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seis cementerios canarios de interés cultural

Flores y recuerdos por los ausentes

Recorrido por el patrimonio de los cementerios que jalonan el Archipiélago y en los que se conservan la historia y los recuerdos de generaciones de canarios que se tienen presentes estos días

En Canarias hay cementerios históricos como el de Vegueta, el de San Rafael y San Roque en Tenerife o el de Femés. También hay pequeños camposantos como el de Cofete o el de La Graciosa. Todos se convierten estos días en cita obligada para recordar a los que ya no están.

Duele tanto perder a quien se ama, que ya nada volverá a hacer como antes. Sólo el tiempo y los recuerdos permiten sofocar la pena, atenuar el vacío. Para una gran mayoría acudir al cementerio, decorar las tumbas con las flores más hermosas, y hablar con ellos como si pudieran oír, como si nunca se hubieran marchado, provoca cierto grado de alivio, y hasta de paz. El culto a la muerte está presente en todos los pueblos y en todas las épocas. Los aborígenes canarios también tenían sus particulares rituales, sus camposantos. En las islas existe una larga tradición vinculada con el llamado Día de Difuntos o de Todos los Santos. Desde una gastronomía particular, que sólo se degusta en estas fechas, festejos como los Ranchos de Ánimas, en los que se pide por las almas errantes, y por supuesto la visita a los cementerios para enramar las sepulturas y nichos.

El profesor de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Manuel Ramírez, en su obra 'Los cementerios ingleses de Canarias: un patrimonio por revalorizar' hace referencia a los 178 camposantos que existen en el Archipiélago, aunque destaca que apenas una docena pueden considerarse como históricos. "Y la mayoría de ellos gozan de la consideración de Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento". Así recuerda que en esta lista se encuentran, en la isla Gran Canaria: el cementerio municipal de San Bartolomé de Tirajana, el cementerio de Vegueta y el cementerio inglés, ambos en Las Palmas de Gran Canaria.

En Tenerife se contabilizan otros tres, el cementerio de San Juan Bautista, en La Laguna, el de la Villa de La Orotava y el cementerio de San Rafael y San Roque en Santa Cruz de Tenerife.

Para Ramírez, en comparación con otras Comunidades Autónomas, "Canarias posee una cifra importante de cementerios históricos o significativos que han alcanzado la máxima protección prevista en la Ley de Patrimonio Histórico".

A diferencia de lo que ocurre en otros países, como Francia o Suecia donde existe una tendencia natural a considerar estos espacios como un lugar apropiado para pasar la tarde, no sólo se acude para honrar a los muertos también para disfrutar de la riqueza cultural que rodea estas necrópolis, en España estos lugares siguen despertando cierta desazón. Sólo determinadas personas encuentran 'agradable' estas visitas y la mayoría lo suele hacer para recordar a sus familiares y amigos y en fechas señaladas.

Cementerio de Vegueta

Una vez que los prejuicios y reparos desaparecen en torno a lo que representa en la cultura española estos recintos, acercarse y ver de cerca lo que hay en los cementerios puede deparar sorpresas agradables sobre todo si se trata de descubrir auténticos hallazgos artísticos y también de paso recordar a todas esas personas que han formado parte de la historia de las islas.

Uno de los que más llama la atención en Gran Canaria es el que se encuentra en el barrio de Vegueta. Declarado Bien de Interés Cultural en el 2010 por ser uno de los conjuntos patrimoniales de carácter funerario más importantes de Canarias. En este camposanto se encuentran los restos de personajes ilustres de la isla como el doctor Chil, el alcalde López Botas, artistas como el pintor Néstor Martín Fernández de la Torre o el poeta Tomás Morales, o el tenor Alfredo Kraus.

Entrar en estos recintos supone indagar en la historia tal vez más desconocida de la ciudad. Sobre las lápidas o los enormes mausoleos aparecen palabras de despedida, recordatorios en honor de los que se fueron, el pesar de amigos, hijos, viudas.

En esta necrópolis también descansan algunas de las familias más importantes de Gran Canaria como los Manrique de Lara, los Rodríguez Quegles o la familia León y Castillo. Y sobre todo el cementerio de Vegueta acoge una colección importante de esculturas funerarias que merecen un cierto detenimiento.

Secundino Delgado

En una fosa común del viejo camposanto de San Rafael y San Roque en el centro de Santa Cruz descansan los restos mortales de Secundino Delgado, considerado el padre del nacionalismo canario, o de la nación canaria. Este peculiar cementerio se mantiene cerrado la mayor parte del año, sólo abre sus puertas los días 1 y 2 de noviembre, lo que supone una buena ocasión para acercarse a este recinto y descubrir una gran parte de la historia del Archipiélago.

Declarado Bien de Interés Cultural, esta necrópolis se inauguró en 1811, tras la epidemia de peste amarilla que asoló la ciudad, las autoridades entendieron que era necesario aprobar la instalación de un nuevo cementerio.

Una vez realizada la correspondiente bendición católica se realizaron los cuatro primeros enterramientos entre los cuales debieron figurar dos personas cuyos nombres, Rafael y Roque, dieron al nuevo camposanto su denominación definitiva. Además, de Secundino Delgado en este recinto también se encuentran los restos de personalidades tan destacadas como Ireneo González o Imeldo Seris.

Los ingleses

A la hora de hacer un recorrido por los camposantos de Canarias también hay que detenerse en los cementerios de los ingleses. Tanto en Gran Canaria como en Tenerife existen dos recintos especialmente significativos. Para el profesor Ramírez Sánchez, si bien "la presencia británica en Canarias y su huella en la sociedad y cultura de las islas, goza de una larga tradición de estudios, sin embargo, la atención que se ha dedicado al estudio de los cementerios ingleses ha sido superficial".

Con respecto al cementerio inglés de Las Palmas de Gran Canaria hay que precisar que durante muchos años las personas de religión protestante que fallecían en la ciudad eran enterradas fuera de los camposantos pero todo cambia a raíz del fallecimiento en 1829, de la esposa de un comerciante inglés. Tal como recoge el profesor Manuel Ramírez "la colonia de residentes británicos comenzó a promover la construcción de un espacio más digno para enterrar a sus difuntos. En 1834 una Real Orden concedía la autorización para construir dicho recinto que, por intervención del Ayuntamiento, se realizaría en unos terrenos situados a las afueras de la ciudad, en lo que luego sería la barriada de San José".

Desde entonces, los residentes extranjeros que no profesaran la religión católica podían tener su descanso eterno dentro de este recinto.

En Tenerife sucedió algo similar. En 1747 se ordenó la creación de un cementerio en el que pudieran recibir sepultura los súbditos holandeses que no profesaban la religión católica y que habían fallecido en la isla. En este espacio, que se localiza en el Puerto de la Cruz también fueron enterrados residentes judíos y mahometanos.

La visita a este cementerio inglés debería resultar inevitable. Además, de la notoriedad de algunas inscripciones, hay que destacar el lugar en el que se encuentra, en medio de hoteles y apartamentos de la turística ciudad del norte de Tenerife.

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