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Historia de Un artista grancanario

Braulio Pérez, el hombre del piano

El músico, poco conocido en su tierra grancanaria, llegó a cantar en 25 idiomas, conquistó a una princesa egipcia y estuvo casado 28 días con Josefina de la Torre

Braulio Pérez, el hombre del piano

Están a punto de cumplirse cuarenta años del fallecimiento de uno de los artistas canarios más internacionales y famosos del pasado siglo y aquí, en su tierra, su notoriedad ha pasado desapercibida. La dilatada celebridad adquirida por este músico, cantante, compositor, poeta, actor y políglota, que llegó a cantar en 25 idiomas, se agudizó por el atrevimiento que desarrollaba en sus conciertos y por el irresistible atractivo que ejercía entre las mujeres más bellas y deseadas de su época. Posiblemente fue, ademas, la única persona que pudo presumir de poner a tres casa reales a bailar la Conga de Jaruco, el popular baile del autor cubano Ernesto Vázquez Vizoso que alcanzó fama internacional a partir de 1938, y en cuyo "tren", agarrados por la cintura y cantando aquello de, "hay viene, arrollando...", se encontraba un jovencito alto y rubio que luego reinó bajo el nombre de Juan Carlos I.

El 25 de marzo de 1913 vino al mundo en la calle Domingo J. Navarro número 26 de Las Palmas, el niño Braulio Esteban Pérez Hernández, Era el séptimo de nueve hermanos, de los que solo viven al presente, Rosario, que está a punto de cumplir los 106 años de edad en excelentes condiciones. Su padre, Lorenzo Pérez Alejo, era un competente agricultor muy eficaz en la Cámara Agrícola, y su madre, doña María de la Cruz, una buena ama de casa que, como ferviente católica, era terciaria franciscana. Su madrina de bautismo fue Rosa Marrero Macías, la admirada hermana de Marcelino, el que fuera apodado por su extenso patrimonio "rey" de Mogán. Desde niño a Braulio le apasionaba la música, una afición muy arraigada en la Isla y en donde se relacionó con excelentes maestros y compositores. Con 17 años ya dirigía orquestas y ejecutaba con soltura el piano, el saxofón, el contrabajo, la guitarra y el violín. Demostró poseer unas cualidades poco comunes que junto con su talentosa preparación e inquieta juventud le hacen decidir, a los 19 años de edad, marchar a Europa a buscarse la vida, una vida que iba a resultar impresionante y en la que sin duda nunca pudo imaginar que todo aquello le fuera a ocurrir. De París saltó a Tanger y Casablanca, para proseguir luego a Suiza, Budapest y Ankara. En esta última ciudad turca, donde está afincado en 1947, se le reputaría como el mejor pianista de occidente.

La biografía de nuestro músico es muy densa, propia de un voluminoso compendio, de la que queremos resaltar alguna de sus hazañas más impactantes, como aquella que ocurrió en Estambul.

El rey Faruk

Encontrándose ejerciendo su especialidad profesional de pianista en una sala de fiestas de aquella histórica y animada ciudad situada entre dos mares y dos continentes, una pareja sentada en una mesa le escuchaba con atención. Él supo que se trataba de un matrimonio de muy alto nivel, pero como la dama que le admiraba sentada al lado de su marido le atraía, comenzó a dedicarle una insinuante canción que compuso al instante: "Estoy enamorado de tu boca. Siento que te quiero. Siento que te alejas de mi alma, Princesa, princesita de Oriente...". La señora de marras no era otra que la princesa Faiza de Egipto, una de las hermanas del rey Faruk, y su marido y primo era un místico arqueólogo turco que fue el que la llevó a vivir a Estambul y con el que acabaría años después divorciándose.

Entre el músico y la princesa se inicia una amistad peligrosa. Faiza lo llevó al Cairo donde fue su huésped y el pianista particular de la boîte del citado Faruk, designado por el monarca para que amenizara las veladas privadas del Scarabée, cuyo piano sorprendía al isleño porque estaba adornado con incrustaciones de oro puro. Al paso de los meses y residir en aquella capital lujosa y de vida disipada, todo Egipto conocía la relación afectiva de la adultera princesa con el canario y se organiza una conspiración para eliminarlo. El crimen no se produce, pero la prensa da la noticia que al pianista lo han asesinado bajo el balcón de la casa de la princesa, quien, previamente, le había aconsejado que saliera inmediatamente del país.

