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Recuerdos de un Día de Reyes

Regalos que no se olvidan

El Día de Reyes mantiene la magia de un tiempo donde todo es posible. Basta con mirar atrás y ver cómo una niña llamada Olga Cerpa pasea feliz con la primera guitarra que le dejaron los Magos de Oriente

Tres click de Playmobil.

Los nervios de la noche anterior siguen ahí, fieles a su cita, como todos los años por estas fechas. Los más pequeños de la casa corren a la cama, tratando de dormir lo antes posible, para que pase el tiempo, y a la mañana siguiente, debajo del árbol, dentro de unos zapatos gigantes, en la sala, o en el sofá, aparezcan algunos de esos juguetes con los que llevaban soñando desde hace meses, o tal vez el día anterior, y que estos invisibles Reyes Magos han dejado sin hacer demasiado ruido.

La cantante Olga Cerpa, envuelta aún en las mieles de una gira que la ha llevado con su Estación Lisboa por Madrid y Nueva York, no duda en recordar aquel regalo maravilloso que cambió su vida: "Me acuerdo perfectamente, me veo con los ojos como platos, viendo aquella guitarra que era más grande que yo, fue lo mejor. Después de eso, ya tenía claro que iba a ser una artista, en ese momento ya me consideraba mejor que Joan Báez".

Y después, sin soltar aquella funda de cuadros rojos, en la que llevó su primera guitarra, se fue a casa de sus primos a enseñar la maravilla que habían dejado en su casa. "Fíjate, después de eso, ya me sentí muy importante. Era como si todos terminaran por aceptar que me quería dedicar a la música".

Hace tiempo que aquel regalo desapareció de su vida, pero lo que no ha perdido es el buen sabor, la alegría que sintió cuando se lo dieron. Esa felicidad resulta tan plena que casi se toca el cielo.

Una vez más, un seis de enero de cualquier año, la historia se repite. Alicia vuelve a probar aquel líquido extraño y crece hasta rozar el techo o se hace tan pequeña que puede entrar por el ojo de una cerradura. Así en un instante, en este viaje a través del tiempo, la niña Olga Cerpa vuelve a verse arrastrando aquella guitarra, "que era más grande que yo", por su barrio, por las casas de sus abuelos, de sus amigos. Con esa inmensa alegría que se siente ante lo inesperado.

Un coche con pedales

En un patio grande, rodeado de macetas con geranios, un niño de cuatro o cinco años no para de correr con un coche de pedales que acaba de descubrir en el salón de su casa. Marcial Morales, presidente del Cabildo de Fuerteventura, se acuerda perfectamente de ese día, de ese inmenso regalo. "Yo soy daltónico y no sé qué color tenía, creo que azul, pero nunca me olvidaré de ese cochito y como corría, que me las pelaba, por todo el patio, entonces vivíamos en Tuineje, y fue formidable".

Desde su despacho en el Cabildo, por unos momentos, Marcial deja de ser el presidente, el político que acaba de mantener una intensa reunión, y vuelve a verse como el niño pequeño que disfrutó tanto con aquel juguete. Cuando era algo mayor también le llamó mucho la atención el regalo que una señora le trajo a su padre: "Ella, que era muy pobre, le compró a mi padre una caja de cigarrillos Vencedor, ese detalle nunca he podido olvidarlo, sobre todo porque sé el tremendo esfuerzo que tuvo que hacer para comprar esa cajetilla".

En este viaje a través del tiempo, y con esa sensación agridulce que queda al mirar hacia atrás sorprenden los detalles, los momentos que para algunos pasan desapercibidos y para otros resultan tan conmovedores. Tan determinantes.

Para el director de teatro Fernando Becerra, su regalo, ese que le causó una mayor dicha fue cuando le regalaron aquel walkman' un reproductor de audio estéreo portátil lanzado al mercado por la compañía japonesa Sony en 1979 y que le permitió escuchar música solo en su cuarto. Entonces tendría 13 años y para él fue como tener la posibilidad de disfrutar en solitario de algo fascinante: la música.

Los click de Playmobil

Uno de los juguetes que permanecen en las listas oficiales que suelen publicar las asociaciones de consumo son sin duda los famosos y entrañables click de Playmobil, esos pequeños muñecos con lo que los niños podían pasarse horas enteras jugando a la guerra, a rescatar perros en apuros o formar parte del coche de bomberos que apagaba un bosque en llamas.

El alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Augusto Hidalgo, reconoce que durante muchos años fue un gran seguidor de los Lego y de los click, "siempre he sido muy ordenado, y los metía en un bidón vacío de polvos de lavar, cuando los sacaba algunos tenían bolitas azules del detergente".

Se pasaba horas en su habitación jugando solo con sus pequeños muñecos click. También se acuerda de ir a casa de sus abuelos en la calle San Bernando, "jugaba con mis primos, que eran un poco brutos y les ponían petardos a los soldaditos, que saltaban por los aires".

En este repaso breve por esos regalos que no se olvidan, Augusto Hidalgo también recuerda aquella vez en la que Los Reyes lo sorprendieron con un Scalextric 8, "después me aficioné mucho y me dediqué a comprar coches para hacer carreras. También solía ir a casa de un amigo, Omar, que tenía un scalextric inmenso, ocupaba toda una habitación".

Una de las peregrinaciones habituales del día 6 de enero consistía en salir a la calle, sobre todo en los pueblos, y enseñar a los amigos todo aquello que han traído estos magos de Oriente. Aunque también es verdad que cada vez más, con la llegada de las nuevas tecnologías, se está perdiendo esta costumbre.

Muñecas de trapo

A Trinidad Figueroa, del pueblo de Yé, en Lanzarote, le hubiera encantado que los Reyes Magos le dejaran una muñeca como la que ella regala a sus nietas. Su muñeca estaba hecha de trapo, y en la cara lucía unos ojos redondos pintados de negro. Trini tampoco se queja mucho, en aquellos tiempos, ahora tiene 74 años, los Reyes no pasaban mucho por allí, "y había que conformarse, a veces sólo te dejaban una naranja y unas bragas nuevas". Su madre cogía retales de ropa que le sobraban y le hacía vestiditos para que pudiera jugar. También se regalaban muñecas de cartón, "y con éstas había que tener cuidado, si las lavabas mucho se rompían, y te quedabas sin juguete".

En la publicidad que estos días aparece por los escaparates de las tiendas existe un slogan que dice: "entra y cumpliremos tus sueños". En ocasiones, dentro de esa lista, de esa carta que los niños escribían a los Reyes aparecían algunos regalos que años más tarde serían determinantes en las vidas. A Fernando Becerra, su vinculación con el espectáculo, con la música que le encantaba escuchar. Al fotógrafo lanzaroteño Jesús Cabrera le gustó sobre todas las cosas el Risk, un juego en el que sobre un tablero lleno de piezas pequeñas se intentaba conquistar el mundo: "Lo que más me gustaba era mirar el tablero con el mapa del mundo, quizás por ahí me viene la afición que tengo por todo tipo de mapas y por la historia". Y por supuesto por captar todas las imágenes posibles a través de ese golpe certero de clic.

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