, pedía, como tener conocimientos de dirección y didácticos, ya que, además de ser un resort vacacional, Thanyapura es un colegio y un centro de entrenamiento.
Lo que comenzó como un simple lugar donde nadadores tailandeses iban a entrenar terminó por ser uno de los centros para la práctica de la natación más importantes entre los países en vías de desarrollo, como Nepal, Bangladés o Maldivas.
El proyecto comenzó en 2015 apoyado por la FINA (Federación Internacional de Natación Amateur). "En el Mundial me encontré con el director general de la FINA y le conté lo que estábamos haciendo en Phuket", cuenta el isleño. "Le invité a las instalaciones y desde entonces la federación ofrece becas para que muchos jóvenes entren en nuestro centro con el fin de potenciar la natación en los países menos desarrollados", añade.
López considera esa disciplina como "un vehículo para transmitir valores". Opina, además, que hoy en día el deporte es fundamental para difundir ciertas aptitudes humildes. "No sé lo que nos puede deparar el futuro, pero lo que sí sé es que aquellas personas que tengan buenos valores van a vivir una vida más plena", afirma el entrenador.
Por otra parte, se congratula de haber ayudado a muchos jóvenes en el centro tailandés. Entre ellos, destaca al nadador sirio Ayman Kalzia. "Llegó en 2015 cuando tenía 19 años y huía de los bombardeos de la guerra en su país", cuenta López. "Cuando empezó aquí se le veía un chico muy asustado y siempre se iba cinco minutos antes del entrenamiento para rezar por su familia", recuerda.
Gracias a la oportunidad brindada en Thanyapura, Kalzia pudo comenzar una nueva vida en Tailandia. Le ayudó el grancanario, que le ofreció trabajo después de estar cuatro años con él para que el joven, hoy con 23 años, no tuviera que retornar a su país de origen. "Ayman no puede volver a Siria porque si lo hace le obligarían a alistarse en el ejército y entrar en la guerra", narra el técnico.
Aventura
No es el único que cambió su vida tras su llegada al centro tailandés. López también habla, con una sonrisa, del caso de unas chicas de Maldivas cuyo único medio para ejercer la natación era a mar abierto. También recuerda cómo un chico de Nepal solo podía entrenar seis veces al mes debido a las bajas temperaturas del agua.
El grancanario asegura vivir toda una aventura. "No puedo decir que le hemos salvado la vida a nadie, pero sí que algo se la hemos cambiado. Como quien dice, me tocó la lotería con uno de los mejores trabajos del mundo", sentencia emocionado.
El fútbol, el tenis y el atletismo también tienen cabida en el centro de Phuket. Incluso, María Sharapova, leyenda del deporte de la raqueta, dio un curso durante una semana a los jóvenes de Thanyapura, la casa de un auténtico forjador de talentos.