Tras la huida por varias capitales europeas, su posterior destino es Madrid. En la capital de España son muchas las mujeres que se sienten atraídas por los conciertos musicales y los irresistibles encantos del isleño, y la primera en caer en sus redes es su paisana, la actriz Josefina de la Torre Millares. La boda se celebra con gran emoción en la madrileña iglesia de Santiago un 24 de enero. La prensa madrileña resaltó la noticia diciendo:"Desde hace algún tiempo viene actuando en esta capital un solista de piano, que canta y también compone, pero con una soltura, gracia y estilo tan originales, que han hecho de este músico uno de los artistas más populares de Madrid. Se habla de su próxima boda con una distinguida señorita de Las Palmas, que viene actuando en una de las emisoras de esta población y que pertenece también a familia de grandes artistas". Pero las celebradas nupcias de los isleños solo duraron 28 días escasos. Cada una de las partes da su versión de lo ocurrido. El músico alegó el afán de dinero y joyas de la poetisa, y la contrayente aseguró haber visto al cónyuge muy entusiasmado en el tálamo con una pariente. Hay ruptura inmediata y el canario continúo tocando el piano y divirtiéndose con las bellísimas estrellas del celuloide, Ava Gardner y Lana Turner, cuando ambas madames de Hollywood pululaban por Madrid entre música, enredos y poniéndose moradas con los cócteles que aquellas divinas consumían cada noche en la barra americana del bar de Perico Chicote de la Gran Vía madrileña.

Entre tanto, la princesa egipciaca abandonada no había podido olvidar la fascinación que le había producido el grancanario y consigue que su país la delegue en una misión diplomática para que acuda a Madrid a resolver ciertas gestiones. Con el pretexto de estos fines la hermana del rey Faruk llegó a la capital de España. En la villa se saludaron de nuevo, pero Braulio ya no puede responder a las pretensiones de la noble señora. En una emotiva tarjeta de visita escrita en un aceptable español, su alteza real se la hace llegar y notifica al fogoso isleño sus verdaderos sentimientos: "Sentirías mucho con corazón..."

Nuevos episodios

Siguiendo con la trayectoria de Braulio, tras otros episodios y devaneos en la capital de España con las más impresionantes señoras fieles al franquismo, pero desleales a sus cónyuges, ya que el atrevido canario seguía sin reparos introduciéndose en el lecho tanto de sus allegadas como de esposas insatisfechas, el brillante músico, disputado por todas las salas de fiestas de Europa, es contratado por un famoso club portugués. En Portugal residen por la década de los años 50 tres casas reales exiliadas: los Borbones españoles, en villa Giralda de Estoril, los Saboya italianos, en villa Azzurra de Cascais y los Orleans de Francia en una espaciosa casa de Cintra. Las tres monarquías están estrechamente emparentadas y, lógicamente, se frecuentan en sus fiestas, aniversarios y conmemoraciones. En uno de estos festejos se celebraba el cumpleaños de una de las hijas del Conde de París, Otra versión acredita que la que cumplía años era María Gabriela de Saboya. Lo cierto es que los jóvenes invitados al ágape terminaron la jornada de aquel aniversario en la sala de fiestas de moda donde el canario amenizaba con el piano y, como quedó dicho al principio, se cerró la diversión con la interpretación de la conga, el pegadizo baile que todos los invitados, posiblemente con alguna copilla de más, enganchados unos a otros por la cintura, recorrieron el recinto hasta que se rompió la cadena y terminaron todos desparramados en el suelo. Nuestro emérito Juan Carlos tenía entonces unos 20 años de edad. En aquel divertido convite Braulio conoció a María Luisa de Bulgaria, hija de otro rey destronado.

Al paso de tantos años de gloria y acumular una sorprendente fortuna, Braulio acabó en África, desde donde telegrafió a su familia para que le enviaran dinero y poder adquirir un billete que le permitiera regresar de nuevo a Canarias. El poderoso imperio de su atractivo se había derrumbado. Nuevamente en su ciudad natal, su fama le hizo conseguir algún que otro contrato en hoteles del sur y de Lanzarote. Luego, terminarían sus días amenizando con el piano las noches de la cafetería del Hotel Iberia, a la orilla de nuestra Avenida Marítima, donde un grupo de tertulianos encabezados por J.J, Armas Marcelo invitaban al que fuera un virtuoso maestro y compositor, al canario casi de dos metros que sin ser un adonis fascinaba con locura a las mujeres, a copas para que no dejara de tocar y siguiera animando las largas horas de los anocheceres grancanarios. Braulio Pérez Hernández falleció en junio de 1977.

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