Del banquillo a la gloria. Mauro Quiroga (Buenos Aires, Argentina, 7-12-1989) logró frente a la Ponferradina su cuarto gol. Fichado el pasado mes de julio, su aportación en la trinchera enemiga, con 470 minutos en Liga tras 31 jornadas, está bendecida por los dioses. Cuando marca, siempre tras salir del banquillo, la UD gana o empata. Ocho puntos llevan su firma. Sin Quirogol, el cuadro amarillo estaría en descenso.

Quiroga ha pasado de delantero anónimo a figura redentora. Debutó con la UD en Copa del Rey y contra el Real Valladolid. Fue el 1 de septiembre de 2010 y completó 28 minutos. Los amarillos quedaban eliminados tras caer 5-3 y el espigado ariete caminó de puntillas en el Nuevo Zorrilla. Aún era pronto.

86 días después del estreno aciago, Mauro Quiroga pisaba el césped del Gran Canaria. La leyenda del ariete milagro comenzaba a tomar cuerpo. Cuando solo llevaba cuatro minutos en el terreno de juego, un centro milimétrico de Pedro Vega lo remató el delantero suramericano de forma inapelable. Era el minuto 81. Primer gol y la UD que empataba el choque con el Rayo. Guerrero, en el 87, rubricaba la victoria. Final de infarto y primer zarpazo de Quirogol.

Tuvieron que pasar siete jornadas de travesía por el desierto. La espera mereció la pena y escribió el nombre del ariete en la historia del clásico canario. En la 21ª jornada, última de la primera vuelta, la UD agonizaba 1-0 contra el CD Tenerife en el Heliodoro Rodríguez López. Paco Jémez -técnico amarillo- miró al banquillo y se acordó del ariete milagro. Llegó la hora del segundo capítulo dorado.

El argentino besó el infierno blanquiazul en el minuto 73. Y en el 88, cuando se mascaba la debacle, una asistencia de Quero acabó en la red de Aragoneses. Quiroga controló con maestría e impuso su cuerpo como barrera infernal. Éxtasis de gofio en el universo del Teide. La UD arrancaba un punto y aseguraba la continuidad de Jémez. Quiroga cumplió con su protocolo mortal: salió desde el banquillo y marcó en el tramo final de la contienda. Segunda piedra y van cuatro puntos en el casillero.

El tercer tanto llegó ante el Recreativo de Huelva -27ª jornada-. También la UD estaba en desventaja en el marcador cuando sonó la sinfonía infalible. Ya con Juan Manuel Rodríguez en el banquillo, Quiroga irrumpió tras el descanso del choque por Randy. A los 70 minutos, un centro de David González lo cabeceó de forma sutil para sorprender a Fabricio. En el único despiste del meta de Vecindario, Quirogol sacó su instinto asesino para bendecir el bautizo de Juan Manuel. Alivio amarillo.

La secuencia se cierra el pasado sábado. Quiroga, a centro de Viera y de nuevo -al igual que en los tres tantos anteriores- desde el costado izquierdo. El delantero suramericano, como un dragón milenario, se alzó en el cielo de Siete Palmas para desnudar al meta Alejandro. La Ponferradina besaba la lona con el sello del ariete milagro. Los cuatro goles de Quiroga nacen con el punta enfurecido tras salir desde el banquillo. Además, cuando marca, la UD nunca pierde. Y la leyenda se fragua con cuatro centros desde la banda izquierda.

Quiroga ha sido titular en tres partidos -frente a Nástic (0-0), Alcorcón (5-0) y Betis (4-1)-. Su efecto mortal se diluye cuando la zaga enemiga detecta su ADN.

Con 470 minutos en Liga, el punta promedia un gol cada 117,5. Nunca ha sido titular en el Gran Canaria. Y no le hace falta. Se ha ganado el corazón de la grada. Ya es el segundo pichichi del actual plantel tras Guerrero -10 dianas-. La efectividad tiene un rostro.