El 8 de mayo, en LA PROVINCIA, José Miguel Bravo de Laguna -aún candidato del Partido Popular a la presidencia del Cabildo- eligió al CB Gran Canaria como modelo de gestión económica. "Con pocos recursos, lograr buenos resultados", aleccionó.

Cuatro meses después, la dimisión de Agustín Medina como presidente del propio Granca destapa la primera crisis en el mandato de Bravo de Laguna al frente de la corporación.

El conflicto desatado ayer no es producto de tensiones recientes, sino el resultado de una desconfianza -entre ambas partes- alimentada incluso antes de la victoria del PP, en las elecciones del 22 de mayo, por las dudas planteadas por Rosa Rodríguez -consejera de Hacienda en el Cabildo- sobre la gestión económica de la directiva.

El recelo entre unos y otros se multiplicó a partir del 27 de junio, cuando Lucas Bravo de Laguna -consejero de Deportes- logró aplazar, a petición de Rosa Rodríguez, un consejo de administración del CB Gran Canaria en el que la junta directiva pretendía aprobar el presupuesto, de 5,4 millones de euros, para la campaña 2011/12.

Las fricciones, desde ese día, marcaron de manera definitiva el vínculo entre Cabildo y directiva, nexo que se rompió ayer tras una semana intensa.

El martes, este periódico, reveló que el Granca recibió más de cuatro millones de euros del Cabildo para cubrir el presupuesto del curso anterior.

El jueves, Agustín Medina arremetió contra Lucas Bravo de Laguna por las diferencias entre ambas partes sobre la gestión del nuevo pabellón, extremo desmentido por el propio consejero que, a primera hora de ayer, se topó con el último capítulo de la cronología de una ruptura: la dimisión del presidente y once de sus compañeros en el consejo.