La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Dentro de la mayor fosa común de España

Para entrar en el Valle de los Caídos hay que pagar una entrada que vale nueve euros

Un camino serpenteado de pinos altos, cipreses, lleva hasta las escalinatas del santuario del Valle de los Caídos. Desde la carretera, entre la arboleda, asoma la enorme cruz, nada menos que 150 metros de altura. Casi como un vigilante persigue los pasos de todos aquellos que se asoman por este lugar. Desde el aparcamiento, los brazos de 24 metros de largo de la cruz gris parecen que quisieran abrazar la enorme construcción, y al que mira sobrecogido.

Grupos de curiosos, o sencillamente seguidores impenitentes de Franco se afanan en hacerse fotos delante de la puerta de entrada, alguno se envuelve en una bandera de España, y repite la secuencia para que no se pierda el instante. Una piedad gigante descansa o permanece sobre la puerta de acceso a la basílica. El escudo inmenso del águila, a un lado de la construcción, avisa de lo que espera.

Antes de pasar por el puesto de seguridad, como en cualquier museo importante, sorprende una tienda de suvenir. Venden libros de la guerra, angelitos sonrosados, bolígrafos, camisetas, y chocolatinas envueltas en papel azul.

Una puerta gigante, inmensa, con esculturas de hierro en la parte alta da la bienvenida al recinto religioso y a esa fosa invisible en la que yacen las 33. 833 víctimas de la guerra.

El interior resulta áspero, frío, oscuro. Lámparas a los costados del enorme pasillo tratan de poner algo de luz en aquel espacio quejumbroso. Desde lo alto, grandes esculturas de hierro forjado, con la cara tapada, dan la impresión de espiar al que llega. Como los guardianes de un santo grial del lado oscuro.

Resulta extraño, a un lado y otro, pequeñas capillas con vírgenes sonrientes, tapices en los que se cuenta historias de caridad, de buenos. Precisamente detrás de esas capillas se encuentran los miles de restos de los combatientes muertos, de uno y otro bando. Unos sobre otros, apretados, en una imagen que duele. Así lo han descrito los expertos que han podido acceder a una de esas fosas comunes.

Y así en este deambular extraño, en medio de esa luz oscura casi negra, hasta que se llega al final, cerca del altar, delante la tumba de José Antonio Primo de Rivera, detrás la de Francisco Franco. Los dos tienen flores frescas. Ver de cerca esas lápidas produce escalofríos.

Aunque varios carteles señalan que no se pueden hacer fotos, los móviles no paran. La mayoría no quiere irse de allí sin llevarse un recuerdo del Valle de los Caídos, sobre todo estos días, cuando ya se ha aprobado la exhumación de los restos de Franco.

Además, este lugar, sobre todo su basílica se ha puesto de moda. Muchas parejas buscan como locos una fecha para poder casarse allí. Hay lista de espera, y el precio del enlace es de 500 euros.

El mausoleo está hecho de tal forma, que a los pocos segundos de entrar, el propio lugar invita a que la gente se marche. Las figuras gigantes que cuelgan de los techos siguen con ese aire de ángel caído: poderosos y tan fríos que logran lo que tal vez se pretendía: despertar el miedo y dejar mal cuerpo al que mira.

Compartir el artículo

stats